Gueorgui Pantaleev es estudiante de cuarto año en la carrera de Pedagogía Especial en la Universidad “San Clemente de Ojrid”, de Sofía. Optó por esta carrera por sentir deseos de trabajar como maestro en la orientación y la movilidad de menores de edad con deficiencias en la visión. Él mismo tiene una visión reducida al 10 % de la normal pero esto no es óbice para que vaya tras sus sueños y actúe con positivismo. ”Mi visión es de un porcentaje muy bajo pero procuro aprovecharla al máximo y mucha gente se cree que tengo una visión normal. Sin embargo esto no es así”, dice el joven. Gueorgui es del interior de Bulgaria, de la meridional ciudad de Nova Zagora, y hasta el cuarto grado de la primaria estudió en una escuela local normal. ”Estaba constantemente rodeado de personas que tenían una visión perfecta y procuraba ser como ellas, ya que, si eres diferente, la gente en Bulgaria te acepta más difícilmente”, reconoce. Llegó a Sofía hace una decena de años porque sólo en esta capital y en Varna existen escuelas especializadas para alumnos invidentes. Gueorgui es uno de los pocos jóvenes con deficiencias físicas que se han atrevido a continuar sus estudios en una universidad. No es que sean unos jóvenes sin capacidades, sino porque se enfrentan a multitud de problemas.“Soy una persona de ánimo positivista y no me fijo demasiado en ellos, pero los problema son bastantes. Por ejemplo, en el edificio de la universidad si no ando acompañado por una persona que tiene la vista normal, me cuesta mucho localizar el respectivo aula. Para los estudiantes como yo es más cómodo disponer de libros de texto en versión electrónica pero la mayoría de los profesores se oponen diciendo: ”Si son en versión electrónica se divulgarán en la Red y nadie se comprará la variante impresa en papel”. Muchos de los libros de texto, casi todos, sólo se ofrecen en papel. Tengo que comprarlos pero no me sirven para maldita cosa, sólo se quedan apilando polvo en casa. Me lleva bastante tiempo leer una página armado de mi lupa que es el instrumento que empleo en la lectura. No soy capaz de leer más de una página porque mis ojos se cansan rápido. Para colmo, tengo astigmatismo, los ojos “me juegan” y la lectura se me hace aún más ardua”. Pese a las dificultades con que se enfrenta a diario, Gueorgui es un joven ambicioso que no deja de ir adelante, movido por su afán de ayudarle a la gente: “Lo que quiero es sentirme útil para alguien y creo que la profesión que he escogido es una óptima variante”. Ha decidido quedarse a vivir y a trabajar en Bulgaria pese a lo que ello le vaya a costar y lo difícil que le vaya a resultar. ”En Bulgaria está todo lo más entrañable para mí”. Según Gueorgui, muchos de los búlgaros están dispuestos a socorrer en caso de necesidad a personas con deficiencias pero ignoran cómo deben reaccionar en determinada situación.
El Club de las Abuelas Guay está formado por personas que no sienten miedo a tender una mano para socorrer a uno. Sus integrantes son ganadoras del premio “Mistress Abuela” de Bulgaria. ”Hemos decidido que, aparte de llevar nuestras coronas, somos capaces de hacer mucho más y ser de utilidad en alguna forma y por esto hemos creado el club”, explica Tatiana Traikova, ganadora del premio en 2013 y agrega: “Al comienzo, cuando creamos nuestra fundación nos centramos en atender niños de parálisis cerebral, a los cuales lográbamos ofrecer asistencia. El año pasado llegó a vernos Kris, de la fundación “Fuerza para la vida”. Decidimos aunar nuestros esfuerzos y ayudarles a estudiantes universitarios con deficiencias físicas, ya que las atenciones que el Estado les brinda a esas personas concluyen al terminar éstas su educación preuniversitaria. A esos jóvenes es cuesta luego encontrar su realización, y les falta una pizca de valor para seguir estudiando. Por esto nos orientamos a menores de edad en situación social desaventajada y con deficiencias físicas. Esos jóvenes disponen de un gran potencial, son suficientemente inteligentes, muy ambiciosos, además, no hay ningún problema ante la posibilidad de continuar sus estudios en una universidad. Lo que pasa es que afrontan numerosas trabas”.
En el pasado año académico, las Abuelas Guay han apoyado a 12 jóvenes y este año éstos ya suman 16. Para respaldarlos organizan iniciativas de beneficencia y en este sentido organizaron muy recientemente un concierto. Los recursos recaudados de la venta de entradas se emplearán en la adquisición de diferentes dispositivos como dictáfonos, ordenadores etc., en función de las necesidades individuales de los estudiantes. La mayoría de éstos cursan la carrera de pedagogía Especial y uno de ellos es Gueorgui al que nos hemos referido en este material. También hay estudiantes de medicina, como también algunos que se forman en la Academia de Arte Musical, Dancístico y Plástico en Plovdiv. Hay entre los jóvenes, respaldados por el Club de las Abuelas Guay, un joven que ha participado en los Juegos Paralímpicos, quien cursa estudios en la Academia Nacional de Deportes y su deseo es instruir a futuros atletas paralímpicos. Uno de los donadores del club comprará un escáner que las abuelas donarán a la sala de lectura especial para invidentes, de la Universidad “San Clemente de Ojrid”, de Sofía. El Club de las Abuelas Guay también se ha planteado el objetivo de habilitar una biblioteca virtual dotada de obras de carácter científico y de libros de texto para estudiantes universitarios invidentes.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Cortesía del Club de las Abuelas Guay
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