A los guías turísticos a menudo les desespera cuando el grupo de turistas se lanza caóticamente a los comercios de recuerdos o va vagando de puesto en puesto para matar el tiempo hasta el momento de volver al autobús. Pero, ¿qué hacer si la emoción consumista no es ajena a nadie? Además, ¿quién no quiere llevarse algún recuerdo del país en que está de visita, alegrar a amigos y familiares comprándoles un regalo, hacer alarde de los lugares en que estuvo, y de lo hermoso y excepcional que es el pequeño souvenir que ha adquirido?
En la mayoría de los casos, empero, resulta que el pequeño objeto en cuestión, conseguido con tanto anhelo y a un precio desmesurado, lleva una etiqueta diminuta que dice “Hecho en China”. Por otra parte, no vale la pena gastar dinero en recuerdos que luego se pueden encontrar en los tenderetes de los mercadillos en tu propio país. Simplemente la globalización se hace sentir. Los mercados se uniforman y con ellos, también los gustos de la gente e incluso la gente misma. Sin embargo, es un hecho que la industria de los recuerdos está en auge en todo el mundo incluida Bulgaria, donde se está desarrollando paralelamente al crecimiento del sector turístico. Además, en los últimos años en Bulgaria se está observando una tendencia encomiable: que los recuerdos estén más relacionados con las características específicas del país y sus tradiciones. Lo demuestra el paseo por cualquier centro vacacional o ciudad turística, o la visita a alguna tienda de souvenirs.
A diferencia de los puestos callejeros y de los bazares donde se venden piezas de plástico que son puro kitch, en estos comercios especializados se pueden encontrar artículos de alta calidad como cerámica auténtica de Troyán o vasijas de cerámica más modernas hechas por artistas nacionales contemporáneos. Los manteles tradicionales con bordados típicos búlgaros, que a menudo se ven en los restaurantes y cantinas, son un regalo o recuerdo pretendido por los extranjeros. También lo son los objetos de cobre y hierro forjado, las copias de iconos, los souvenirs tallados en madera, etc.Las muñecas vestidas de trajes folklóricos también atraen la atención de los turistas extranjeros. “En su interior hay un frasco de esencia de rosas; se venden muy bien, en especial entre los turistas japoneses que prácticamente se vuelven locos al ver el frasco” –cuenta Desislava Tabákova, vendedora en un negocio de regalos en Veliko Tárnovo, en el norte de Bulgaria. Añade que últimamente la mercancía de mayor actualidad son las figurillas de ovejas hechas de lana pura.A la pregunta, ¿por qué precisamente ovejas souvenirs?, Desislava responde: “Porque Bulgaria es famosa por su yogur, queso amarillo y queso blanco en salmuera hechos de leche de oveja, y porque en el pasado en nuestras montañas pastaban grandes rebaños de ovejas; de modo que también son símbolo de nuestro país”.
Es muy solicitado, además, otro objeto típico, un instrumento musical: la autóctona gaita kabá (de tono bajo) rodopiana de cuero, hecha a mano, señala Desislava y añade que cada año vende al menos tres, a pesar de que son muy caras, según explica.En su tienda los turistas pueden adquirir, además, joyería hermosa de hierro forjado con piedras semipreciosas, productos de marcada presencia en la cocina típica búlgara como la satureja, el pimentón, la mermelada de escaramujo o de rosas, el lokum (un dulce gelatinoso) con sabor a rosa, y también licor y aguardiente de rosas. Los productos fabricados a base de rosas oleaginosas búlgaras se venden como pan caliente entre los turistas. Es válido sobre todo de la industria cosmética nacional que utiliza esta delicada flor, muy abundante en la región de los municipios de Kazanlak y de Pável Baña. Las estanterías en las tiendas de recuerdos desbordan de una increíble variedad de productos a base de la rosa búlgara.
“Existe un enorme interés por la rosa búlgara –dice Desislava– . Prácticamente cada extranjero que viene a Bulgaria se lleva consigo un recuerdo basado en la rosa búlgara. Los turistas suelen comprar concentrado de aceite de rosa que se vende en viales de unos pocos mililitros y es muy caro. Basta con poner una gota del aceite en la crema para la cara, por ejemplo, y luego disfrutar de su efecto maravilloso. Tenemos una amplia gama de productos cosméticos que contienen agua o aceite de rosa como, por ejemplo, champús, lociones, geles de ducha, jabones, etc. Son muy demandados, asimismo, los perfumes búlgaros: tenemos diez tipos de diversas fragancias a rosa”.
El mejor lugar para adquirir recuerdos búlgaros son las tiendas especializadas. Éstas están llenas de artículos autóctonos hechos a mano o productos tradicionales del país que le recordarán por mucho tiempo las vacaciones que pasó en la soleada Bulgaria.
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