Elaborado a lo largo de varios años, el Tratado de Libre Comercio Unión Europea - Estados Unidos, raras veces ha sido objeto de discusión pública en Bulgaria. La viceprimera ministra Meglena Kuneva se apresuró en señalar que Bulgaria apoya el Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e Inversión en una de las pocas iniciativas dedicadas al tema, una conferencia organizada por la Cámara de Comercio de EEUU en Bulgaria. Y mientras en Bulgaria, casi no se habla de los beneficios y de los riesgos de este acuerdo, el sector no gubernamental de Europa Occidental da la voz de alarma tiempo ha por los escollos que encierra para los altos estándares establecidos en la UE.
“Vendrá un día en el que veremos estos dos grupos inmensos, los Estados Unidos de América y los Estados Unidos de Europa, situados uno en frente del otro, tendiéndose la mano sobre los mares, intercambiando sus productos, su comercio, su industria, sus artes, sus genios… y esto no sucederá dentro de 400 años porque vivimos en tiempos dinámicos”. Son las palabras perspicaces del escritor francés, Victor Hugo, pronunciadas en su famoso discurso en el Congreso Internacional de la Paz, que tuvo lugar en París en 1849. Parece que ha llegado la época soñada por él.
Las negociaciones entre EEUU y la UE sobre la asociación de comercio e inversión, y la creación de un mercado libre entre las dos orillas del Atlántico han entrado en su fase decisiva. En la recta final se han activado los pro y los contra del Acuerdo.
En su primer discurso, el nuevo presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, definió el documento como la llave para la profundización de las relaciones entre la UE y EEUU. Mientras tanto, a los opositores del tratado del sector no gubernamental se han sumado también políticos.
No hace mucho, la ministra de Medio Ambiente alemana, Barbara Hendricks, se declaró contraria a la posibilidad prevista de que las compañías que opinen que determinados países introducen normas en su perjuicio se dirijan a tribunales de arbitraje. “Esto significaría que las grandes corporaciones podrán defender sus intereses, no obstante las legislación nacional de los países miembros de la UE y, encima, sin ningún control democrático”. En una conferencia celebrada en Sofía y dedicada al Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e Inversión, la viceprimera ministra búlgara, Meglena Kuneva, procuró disipar las dudas.
“Antes de nada es importante saber que en las negociaciones participan todos los países comunitarios y que el acuerdo será aprobado por el Consejo de la UE, es decir, por todos los países miembros. Los ciudadanos búlgaros pueden estar tranquilos que al Gobierno no se le impondrá nada sin que el haya participado activamente en el proceso. Ni Bulgaria, ni la UE renunciarán a sus altos estándares de seguridad, salud, protección ambiental y de los usuarios. Tenemos un concepto diferente del de nuestros amigos norteamericanos en cuanto a los Organismos Genéticamente Modificados y la clonación de animales, que no son parte del acuerdo. Sin embargo, forman parte de las negociaciones aquellas tarifas en la agricultura que convierten en muy desventajosa la exportación de algunos productos agrarios europeos a EEUU. En cuanto a los OGM seguirá funcionando la legislación actual, según la cual cada Estado decide si admitirlos en su mercado o no”.
Meglena Kuneva esbozó las esferas más sensibles que generan preocupación en los ciudadanos europeos. Sin embargo, en estas negociaciones, Bulgaria, hace hincapié en otro tema. Según Bozhidar Lukarski, ministro de Economía búlgaro, un importante objetivo para Sofía es lograr facilidades para la pequeña y mediana empresa, que experimenta importantes dificultades al salir a mercados extranjeros.
“Para Bulgaria el acceso libre a mercados de terceros países, fuera de la UE y las inversiones extranjeras directas son de importancia clave para lograr un crecimiento sostenible. Son especialmente importantes las condiciones que se crearán para las pequeñas y medianas empresas que son la columna vertebral de la economía europea y deberían serlo para la economía búlgara también y desempeñar un papel decisivo para la recuperación de la economía nacional”.
En la conferencia, celebrada en la capital búlgara, Lukarski habló de la importancia económica que tendrá el tratado de libre comercio. Sin embargo, el documento tiene también una dimensión política. No en último lugar, el Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e Inversión tiene por objetivo que EEUU y la UE, sean capaces de resistir a la fuerte competencia, tanto en lo económico, como en lo político, de los países BRIC (Brasil, Rusia, India, China). Por otra parte, del Acuerdo todavía se habla en futuro y posiblemente las negociaciones no terminen pronto. Según lo planificado, el documento debería ser firmado a finales de 2015, sin embargo, es poco probable que EEUU asuma el riesgo de suscribirlo en vísperas de las elecciones presidenciales de 2016.
Versión en español por Vesela Petrova
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