No veo ninguna razón para descuidar las obras de música clásica búlgaras. El público debe tener la oportunidad de escuchar la música búlgara, sobre todo cuando en nuestra sociedad se expande un patrioterismo ostentoso y de tipo eslogan. Es el punto de vista del Prof. Plamen Dzhurov, Compositor, docente de dirección y composición de la Academia Nacional de Música, que lleva casi tres décadas encabezando el Conjunto de Cámara “Solistas de Sofía”.

Ya se han perdido algunas partituras de obras importantes, otras están en un estado deplorable –señala el Prof. Dzhurov– . Fijándonos en los programas de las grandes orquestas por el mundo, veremos que no dejan de tocar su música nacional ni tampoco música del siglo XX. El lenguaje musical contemporáneo no es sólo el lenguaje de la música bailable y los formatos cortos. Es un lenguaje que no es elitista, sí, tal vez, de élite, porque requiere esfuerzos para comprender los temas, y también una cultura general integral. No he perdido la esperanza de que Bulgaria vuelva a ganar el derecho a comunicarse con el resto de los países europeos en pie de igualdad en materia de música. Tenemos un potencial mucho mayor de lo que mostramos. Nuestros conciertos en el extranjero son exitosos por regla, y durante años me he estado maravillando al escuchar comentarios del tipo: “¿Cómo puede un país como el suyo tener semejante conjunto?” A esto yo respondo: “¿Y qué sabe usted de Bulgaria y de los músicos búlgaros?”

El primer ensayo del Conjunto de Cámara “Solistas de Sofía” fue en noviembre de 1961. Fue una reunión de jóvenes músicos de cuerdas de la Opera de Sofía. El primer concierto, que obtuvo un éxito enorme, tuvo lugar seis meses más tarde. Hace unos días se cumplieron 55 años desde aquel primer encuentro con el público.

Los fundamentos profesionales se pusieron desde el inicio, esto obliga y nos hace seguir adelante –comenta el Prof. Plamen Dzhurov– . Es el mismo principio de trabajo como el del cuarteto de cuerdas. En el comienzo los instrumentistas incluso ensayaban divididos en tres cuartetos. Esta búsqueda de precisión sigue vigente hasta hoy en día, lo que hace que el trabajo con la formación sea una experiencia única. Se trabaja con más atención al detalle. Haciendo una comparación, es como la diferencia entre el arte gráfico y la pintura al óleo. Lo nuestro todo es esfumado, se requiere un ajuste más fino tanto de los instrumentistas como del público. El primer concierto de “Solistas de Sofía” fue bajo la batuta de Mijaíl Ánguelov, quien, además, confeccionó el programa. Como solistas actuaron la pianista Milena Mollova, el bajo Nikola Guiuzelev y la contralto Radka Gáeva. El conjunto ofreció varios conciertos con el mismo conductor, luego como conductores invitados se desempeñaron Konstantín Ilíev, Dobrín Petkov y Vasil Kazandzhíev, quien llegó a ser su conductor permanente durante 16 años. Fue precisamente el Prof. Kazandzhíev quien acuñó esta forma de trabajo consecuente, metódico, a veces, probablemente, atormentador para elaborar los detalles. Esto, por cierto, es inherente a todos los músicos que tienen autoestima. Mar tarde la dirección del conjunto asumió Emil Tabakov, para quien en la música no existen secretos, ni como conductor ni como compositor. Curiosamente, los tres directores que por períodos más largos vincularon su nombre a “Solistas de Sofía” son, asimismo, compositores. Soy heredero de tradiciones muy robustas, diría realmente importantes”, concluye el Prof. Plamen Dzhurov.

Versión en español por Daniela Radíchkova