A finales de abril, el caso del bebé recién nacido que fue maltratado por una partera en un hospital de la capital, provocó la ira de mucha gente y cuando empezó a desenredarse el caso, salió a flote la fea imagen del día a día de las personas que trabajan en los hospitales en Bulgaria: escasez de médicos y de enfermeras, demasiado trabajo, estrés permanente, baja remuneración y falta de motivación de las personas jóvenes para que se queden a trabajar en Bulgaria.
Según indican datos de la Unión de Médicos de Bulgaria, cada año, unos 600 especialistas jóvenes abandonan el país para irse a trabajar al extranjero, porque allí recibirán sueldos más altos y trabajarán en mejores condiciones. En 2009 en Bulgaria fueron registrados 35 mil médicos, aproximadamente, hoy en días son menos de 28 mil. Además, menos del 5 % de los médicos practicantes en Bulgaria tienen una edad inferior a los 35 años, y uno de cada cuatro tiene 60 o más.
Para el doctor, Anatoli Mitov, del hospital de la ciudad de Pernik, la estadística árida es algo cotidiano. “En el hospital trabajan 127 médicos, hace años que tenemos 10 vacantes” – dice el Dr. Mitov -. Esto, definitivamente, es un obstáculo para el buen funcionamiento del hospital. Nos vemos obligados a pagar trabajo adicional debido a estas vacantes. Esto por otra parte, aumenta los gastos, lo que no es bueno para la clínica. Muchos de los hospitales municipales tienen problemas similares”.
El Dr, Mitov, de 53 años, es de la generación de búlgaros que vivieron los cambios políticos de 1989 con entusiasmo. Hoy, son uno de los más decepcionados de la transición. Él es uno de los pocos que se ha quedado en Bulgaria esperando que el sistema de sanidad se reformaría rápidamente y empezaría a funcionar como una máquina bien mantenida. En vano…De la misma manera razonan los médicos jóvenes que se van a Europa Occidental, algunos antes de haber terminado sus estudios en Bulgaria. Allí, las condiciones de trabajo y las posibilidades de hacer carrera son mucho mejores que en nuestro país. La falta de médicos es muy sensible en el Centro de Urgencias. En una ciudad como Sofía, donde viven millones de personas, debería haber 60 equipos. En estos momentos hay apenas 23.
¿Cómo influye esto en el trabajo de Urgencias? El director de Urgencias de la capital, Dr. Gueorgui Guelev, responde: “La falta de médicos se está dando desde el inicio de la transición” – considera el Dr. Guelev -. Durante los años, paulatinamente, empezó a disminuir el número de los médicos por muchas razones objetivas y subjetivas. Cunado Bulgaria se adhirió a la UE y se abrieron las puertas para nuestros médicos, una gran parte de ellos empezó a salir del país. Primero se fueron aquellos que dominan idiomas. Desde 2007 hasta hoy del Centro de Urgencias en Sofía se han ido unos 30 o 40 médicos para trabajar en Occidente”.
Como resultado, los equipos de Urgencias en Sofía atienden unas 15 llamadas por turno, siendo la norma, la mitad. Por supuesto que esto repercute en su trabajo. La carga que deben llevar estos médicos es enorme, el estrés es difícil de soportar. Una gran parte de los médicos y de las enfermeras padecen de enfermedades crónicas provocadas por el trabajo. “Debemos agregar también que muchos se ven obligados a tener dos trabajos para mejorar sus ingresos” – agrega la Dra. Desislava Katalieva, presidenta de la Asociación nacional de trabajadores del Centro de Urgencias. Hace poco, el sindicato organizó una protesta contra las condiciones de trabajo, provocada por una serie de agresiones a médicos por demoras de los equipos.
“La agresión revela las enfermedades de las que padece toda nuestra sanidad” – comenta la Dra. Katelieva -. La sanidad en los últimos 15 años, por desgracia, fue reformada parcialmente. Resultó un sistema que, hasta cierto punto, se ajusta a los requisitos de la economía de mercado y, por otro lado, sigue siendo el mismo sistema, financiado por el Estado. Desgraciadamente, esta situación perjudica a la gente que trabaja en el sistema de sanidad y a las personas que esperan de éste atención médica”.
Versión en español por Ludmila Sávova
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