El 1 de marzo es una de las fechas más entrañables del calendario de festividades de los búlgaros. Es el día que marca la aproximación de la primavera y es motivo para que familiares y amigos intercambien mártenitsa, un amuleto tradicional de hilos blancos y rojos entrelazados. En este día la vestimenta invernal oscura de jóvenes y adultos en Bulgaria se ve alegrada por el blanco y el rojo, los contrastantes colores de la mártenitsa, que simboliza la esperanza de buena salud y alegría.
La mártenitsa es también un signo de veneración a la Abuela Marta, antiguo personaje de la mitología pagana que ha conservado su encanto hasta nuestros días. En la noción tradicional la Abuela Marta es asociada al principio femenino, por sus repentinos cambios de estado anímico y también por su capacidad de insuflar vida a la naturaleza que hasta su llegada ha estado sumida en un profundo sueño invernal.
El 1 de marzo es considerado el linde entre el invierno y la primavera, y se interpreta simbólicamente como una transición de la muerte hacia la vida, de la esterilidad a la fertilidad, la fecundidad y el nacimiento de la nueva vida. Por tal motivo, esta fecha es considerada un momento apropiado para hacer augurios de fuerte salud, bienestar, amor y matrimonio.
Antaño la mártenitsa era elaborada de lana o algodón de colores rojo y blanco, aunque en algunos sitios se combinaban el azul y el blanco para elaborar el amuleto para varoncitos y el azul y el rojo, concretamente en las regiones de Sofía y Melnik. En la zona del macizo Ródope, la mártenitsa blanquirroja es adornada con hilos de diferentes colores. Con frecuencia en los dos extremos de los hilos de lana blancos y rojos entrelazados se amarran dos figurillas: una masculina y otra femenina, llamadas Pizho y Penda.
En la actualidad, la mártenitsa se suele llevar prendida de la ropa, amarrada a la muñeca o bien en forma de collar. En el pasado, sin embargo, se solía amarrar también a los dedos de la mano o del pie, o bien, al codo, o se escondía en la manga, debajo de la faja en la cintura, etc..
La tradición mandaba que las mártenitsas fueran elaboradas por mujeres mayores, pero en algunas zonas las jóvenes las entrelazaban con gran imaginación para obsequiarlas a sus enamorados como un regalo de amor. Se solía amarrar una mártenitsas también al cuerno, las pesuñas u otras partes del cuerpo de los animales domésticos, para protegerlos de enfermedades y asegurar su reproducción durante el año.
El blanco y rojo de la mártenitsa se interpretan habitualmente como símbolo de los principios femenino y masculino, de lo pasivo y lo activo, de la pureza y la fuerza vital. Ambos colores, con este mismo simbolismo, están presentes también en los ritos de boda tradicionales. En muchos sitios, al entrar en su nueva morada, los recién casados seguían un hilo rojo, o una mártenitsa tendida en el suelo.
El blanco y el rojo se podían ver entrelazados también en la vestimenta de los novios. Antaño la novia llevaba un velo de color rojo en la cabeza y un delantal blanco atado a la cintura, mientras que el novio tenía una faja roja en la cintura y un pañuelo blanco prendido en el mecho.
Versión en español por Raina Petkova
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