Además de ser una popular estación de esquí, en los últimos años la ciudad de Bansko se desarrolla como centro turístico de verano. Dispone de museos muy interesantes que funcionan durante todo el año y que revelan aspectos importantes de la historia y la cultura de esta villa situada a los pies del monte Pirin, en el suroeste de Bulgaria.
“La población ha dado al país una serie de grandes personalidades: en el siglo ХVIII, a Paisíy de Jilendar, en el XIX, a Neofit Rilski, y en el XX, al gran poeta Nikola Vaptzárov” –dice Svetla Baryákova, directora de Museos de Bansko. Comenta, además, que la primera exposición museística en la ciudad fue inaugurada en 1952, cuando se cumplieron diez años del fusilamiento de Nikola Vaptzárov. Con este motivo en la casa familiar del poeta fue mostrada una parte de su archivo personal que recrea la atmósfera de su infancia. Fotos, facsímiles y objetos del artista hablan del entorno en que se formó en sus primeros años. Una serie de documentos y recuerdos de quienes le conocieron están dedicados asimismo a su actividad antifascista, por la que fue condenado y fusilado a los 33 años de edad. En el museo de Vaptzárov se exhibe la primera edición de su poemario Canciones del motor, el único editado en vida del vate. El edificio se ubica en el centro de la ciudad. Junto con el Ayuntamiento y la Casa de Cultura, que lleva el nombre de Nikola Vaptzárov, forma parte del diseño de la plaza.
“Desde la inauguración del museo se han ido sucediendo varias exposiciones –dice Svetla Baryákova–. La última es producto del trabajo del director cinematográfico Valo Rádev. Mediante medios modernos se muestran momentos de la vida y la obra de Nikola Vaptzárov, su relación con Bansko. Tras visionar la exposición, los visitantes están emocionados; obviamente les llega al alma. Por lo general, al llegar a la villa este es el primer museo en que entran los turistas, muchos de ellos jóvenes búlgaros. No es menor el número de los extranjeros. El museo del poeta, uno de los símbolos de Bansko, es visitado anualmente por más de 45 000 personas. Desde su fundación hasta la fecha ha acogido a más de tres millones y medio de personas”.
La parte más importante de los objetos en la exposición están aportados por la madre de Vaptzárov, la abuela Elena, como la llamaban cariñosamente todos. Mujer inteligente y de buena formación para la época –se graduó por el Colegio Americano de la ciudad de Sámokov– fue la auténtica personificación del estoicismo y la fuerza espiritual. Crió a sus hijos con rigor y mucho amor. En su edad temprana los acunó con Los cuentos de Hoffmann, los animó a leer, desarrolló sus dones. Cuando su hijo, Nikola, fue admitido en la Escuela de Ingeniería Marítima de Varna e iba a ausentarse por mucho tiempo del hogar, le regaló una pequeña libreta en cuya primera página escribió: “Sé fuerte y valeroso. No dejes que nada mundano haga derrumbar los cimientos de tu carácter que, confío, son buenos. Tu madre, Elena Vaptzárova. 27 de julio de 1926”.
“La abuela Elena participó en el establecimiento del museo –prosigue Svetla Baryákova– . Cuando iniciaron las obras de reforma de la casa, construyeron un edificio independiente para ella en que se alojó a vivir. Trabajó aquí hasta su muerte. Como madre, lo puso todo en el museo dedicado a su hijo. La hermana de Vaptzárov, Rayna, también fue guía del museo durante muchos años, casi hasta sus últimos días”.
En varias salas está recreado el modo de vidade la familia: la elaboración de tejidos caseros, el salón elegantemente arreglado, la habitación en que se reunían por las noches.
Un espacio separado está dedicado a los recuerdos de la infancia del vate, a sus canciones favoritas. De las fotografías y el texto al pie de éstas el visitante se puede enterar, por ejemplo, de una amiga de la abuela Elena, alegre y de voz fuerte, que solía entonar hermosas canciones de la zona de Bansko mientras Nikola la escuchaba con la respiración contenida. Aquí está, asimismo, la mandolina que él tocaba en la orquesta de la escuela.
Una de las personalidades que influyeron en la formación de Nikola Vaptzárov fue el poeta egregio Peyo Yávorov, amigo cercano de su padre. Breves documentales narran en varios idiomas momentos de la corta vida de Vaptzárov. Es muy fuerte el relato de su madre sobre el último encuentro que tuvieron antes de que fuera fusilado. En el museo está exhibido también el Premio Honorífico del Consejo Mundial de la Paz concedido póstumamente al poeta en 1952.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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