Desde hace mucho tiempo Tsarev brod tiene la fama de una aldea internacional y sus habitantes se muestran orgullosos de ser herederos de tártaros, alemanes, turcos, búlgaros de Banato, rusos blancos, albaneses, checos, etc. En esta aldea en la región de Shumen se confiesan tres religiones y por esto hay tres templos: una iglesia ortodoxa, una iglesia católica y una mezquita. “Somos como una pequeña comunidad de los pueblos”, bromea el alcalde Stefan Zhivkov y agrega que las personas ya se han mezclado, pero siguen respetando las costumbres y la memoria de sus ancestros.
Tsarev Brod está situada entre las antiguas capitales búlgaras Pliska y Veliki Preslav. En el pasado se encontraba justamente en el camino por donde pasaban los reyes y de allí proviene su nombre (Camino de los Reyes). A mediados del siglo XIX, después de la Guerra de Crimea, allí se asentó un considerable grupo de tartaros de Crimea que se dedicaban a ganadería, cuenta el alcalde. Poco después llegaron a Tsarev Brod los alemanes.
“En 1900 Fernando Sajonia Coburgo y Gotha envió allí a unas 50 familias alemanas de Austria-Hungría, así como búlgaros de Banato. Se les proporcionaron tierras y ellos trajeron equipos técnicos modernos para su época y comenzaron a desarrollar una agricultura moderna. Había dos familias albanesas que producían la bebida boza. Después de la revolución de octubre allí llegaron los rusos blancos, expulsados por el régimen de la Unión Soviética.
En el pasado en Tsarev brod predominaba el idioma tártaro y alemán. Además, en la aldea hay dos mezquitas, una tátara y otra turca. Junto con ellas se erigían dos iglesias: la ortodoxa y la católica. Los niños acudían a la escuela trátara y a la alemana. La escuela búlgara fue construida después, en 1920. A principios del siglo XX en proximidad a la iglesia católica fue creado el monasterio de las benedictinas. Este lugar funciona hasta hoy en día y allí viven cuatro hermanas benedictinas: de Bulgaria, Corea del Sur, Alemania y Tanzania. La hermana Isabel de Alemania dice en un búlgaro excelente:
“Aquí vivía una hermana que se llamaba Burkharda, la médica del pueblo que curaba con hierbas porque entonces no había otros medicamentos. Ella preparaba distintas infusiones. Conservamos la receta para el ungüento con caléndula y grasa. Cultivamos la caléndula en el jardín. Es una hierba nutritiva y se usa para distintos problemas con la piel, incluidas quemaduras después de laserterapia”.
Hoy en día Tsarev Brod es una aldea llena de vida donde viven 1 300 habitantes permanentes. En la aldea casi no hay desempleo. Últimamente los precios de los inmuebles han subido porque han comenzado a asentarse familias jóvenes con niños para aprovechar la posibilidad de teletrabajo, el aire limpio, la tranquilidad y la vida lejos de la gran ciudad.
“En Tsarev Brod nunca ha habido tensión a base étnica o religiosa. No hay una cafetería turca o un bar búlgaro. Todos juntos celebramos las fiestas de Pascua de Resurrección o Navidad”, termina diciendo el alcalde Stefan Zhivkov.
Traducido y publicado por Hristina TásevaFotos: Veneta Nikolova
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