La falsificación de cuadros es un problema que se ha propagado a escala mundial y Bulgaria no queda a salvo del mismo. Desde hace decenios en el mercado nacional de las casas de subastas se viene observando una producción sorprendentemente importante de obras de arte falsificadas. En ocasiones las copias ilegales se colocan incluso a precios superiores a los de las obras originales. Este “negocio” es muy cómodo para numerosas personas, entre ellas marchantes y artistas del pincel.
Emil Chushev, restaurador de lienzos y gerente de una casa de subastas y una galería de arte en el centro de Sofía, señala cuáles son las obras más frecuentemente falsificadas por los estafadores.
Las cosas dependen de la tasación que tengan las obras de un artista del pincel. Cuando los precios de los lienzos originales que se ofertan en el mercado son más elevados se vuelven más frecuentes los casos de falsificar las obras del respectivo autor. Lo que se procura obtener es una ganancia instantánea. Muy raras veces son falsificados pintores cuyo arte no se vende a altos precios, ya que no será económicamente ventajoso vender las copias ilegales. Se dan con la mayor frecuencia obras falsificadas de Vladimir Dimitrov, El Maestro, Zlatiu Boyandzhiev, Tsanko Lavrenov, Boris Denev, Danail Dechev, Nikola Tanev , entre otros. Si examinamos el listado de la primera veintena de nombres de consagrados y viejos pintores búlgaros comprobaremos que al menos las obras de diecinueve de ellos han sido ilegalmente copiadas.
El arte búlgaro se encuentra altamente valorado pero, sobre todo, en el ámbito nacional. Desde hace años en el mercado la demanda supera a la oferta y esto mueve a los falsificadores a presentar una buena parte de lo que ofertan en subastas. A veces un coleccionista determinado adquiere obras de arte por valor de miles de euros y luego, al darse cuenta de que se trata de obras falsificadas resulta demasiado tarde para tomar medidas.
Cristina Béleva, restauradora de la Pinacoteca Nacional aporta más detalles: El mercado se encuentra bastante encogido. Las obras son de un pequeño número. Es que el período en que en Bulgaria se ha hecho arte mundano es de unos cien años. Las obras disponibles ya han ido a parar en colecciones particulares. Los lienzos falsificados son asequibles para personas que se empeñan en ser llamadas coleccionistas. Así hay colecciones integradas por un 80% de obras falsificadas pero sus dueños se mantienen reacios a reconocerlo. También hay personas que se niegan a recibir un documento oficial que acredite lo que poseen. Es que han invertido una suma cuantiosa y de este modo la van a perder. No quieren perder tampoco su buen nombre.
Hay que hacer, lógicamente, una distinción entre réplica legal y copia falsa. Algunos coleccionistas se conforman con cuadros sobre los cuales está claro que no son los originales.
Emil Chushev explica en qué se distinguen las copias legales de las ilegales: “La copia debe ser distinta al original. Esto se suele hacer en forma superior o inferior a la dimensión que tiene el lienzo original. Las réplicas auténticas se hacen mientras se mira el original, y no una reproducción. En las obras falsificadas se intenta remedar al artista con el fin de reproducirlo de manera determinada, que no siempre es la acertada, y luego, vender el lienzo como obra del pintor original. Las copias legales trae firmas con la fecha, el nombre, etc. Esto se encuentra regulado con precisión en la ley de Patrimonio Cultural. Para que uno haga una copia de un cuadro de la Pinacoteca Nacional deberá contar con la autorización de ésta, pagar derechos de autor, etc.”
Según peritos del sector los más difíciles de falsificar son los lienzos de acuarela porque hasta un error nimio resulta fatal y hay que volverlo todo a empezar desde cero. Lo curioso es que para la obtención de una copia falsificada de calidad la deberá dibujar un pintor experimentado, una persona que sin preocuparse vende su talento por dinero. Esta persona sabe que no se le castigará porque, de momento, las sanciones por tal tipo de delito son mínimas y se traducen, las más de las veces, en una multa en metálico. Según la Ley de Patrimonio Cultural, las sanciones resultan más severas para marchantes que colocan cuadros viejos de más de medio siglo sin presentar un documento de identificación. A tales personas se les puede aplicar la pena de privación de libertad por 2 a 6 años.
La falsificación de obras de artes es una epidemia que seguirá extendiéndose hasta que se tomen medidas legales más severas contra las personas conculcan la labor de grandes maestros del pincel en aras de su negocio.
Versión en español por Mijail Mijailov
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