La semana pasada salieron los resultados de los dos exámenes más importantes de la educación secundaria en Bulgaria - la evaluación externa nacional después de los exámenes de séptimo grado y los exámenes de fin de estudios. Los resultados son motivo de reflexión sobre el nivel de la educación escolar en el país. Porque tanto el número récord de notas “insuficiente” que ha habido en Matemáticas en séptimo grado, como la incapacidad de los alumnos para contestar a preguntas de respuesta abierta justificadas son las principales conclusiones de los exámenes. Los resultados de los graduados no son tan pésimos, aunque el Ministerio de Educación informó de un peor rendimiento del examen obligatorio de Lengua Búlgara y Literatura en comparación con el año pasado.
Los resultados de ambas pruebas fueron anunciados la misma semana en que la Academia Búlgara de Ciencias premió a cinco alumnos que ganaron otro prestigioso concurso de ciencia pre-universitaria en EE.UU. Se sabe que los estudiantes búlgaros realizaron brillantemente las olimpiadas de matemáticas, física, química y otros. Pero parece que son una excepción, ya que este año uno de cada cuatro estudiantes de séptimo grado, de los más de 110.000 que hay, sacó notas muy bajas en la evaluación externa nacional.
María Amzina lleva años organizando cursos de preparación para los exámenes después de séptimo grado y fin de estudios, y tiene su propio punto de vista respecto a los estudiantes de diferentes escuelas. Según ella, los resultados eran de esperar, porque no se comprueban las habilidades sociales y vitales de los niños, y los métodos de enseñanza anticuados en las escuelas disuaden a los alumnos.
“Se exige un alto grado de alfabetización, tanto oral como escrita. Me atrevo a decir que nuestros niños no tienen ese nivel. No saben expresarse por escrito y no son capaces de expresarse verbalmente. Y puesto que el proceso de aprendizaje se centra en el formato del examen, los profesores se ven obligados a cumplir con todos los requisitos y, literalmente, entrenar a los niños. Pero ellos sienten que non les aporta nada y aprenden sólo para poder hacer los exámenes”.
Al presentar los resultados, el Ministerio de Educación expresó su intención de cambiar el formato del examen, pero no se comprometió en cuanto a plazos. Mientras tanto, el examen después de séptimo grado se mantendrá como hasta ahora, manteniendo el estrés de padres y alumnos. La razón es que los resultados de la evaluación externa nacional se utilizan para la admisión en las escuelas secundarias especializadas, donde la competencia es grande. Y aunque la prueba verifica los conocimientos adquiridos en la escuela, alumnos de séptimo grado acuden en masa a clases particulares.
“Los padres en Bulgaria se aseguran de no perderse este momento tan crucial para el niño, porque es la única posibilidad de que entre en una buena escuela, y de ello depende a menudo su realización personal” - explica Daniela, madre de un alumno de séptimo grado -. “No veo nada malo en ello, pero me preocupa que este examen se hace sólo una vez, que antes de eso en todo el proceso educativo no se observa el desarrollo del niño. El objetivo principal de la escuela debe ser que los niños tengan igualdad de condiciones desde el principio. Y eso en Bulgaria por desgracia no es así”.
Diversas encuestas entre los estudiantes demuestran que ellos no sienten que lo que aprenden en el colegio sea necesario para ponerlo en práctica en la vida. Las grandes empolladas para los exámenes son en realidad una bomba de relojería: los estudiantes sólo quieren memorizar conocimientos, para olvidarlos después del examen. Por lo tanto, en la práctica la escuela produce personas que no piensan por sí mismas y sólo puede cumplir bajas expectativas. Por eso Maria Amaina cree que la escuela búlgara debe introducir cuanto antes exámenes según el modelo del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), desarrollado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). “Estas pruebas están orientadas a que nuestros hijos estén funcionalmente alfabetizados, porque las personas alfabetizadas son difíciles de manipular" - dice Amzina, pero eso es sólo una parte de su fórmula para el éxito -.
“Tenemos que cambiar por completo la forma de trabajar con los niños para que tengan interés, es decir, hay que estimular su curiosidad. El papel del profesor es fundamental. Este es el espíritu vivo que puede mirar a un niño a los ojos, que puede sentir su talento. Todos los niños necesitan un entorno de apoyo y estímulo. Ahora les damos a los niños todo masticado, es hora de que los preparemos”.
Estas declaraciones de María Amzina, desgraciadamente, las confirman las estadísticas recientemente publicadas, según las cuales, Bulgaria es el país con más jóvenes que ni estudian ni trabajan.
Versión en español por Marta Ros
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