Se cumplen 150 años desde el nacimiento de Peter Deunov, un gran búlgaro que inspiró con su doctrina a miles de seguidores por el mundo entero.

Nació en la aldea de Hadarcha, hoy Nikolaevka, en la región de Varna, en la familia de un sacerdote. Después de graduarse en teología y medicina por la Universidad de Boston, regresó a Bulgaria y publicó su primer libro “La ciencia y la educación”. Junto con allegados suyos creó una comunidad para elevar el espíritu religioso del pueblo búlgaro, que hoy en día es conocida como la Hermandad Blanca.

“Hasta el año 1914, el Maestro dio muchas conferencias por toda Bulgaria”, cuenta Galia Gerasimova, directora de la editorial Hermandad Blanca. “Su primera conferencia pública “He aquí al hombre” echó los cimientos del ciclo dominical “Vigor y vida”. A lo largo de 30 años, cada domingo él predicaba. Hay más de 1600 sermones dominicales que versan sobre la caridad, la fe, la esperanza, la sabiduría, la verdad, las cinco principales virtudes. Éstas son las columnas de su doctrina. Sus conferencias se pueden aplicar en todo momento de nuestra vida, comenzando por el deseo de mejorar el día a día y llegando al estado psíquico y físico. Su doctrina presenta una actitud hacia el mundo, es una filosofía. Es universal porque cada uno puede encontrar algo para sí”.

El legado del maestro Deunov es recogido en 5000 conferencias. Además de los sermones sobre la vida, Peter Deunov creó más de 150 obras musicales que gracias a sus vibraciones alcanzan las capas más profundas del alma humana. Es su creación también el baile paneuritmia que armoniza el alma y el cuerpo con el mundo que nos rodea. Las conferencias, los conciertos y otras manifestaciones dedicadas al 150 aniversario evocan las múltiples actividades del maestro: sus prácticas espirituales para el desarrollo de la personalidad y su filosofía que atrajo la atención de personas de diferentes mundos y culturas. Parte del programa dedicado al aniversario es una muestra fotográfica documental que presenta el jardín del Maestro en el corazón del barrio capitalino, Izgrev.

“El Maestro creó este barrio que es único en su género”, señala Galia Gerasimova. Desde 1921 reunía allí a sus seguidores. Cinco o seis años más tarde comenzaron a aparecer pequeñas barracas alrededor del salón donde Deunov daba sus conferencias. El lugar era un jardín de vides y árboles frutales done al Maestro le gustaba descansar. Cada flor transmite el amor con el cual se mantiene el lugar. Acuden al jardín todo tipo de personas: universitarios, que oran para salir bien en sus exámenes, enamorados, enfermos que buscan remedio. Toda persona se siente purificada después de haber estado allí, está contenta y alegre. No hay nadie que haya pasado por allí sin sentir algo especial”.

Cuando Deunov murió su cuerpo fue enterrado precisamente en ese jardín. En palabras de Galia Gerasimova, el lugar es como un templo en que se siente la presencia del Maestro.

“Creo que este lugar es mágico”, cuenta Sofía Zlateva, que visita el jardín con frecuencia. “Cuando voy siento una inspiración que me llena de pureza y despierta lo divino en mí. Aquí uno puede oír el silencio en su forma más pura, el ritmo de su corazón y sentir la belleza del alma. En este sitio se puede ver lo divino que lleva cada persona gracias a la energía del Maestro que es viva, pura y perfecta”. 

Versión en español por Hristina Taseva