Un brioso caballo blanco corre veloz tirando un carruaje en el que va una princesa fabulosa… Las fantasías de la infancia cobran vida y los sueños, hechos realidad, despiertan nuevos ímpetus en el alma de un artesano de vocación artística…
“Quítate la gorra, amigo, baja la frente ante el Sr. Orozov y haz votos porque nazcan en Bulgaria más trabajadores como él”, exclamaba antaño el escritor nacional Aleko Konstantinov a la vista de los fascinantes carruajes faetón hechos por aquel artesano autodidacta de la ciudad noroccidental de Vratsa.
Un siglo más tarde, un maestro de escuela jubilado decidió dar nueva vida a este oficio, típico del noroeste de Bulgaria, pero no hacer réplicas de los modelos antiguos sino seguir su s sueños y crear un medio de transporte moderno de aliento antiguo. Tomando inspiración de la destreza del afamado artesano, Krum Petleshki, vecino de la aldea de Rogozen, elabora una original mezcla entre carruaje faetón y automóvil moderno.
En cierta ocasión descubrí en las ruinas de un tejadillo destruido por un incendio los restos de un faetón. Lo reconstruí y restauré, y el resultado fue muy interesante, comenta el maestro volviendo a los inicios de su ocupación actual. Luego se me ocurrió elaborar un modelo propio, mío, de color blanco, con algunas extras como, por ejemplo, frenos, luces, neumáticos originales con radios de metal, dos capotas que en caso de mal tiempo convirtieran el faetón en carruaje. Ahora viene mucha gente para ver el resultado de mi trabajo, lo admira y celebra que yo haya hecho realidad mi sueño.
Los coches fueron un sueño también para Mito Orozov, de 24 años, quien en 1883 abrió un taller de reparación de carros y carruajes. Fue su primer paso hacia la creación de una fábrica productora de cabriolés y faetones. Pero mientras aquel fabricante tenía a su disposición carpinteros, hojalateros, pintores y materiales de primera calidad traídos de Europa, el artesano moderno cuenta hoy más que nada con sus dos manos y, en el peor de los casos, con la ayuda y favores de trabajadores y amigos de la región de Vratsa.
Siempre me ha gustado elaborar cosas con mis manos. He sido profesor de tallado en madera. Hace unos años recorté un artículo de un periódico que comentaba el trabajo de un maestro de faetones del noreste de Bulgaria. Vi sus modelos pero no me gustaron ni su aspecto, ni su diseño ni sus adornos. Decidí dar prueba de que podía hacer algo mejor y lo conseguí, dice Krum Petleshki.
Al cerrar los ojos, uno siente cómo el faetón blanco hecho por él recorre las empedradas callejuelas de alguna ciudad y, de pronto, lo ve en un camino que zigzaguea por entre los árboles, siguiendo el curso de un río. En los elegantes asientos de color rojo imperial están sentados una dama y su caballero, quien maneja con destreza las bridas del brioso caballo. ¡Eran tan exquisitos los faetones hechos por el maestro allá en 1883, en los primeros años tras la liberación de Bulgaria de la dominación otomana y el resurgimiento de la economía y cultura búlgaras. El artesano Mito Orozov obtuvo una medalla en la Exposición Universal de Londres y el magnate automovilístico Henry Ford en persona le propuso que elaborara las carrocerías de sus coches. No obstante, el búlgaro fue categórico en su respuesta: “No estoy loco para hacerle las carrocerías por una paga tan escasa”.
Para aproximarse a la perfección del trabajo del mundialmente reconocido maestro búlgaro del carruaje, Krum Petleshki ha visitado en múltiples ocasiones el Museo del Faetón de Vratsa, a fin de estudiar de cerca cada pieza de los antiguos vehículos. Al elaborar su propio faetón, lo decoró con rosas. Ahora sale de tiempo en vez para dar un paseo con él por el pueblo. Un amigo le presta su caballo para este fin. Los jóvenes gustan de hacerse selfies con el faetón, y en cierta ocasión un anciano incluso agradeció al Todopoderoso haberle dado vida suficiente para que por fin pudiera ver “una carroza”.
No obstante, el maestro retirado afirma que es un auténtico innovador y que ya está persiguiendo nuevos sueños:
No puedo permanecer de brazos cruzados y ahora estoy elaborando un cañón hecho del tronco de un cerezo. Mi hijo, que vive en Austria, me lo ha pedido. Recientemente conmemoramos un aniversario más del Levantamiento de Abril de 1876 contra la dominación otomana, aplastado y hundido en sangre por el opresor. Pues ese Levantamiento fue anunciado con un disparo de cañón hecho del tronco de un cerezo. En el futuro tal vez elabore un faetón de doce plazas, para grandes transportes, si me lo permiten el tiempo y la salud.
Cada semana el maestro retirado de Rogozen se dirige a la cercana ciudad de Oriahovo donde una banda de viento toca las inmortales piezas musicales del compositor nacional Diko Ilíev, inspiradas en el folclore búlgaro. Así, tomando inspiración de los grandes artistas de su terruño, Krum Petleshki no deja de soñar y trabajar por hacer realidad sus sueños, siguiendo el ejemplo del gran artesano Mito Orozov.
Versión al español por Raina PetkovaFotos: Archivo personal
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