Svezhen es una magia que se apodera del visitante ya en el momento en que se detiene en la plaza pueblerina y ante sus ojos se abre el panorama siguiente: callejuelas angostas y empinadas que van zigzagueando por las colinas, con pequeñas casitas, posadas en ellas, coronadas de tejados un tanto ladeados. En un primer plano aparece la silueta de la restaurada iglesia de San Pedro y San Pablo del año 1864. Al pie de las colinas la mirada se fija en el monumento al legendario coronel Vladimir Serafimov, erigido frente a la alcaldía y la tienda para la venta de toda clase de productos y artículos. Es un cuadro idílico que destila sosiego y una sensación de encontrarse al margen del tiempo.
El nombre antiguo de la actual aldea de Svezhen es Adzhar. Antaño llegó a tener 5000 habitantes y… 26 tabernas. Ha sido declarada una reserva histórico−arquitectónica a causa del conservado aspecto que otrora tuviera.
Svezhen es la localidad que vio nacer al coronel Vladimir Serafimov (1860−1934), comandante del regimiento de Sredna Gora número 21 durante la Guerra Ruso−Turca de 1877–1878,quien cobró fama de libertador de la porción central de la montaña de Ródope, del dominio otomano. En 2020 su hogar natal fue transformado en un atractivo museo al que funciona anexo un centro de información:
“La casa tiene casi 300 años y está construida con roble negro. Tiene estancias muy curiosas. La del medio es de un suelo de tierra, es auténtica y se ha conservado la forma que había tenido antaño. No ha sido tocado nada. En el vestíbulo hay unos armarios empotrados. En uno de ellos estaba el escondite con un túnel que desembocaba allende el patio”, dice Yana Stoílova, gerente del museo, y enseña la ventana típica para las viejas casas de Sredna Gora (la porción central de la cordillera balcánica) en el techo. No va acristalada pero tiene, en cambio,una tapadera deslizante que semeja en gran medida el techo deslizante de un coche actual. En el techo de madera se aprecia un año, marcado con la llama de una vela. ”Es el año 1876, el del Levantamiento de Abril y anterior en doce meses al incendio que los turcos prendieron a la aldea “, explica Yana.
Se encuentran en vecindad inmediata los restos del templo de San Jorge al que funcionaba anexo un monasterio, en el que en los siglos del XVII al XIV estaba en su plenitud la escuela literaria de Adzhar, heredera digna de la de Tárnovo. Desgraciadamente, en el año 1877, los turcos otomanos incendiaron el templo, y la única cosa que sobreviviera de aquel siniestro fue la vieja toaca de madera en que está estampado el año 1862, según aclara Yana.
“En este lugar se redactaban manuscritos eclesiásticos. En el patio había celdas, que las que vivían los monjes, había asimismo un osario y un camposanto. Ahí llegó a su esplendor una escuela de caligrafía. Se hicieron allá tetraevangelios, un damasceno de Adzhar, otro de Rila. Eran libros escritos en el siglo XVII,el más viejo de los cuales data del año 1634.Los monjes eran muy duchos en la ilustración y la ornamentación. Ellos mismos se fabricaban las tintas, encuadernaban los libros con piel y madera.En la actualidad los originales de aquellos manuscritos se guardan en la Biblioteca Nacional de Bulgaria, en Sofía, en el Monasterio de Zografou, en el Monte Athos. Los hay también en San Petersburgo y en otros sitios”.
Yana Stoílova es de profesión artista del pincel. En los meses de verano dirige cursos de pintura y caligrafía en el taller artístico de la aldea. Cada persona de las que se forman en sus cursos puede aprender a escribir hermosas letras con tinta china o con una pluma de pato a semejanza de cómo lo hicieran los copistas de antaño en esta aldea. ”Queremos resucitar esta antigua tradición y transmitírsela a las generaciones venideras”, dice en conclusión la artista.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Veneta Nikolova
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