Hace una semana la vice primera ministra, Ekaterina Zaharieva, advirtió que es probable que Bulgaria sea afectada por una crisis de gas similar a la ocurrida a comienzos de 2009. En aquella ocasión, a causa de las complicadas relaciones entre Moscú y Kiev, los suministros de gas ruso vía Ucrania fueron cortados en pleno invierno.
Esta semana los recelos fueron reiterados también por el ministro de Economía y Energía, Vasil Shtonov. De la gravedad del problema es indicativo el propio hecho de que se está ocupando de él un gobierno interino, designado por un par de meses con la tarea primordial de preparar las elecciones anticipadas y no para ocuparse de cuestiones estratégicas del Estado.
Más del 90% del consumo de gas natural en Bulgaria es asegurado mediante el tránsito de combustible azul ruso a través de Ucrania y, en efecto, tal y como ha advertido el ministro Shtonov, incluso si los suministros no fueran cortados sino tan solo reducidos, la situación en el país se volvería muy grave.
Por tal razón las autoridades han emprendido actuaciones urgentes para prevenir una posible crisis gasística. Se está negociando con Grecia, con la que Bulgaria ya tiene convenios para recibir gas en caso de crisis. Sin embargo, esta variante es solo paliativa porque en el supuesto de una crisis, la propia Grecia experimentaría escasez de combustible azul y t porque el precio de éste sería más alto ya que vendría de terminales de gas licuado.
Una alternativa más seria son los futuros suministros de gas azerí por conducto del llamado Corredor Sur del gas. Bulgaria cuenta ya con un contrato con Azerbaiyán para la importación anual del mil millones de metros cúbicos de gas procedente del yacimiento Shah Deniz, a partir del año 2020. La construcción del correspondiente tubo, sin embargo, comenzó la semana pasada, y todavía no han sido construidas las interconexiones de Bulgaria con Turquía y Grecia, que son elemento de ese gasoducto.
La alternativa de suministros de gas azerí no es inminente pero, así y todo, Sofía se esfuerza por acelerar su materialización. Es prueba de ello el memorando firmado la semana pasada entre la compañía estatal de gas azerí, SOCAR, y la Bulgartransgaz, en virtud del cual Bulgaria comenzaría a importar gas azerí ya desde 2016, en volúmenes del orden de 200 a 300 millones de metros cúbicos al año. En cuanto empiecen a correr grandes cantidades de gas a través del South Stream, Bulgaria podría exportar combustible azul a los países nórdicos vía Rumania y Serbia, y podría exportarlo incluso a la propia Ucrania, por la que hoy por hoy pasa el gas ruso que importa.
Los pronósticos de la Bulgartransgaz hacen ver que el año entrante este país extraerá 800 millones de metros cúbicos de gas propio, y en 2016 llegará a los 1.300 millones de metros cúbicos, cantidad que cubriría alrededor del 30% del consumo macional, a un precio más bajo en 30% que el del gas ruso.
Las perspectivas de diversificar los suministros de gas a mediano plazo puede que generen optimismo, pero a fecha de hoy la única alternativa real a los suministros de Rusia son los de gas más caro vía Grecia y el aprovechamiento de las reservas nacionales relativamente escasas del yacimiento de Chiren. Una posible crisis del gas, conjugada con una crisis económica en el invierno que se avecina, perfila ante Bulgaria una perspectiva poco alentadora.
Versión al español por Raina Petkova
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