Ofidios guardianes tallados en las rocas han custodiado durante milenios secretos ocultos detrás de un bosque impenetrable. Fieles a sus deidades paganas esas sierpes talladas en la roca protegen un santuario abandonado y guardan arcanos de civilizaciones idas.
La llamada Villa de las Sierpes en las afueras de la aldea de Sarnitsa, en la región de Jáskovo, ha revelado por vez primera una parte de sus enigmas el pasado 1 de junio. Fue entonces cuando un grupo de periodistas, dirigido por Paulina Míjova, puso rumbo al complejo de culto “Rocas aguileras” con la intención de tomar fotos de aquella zona. Sin embargo, el destino se interpuso en su empeño y así los tres periodistas estuvieron largo rato andando confundidos por un bosque a punto de deglutirlos.
En un momento determinado nos vimos metidos en unos parajes inexpugnables, dice Paulina Míjova. Me puse a escudriñar las rocas y en un momento me pregunté qué eran aquellos nichos allá en lo alto. Sabía que si hubiera nichos habría también un santuario. Mientras examinaba fijamente las rocas, sentí como en mis piernas se habían enroscado unas pequeñas culebras acuáticas, del cercano río. Decidimos tomar fotos por medio de un dron y vimos las primeras cabezas de serpientes talladas en la roca. Se trata, dicho grosso modo, de un complejo a escala de 800 a 900 metros que forma un semicírculo. Me refiero a la zona de Dekilitash, en las afueras de la citada aldea, que se encuentra en proximidad a las “Rocas aguileras” y al sagrado complejo prehistórico de la aldea de Nochevo.
Vistas desde el aire, en las rocas destacan nítidamente cabezas de sierpes, perfiles humanos, escaleras, nichos tallados en las mismas. Para descifrar aquellos secretos se solicitó la asistencia de la profesora Ana Raduncheva, arqueóloga del Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias de Bulgaria y exploradora de los santuarios antiguos en los Ródopes Orientales.
No se trata de un asentamiento, sino de una serie de rocas en las cuales las cabezas de ofidios son naturales o bien son una combinación entre un cuerpo humano y una cabeza de serpiente, dice la arqueóloga. Estas figuran son mucho más numerosas que las descubiertas en otras zonas de Bulgaria y representan una parte, recientemente descubierta, del sistema de santuarios prehistóricos en los Ródopes.
Según Ani Raduncheva, en esta montaña hay más de 250 complejos de culto similares esparcidos por el monte. La estudiosa dice convencida que las figuras de sierpes ahora descubiertas han sido talladas por mano humana en el octavo milenio antes de Cristo. Agrega que las personas que crearon el santuario de Sarnitsa pertenecían a una sociedad altamente desarrollada que, sin embargo, acabó desapareciendo misteriosamente en el cuarto milenio antes de Cristo. A pesar de que hubo en aquella sociedad unos indicios tímidos de poder mundano, lo primordial en la misma era el principio espiritual y, concretamente la autoridad de los sacerdotes. Son testimonio de ello los peldaños tallados en la roca que conducen hacia el cielo. Justamente a la cresta de las rocas subían aquellos sacerdotes.
La serpiente es un personaje presente en forma polifacética en la cultura espiritual prehistórica, explica la arqueóloga. En ocasiones tiene funciones protectoras, de custodia, como guardián de los restos de los huesos de los animales sacrificados pero, en otros casos, la sierpe aparece como una especie de motor del tiempo. La serpiente es, asimismo, un intermediario entre el ser humano y los dioses en los cultos principales que se oficiaban en los santuarios rupestres, sobre todo a finales del Paleolítico y la Edad de Cobre, época en la que ya se había constituido la institución del sacerdote supremo.
En el santuario de Belintash, siempre en los Ródopes, también fue descubierta una enorme figura de serpiente con cuerpo de ser humano de cuyo cuello colgaba una máscara humana, agrega la estudiosa.
Por algún tiempo más, el santuario de las sierpes seguirá siendo una especie de juego de la imaginación, sobre todo de las personas aficionadas a las teorías conspirativas, las cuales auguran desde ya la existencia de campos energéticos y de fuerzas ignotas en esa zona. Sin embargo, en otoño, cuando caigan de los árboles las hojas muertas y se abra nítidamente el panorama del antiguo complejo que conserva sus secretos, los arqueólogos tomarán cartas en el asunto, siempre y cuando, antes, hayan conseguido contar con un patrocinador, personalidad tan indispensable para la ciencia búlgara.
Versión en español por Mijail Mijailov
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