“¡Dad de comer a los periodistas!”, esta frase que se le escapó a un ministro de Exteriores hace más de 15 años todavía está presente en la memoria de los políticos búlgaros. Y si las palabras del exministro fueron grabadas en secreto para convertirse en uno de los mayores escándalos mediáticos de Bulgaria, hoy un ministro actual se permitió decir algo semejante directamente a periodistas. Los dos escándalos mediáticos agitaron los ánimos de la sociedad, los medios de comunicación recibieron una oleada de indignación pero, tal vez, pronto se extinguirá el debate en torno a la distancia saludable entre periodistas y políticos en aras de su propia dignidad.
“Los he llamado para que no me hagan escándalos”, con esta réplica será recordado uno de los ministros actuales. El motivo concreto es un prestigioso acontecimiento cultural en París con motivo del cual el ministró invitó a determinados periodistas a expensas de su ministerio. Fueron escogidos los periodistas que durante años daban cobertura al acontecimiento en cuestión. ¿No valora el medio de comunicación como una institución independiente cuál acontecimiento es del interés de la sociedad y debe ser reflejado, incluso enviando a periodistas a sus expensas? Esta práctica no es una patente búlgara. La mayoría de los periodistas escogidos conciben la invitación ministerial como mérito y un premio al trabajo bien hecho. Igual que en los años antes de 1989.
Nuestra frágil sociedad democrática, incluido el gremio de los periodistas, evidentemente, sigue afrontando dificultades con la teoría de la división de los poderes formulada por Charles de Montesquieu en 1748. A pesar de que el barón no definió el cuarto poder, su principio es uno de los logros de la sociedad democrática. En los tiempos más modernos uno de los periodistas alemanes más reconocidos dejó un valioso consejo a sus colegas jóvenes: “El buen periodista se conoce por el hecho de no identificarse con causas aunque éstas sean causas buenas”. La fundación a nombre de Hanns Joachim Friedrichs premia a jóvenes reporteros por su trabajo periodístico como observadores neutrales.
La idea de que es posible un periodismo absolutamente neutral es idealista. No hay periodista que trabaje sin sucumbir a determinadas influencias. Esto no debe alejarnos del deseo de lograr este ideal, de guardar la distancia, de conservar la dignidad y documentar cada paso que nos aleja de este ideal. La conciencia democrática en las personas se forja gracias a periodistas que se atienen a sus ideales románticos.
Versión en español por Hristina Taseva
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