En las últimas semanas, en Bulgaria tiene lugar un debate en torno a la forma de garantizar la votación mecánica en las elecciones parlamentarias anticipadas del próximo 11 de julio. El precio ofrecido por la empresa proveedora de estos equipos ha obligado al Gobierno interino a cancelar la contratación pública para el suministro de 1.500 máquinas complementarias. Este hecho también ha planteado una serie de cuestiones, respecto a las cuales se continúa dialogando. Se busca una variante óptima con la que se respete el precepto del Código Electoral, que estipula dotar de máquinas de votar todos los colegios electorales donde en las elecciones anteriores hayan votado como mínimo 300 electores.
”Con las máquinas de las que dispone actualmente la Junta Electoral Central se podría garantizar la votación en el país −opina, categórico, el exdiputado Martín Dimitrov en una entrevista para Radio Nacional de Bulgaria− . Para los colegios electorales en el extranjero habría que asegurar máquinas complementarias. Además, existe la idea, no carente de fundamento, lanzada por miembros de la actual JEC, de dotar de dos máquinas cada uno de los grandes colegios electorales en las ciudades mayores para sortear la necesidad de una larga espera para votar “.
Sin embargo, el vicepresidente de la JEC, Stoíl Tsitselkov, se muestra escéptico ante la votación mecánica en el extranjero:
”Sigo creyendo que la votación mecánica en el extranjero no ocurrirá −arguye él− . No existe tal práctica y quienes formamos el Consejo Público, adscrito a la JEC, estudiamos las buenas prácticas de distintos países y sugerimos las que sean aplicables en la realidad en Bulgaria. No existe la práctica de transportar y repartir máquinas en diversos destinos del mundo”.
Amén de reclamar la votación mecánica, los búlgaros en el extranjero insistieron ya en los comicios anteriores en contar con otras facilidades que les permitieran ejercer sin trabas su legítimo derecho al voto. Una de ellas es la constitución de una circunscripción electoral especial, llamada Extranjero. La misma ha sido introducida a raíz de las enmiendas al Código Electoral, pero no se llegó a reglamentar la metodología con el manejo de la cual se hiciera el reparto de los mandatos. De este modo, en la práctica, la idea no se hará realidad en los comicios parlamentarios anticipados del 11 de julio.
La enmienda más significativa concerniente a la votación de los búlgaros en el extranjero es la supresión de las limitaciones para el número de los colegios electorales en países de fuera de la Unión Europea (UE). Hasta hace poco, su restricción a 35 sentaba premisas para que un buen número de los electores que recorrían cientos de kilómetros para votar en un determinado colegio renunciaran a hacerlo, disuadidos por las enormes colas que se formaban.
La votación en el extranjero persiste como un reto también por una serie de ambigüedades relacionadas con la cumplimentación de los documentos y formularios electorales, así como con el obligatorio estatuto de asentamiento, que se aplica a todos los ciudadanos de países miembros de la UE que residan y trabajen en el territorio del Reino Unido. El plazo final para obtener tal estatuto expira el próximo día 30 de junio y, según datos facilitados por el Ministerio de Interior británico, hasta el momento se ha producido una demora en la tramitación de al menos 305.000 solicitudes por obtenerlo.
Pese a los aspectos ambiguos y las dificultades que se están registrando, el interés que suscita la votación de los búlgaros en el extranjero es muy grande. En breve se sabrá si un mayor número de búlgaros usará su derecho al voto el próximo 11 de julio.
Adaptado por Yoán Kolev en base a entrevistas de Silvia Velíkova y Diana Dóncheva
Versión en español por Mijail Mijailov
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