Apenas el 3 % de los turistas búlgaros optan por el turismo rural. Resulta que no solo los extranjeros sino también los búlgaros no conocemos en grado suficiente nuestro país, sobre todo sus rincones más alejados, de admirable paisaje y antiguas poblaciones cuyos vecinos, que no superan la media docena, viven aún en el pasado.
Últimamente, con dinero de los fondos europeos, han sido diseñados y se aplican con éxito en la práctica proyectos para el desarrollo sostenido de esas zonas. Han surgido pequeños hoteles familiares o casas de huéspedes rurales habilitadas para acoger turistas. Poco a poco, las aldeas búlgaras van saliendo del anonimato y despliegan ante la vista del viajero su gran colorido y hospitalidad.
Esta riqueza no afectada por el turismo masivo es el tema del libro “Las aldeas de Bulgaria: destinos para hacer turismo y cultura” que acaba de aparecer en el mercado nacional…Sus autores hacen un recorrido de diferentes regiones de Bulgaria centrando la atención en el carácter autóctono de las poblaciones en ellas y las inolvidables vivencias que ofrecen al visitante movido por la curiosidad.
“Bulgaria es un país pequeño, lleno de colorido, y ha conservado muchos sitios intactos por el turismo masivo que guardan su atmósfera autóctona y sus valores de antaño. Esta es una gran ventaja del país como destino para la práctica del turismo rural”, opina Gavrail Gavrilov, uno de los coautores de esta publicación.
El libro contiene relatos redactados con sentido del humor sobre rincones de Bulgaria idóneos para el turismo rural. Ofrece también datos curiosos sobre las tradiciones gastronómicas y folclóricas de cada región, así como leyendas locales. Permite conocer que el turismo rural en Bulgaria ofrece la oportunidad de apartarte de la civilización sin privarte de la comodidad y hacer una vida de ritmo más lento en medio de paisajes naturales magnéticos.
¿Qué más ofrece una aldea búlgara?
“Por ejemplo, la posibilidad de acercarse a la tradición del cultivo de la rosa oleaginosa y de la producción de aceite de rosa”, responde Gavrail Gavrilov. “En muchos sitios en el valle de las Rosas se ofrece este producto turístico como una atracción. Otro elemento interesante es la elaboración del vino. Hay un boom en el turismo vinícola. En todo el país han sido creadas una centena de pequeñas bodegas que ofrecen catas, participación en la vendimia, observación del proceso de producción, etc. Es interesante el renacimiento de la sericultura, o sea la cría del gusano de seda. Hasta hace un siglo Bulgaria era uno de los mayores productores de seda de alta calidad. Lamentablemente, hoy esta producción ha desaparecido casi, pero en el municipio de Ivailovgrad los turistas pueden visitar un museo en el que aún pueden ver cómo criaban antaño el gusano de seda y cómo se elaboraban las telas de seda. Cabe agregar las tradiciones gastronómicas. Los vecinos de las aldeas búlgaras conservan gran número de recetas tradicionales, que se preparan con productos ecológicamente puros”.
El libro “Las aldeas de Bulgaria: destinos para hacer turismo y cultura” contiene más de 200 magníficas fotografías de autor, direcciones de rincones idóneos para el descanso y el ocio, así como consejos para la práctica del turismo rural en Bulgaria. El propio Gavrail Gavrilov es un viajero empedernido que aprecia en sumo grado el modo de vida rural, y recomienda fervorosamente optar por rincones del país menos populares pero, en cambio, muy pintorescos y llenos de sorpresas. Por ejemplo, la aldea de Abrit, en el noreste de Bulgaria.
“Además de los monasterios rupestres en el cañón del río Suha Reka, el año pasado arqueólogos descubrieron allí una basílica de la Alta Edad Media, comenta Gavrail Gavrilov. Es muy interesante también la región de Petrich, en el sudoeste de Bulgaria, en concreto la aldea de Kliuch y las poblaciones a los pies de la montaña Belasitsa. El clima de esa zona es templado e idóneo para el turismo en todas las estaciones. En esas poblaciones se celebran festividades muy interesantes como, por ejemplo, el Festival del Castaño en septiembre. Son poco conocidas pero muy bellas las aldeas en el macizo Rodope. La aldea de Orehovo es preferida por muchos turistas franceses, mientras que la vecina Solishta atrae a los finlandeses”.
Versión en español por Raina Petkova
Fotos: Cortesía de los autores del libro “Las aldeas de Bulgaria: destinos para hacer turismo y cultura”
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