Este caluroso día 20 de agosto en Sofía hemos sentido un especial halo helado… en el Museo Nacional de Historia Natural. Hoy la Asociación de Investigadores Jóvenes de la Antártida organiza en sus salones una Jornada Antártica como elemento de las actividades conmemorativas del 125 aniversario de este museo.
El programa de la jornada incluye conferencias interesantes sobre el mundo animal en la Antártida, los ecosistemas en el hielo, las similitudes y las diferencias entre la Antártida y el Ártico, las investigaciones realizadas por Bulgaria en el Continente Helado, etc.
Para los visitantes más pequeños se organizará un taller en el que serán premiados los mejores dibujos dedicados a los pobladores autóctonos de la Antártida: los pingüinos, las focas y las ballenas.
A las 4 PM arrancará el Casino Cristal, primero en su género, con el que los investigadores jóvenes de la Antártida se incorporarán a la celebración del Año Internacional de la Cristalografía, declarado por la UNESCO. En este casino no se harán apuestas con dinero sino con… conocimientos.
A las 8 PM el alpinista Boyan Petrov, que este año escaló con éxito tres cimas de más de 8 mil metros de altitud sobre el nivel del mar, ofrecerá un relato sobre su reciente escalada del K2.
Bulgaria ha aportado significativamente a la investigación del Continente Helado. Los investigadores búlgaros se incorporaron a la misma hace más de 25 años. Las primeras casitas de la base búlgara en la Antártida fueron construidas en 1988.
Desde 1993 y hasta la fecha cada año ha habido una expedición búlgara a la Antártida. “Es cuestión de política nacional en las relaciones exteriores y en materia de investigación científica, comentó a Radio Bulgaria Christo Pimpirev, director del Instituto Antártico de Bulgaria y director de las expediciones búlgaras al Polo Sur. Los especialistas de nuestro país son muy apreciados por la comunidad antártica mundial y participan en varios proyectos científicos internacionales. La base búlgara en la isla de Livingstone, que lleva el nombre del patrono de la universidad de Sofía, San Clemente de Ojrid, es un peculiar de centro de investigación científica en el que se trabaja sobre múltiples proyectos asociados al cambio climático”, explica el catedrático Pimpirev y agrega:
“Todos percibimos este cambio, incluso aquí, en Bulgaria, con el invierno cada vez más templado, el verano lluvioso, los cataclismos naturales que suceden. Es un cambio que nos afecta a todos. La sociedad humana es altamente tecnológica y el hombre incide en su entorno natural mediante la contaminación que causa, las centrales termoeléctricas que construye, los motores de combustión interna que utiliza, la tala de los bosques tropicales que realiza. Lo corroboran múltiples datos. Va aumentando la cantidad del bióxido de carbono en la atmósfera y va subiendo el nivel del mar. La naturaleza no puede sino reaccionar ante estos efectos de la actividad humana, y lo hace mediante fenómenos climáticos anómalos. La Antártida es un indicador para el clima. Los equipos internacionales que formamos investigadores de de EE UU, Portugal, España, Argentina, Corea del Sur y de todo el mundo estudian la forma en que va cambiando el clima en la Antártida, cómo van derritiéndose los glaciares, cómo van retirándose. Todo ello se puede ver a simple vista en la base polar. Este proceso incide en el sistema climático de todo El mundo ya que nuestro planeta es un sistema que se autorregula y del que nada funciona en forma aislada”.
Los investigadores dan la voz de alarma sobre el cambio climático y los riesgos que encierra. Lo que importa es que a la lucha por preservar la naturaleza se incorporen también los industriales y los políticos. Es preciso eliminar las producciones contaminantes del medio ambiente que inciden en la atmósfera y en el agua. “Si nos interesamos únicamente por los beneficios, provocaremos la desaparición de la humanidad”, advierte Christo Pimpirev.
Versión al español por Raina Petkova
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