En su reciente pronóstico primaveral sobre el desarrollo de las economías de los países miembros de la UE, la Comisión Europea ofrece valoraciones bastante halagüeñas sobre los logros económicos que se esperan de Bulgaria durante el año en curso y en los dos subsiguientes.
Tanto el Gobierno en Sofía como la opinión pública en el país se muestran extraordinariamente sensibles ante todo lo que se dice sobre Bulgaria en el extranjero y, sobre todo, en Bruselas, considerada una especie de tía lejana más importante, y más próspera, buena pero exigente. Mucho más frecuentemente, las autoridades y las personas llanas en Bulgaria vienen escuchando más críticas, objeciones, reproches y recomendaciones,que llegan desde la capital de la Europa unida, que elogios y reconocimiento de resultados buenos.
Justamente por esto, el propio hecho de que la CE haya elevado, en comparación con su pronóstico invernal sobre el crecimiento económico, en un 1%, al 2 % anual, el esperado crecimiento del PIB en 2016 obviamente ha alegrado a todos en este país. No importa que, a pesar del aumento, la CE reconoce, en la práctica, que el sector económico búlgaro se está desacelerando en comparación con 2015 y que en los dos años próximos no podrá volver a situarse al nivel récord de un 3 % logrado en 2015. Un tanto al margen de la atención general se ha quedado también el hecho de que los países de más reciente adhesión a la UE, Estonia será el único que registre un desarrollo más lento que el de Bulgaria, o sea, que ésta ocupa el penúltimo puesto en este grupo de países por los ritmos de crecimiento económico.
A pesar de todo, el pronóstico revisado de la CE sobre el crecimiento económico en Bulgaria recoge, asimismo, bastantes valoraciones positivas. El desempleo seguirá bajando para llegar al nivel completamente aceptable de un 8 %, el consumo interno continuará creciendo, las exportaciones también aumentarán. La deflación se está demorando y se va transformando ya en una saludable inflación. A todas estas buenas noticias cabe agregar, asimismo, que los observadores bruselenses esperan una reducción del déficit presupuestario.
Sobre el telón de fondo de toda esta perspectiva relativamente positiva que la CE traza para la economía búlgara, se notan también un buen número de críticas y advertencias. En Bulgaria se otorga una atención extraordinaria a los subsidios de cohesión europeos y los medios informativos no se pierden ocasión para informar incluso sobre los proyectos mínimos materializados con financiación europea y, sobre todo, sobre los problemas más menudos que frecuentemente aparecen a la hora de la concesión e implementación de estos subsidios.
Este aumentado interés público tiene sus fundamentos de peso, ya que más del 70 % de las inversiones públicas en el país se hacen con financiación europea. Esto, según la CE, significa una dependencia excesiva de los fondos europeos. La desaceleración de los ritmos en el sector económico búlgaros en 2016 se debe básicamente a la demora en la concesión y la implementación del dinero en el marco de los programas de cohesión, explican los expertos europeos. Razón no les falta para ello, pero esto sólo es una parte de la verdad. La otra parte también ha sido mencionada en el revisado pronóstico primaveral de la CE. Se trata del aflujo débil de capitales foráneos a Bulgaria. Es que son precisamente estos capitales los que sirven para subvencionar las nuevas inversiones ya que los capitales propios de Bulgaria son insuficientes y aún especulativos en gran medida.
No obstante ello, se espera que la economía búlgara vaya avanzando y creciendo. Lo hará lentamente, en comparación con la necesidad evidente de que se consiga un aumento considerable del PIB per cápita para que tal aumento transforme a los búlgaros en personas más solventes y prósperas que ocupen al menos el nivel medio en la UE.
Sin embargo, el sector económico búlgaro se encuentra sumamente dependiente de los factores exteriores, ya que hoy en día para que uno produzca y comercialice sus productos eficazmente necesitará de escalas extensas, algo que no es capaz de garantizar el mercado interno nacional. Dicho en otros términos, el bienestar del país y de sus ciudadanos dependen en sumo grado no sólo de las medidas del gobierno ni de las condiciones internas para fomentar los negocios, sino también del estado y los procesos en los mercados internacionales, sobre todo los europeos. En este sentido existen bastantes problemas porque en muchos países la actividad empresarial sigue siendo baja y restringe la importación de mercancías extranjeras, incluidas las procedentes de Bulgaria y este hecho provoca una desaceleración de toda la economía del país.
Versión en español por Mijail Mijailov
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