Algunas personas posiblemente hayan oído sobre una calle en Sofía que lleva este nombre. Otras, tal vez hayan ido al estadio de la ciudad de Silistra, o bien, a la escuela de la ciudad de Ruse que ostentan este nombre.
El suizo Louis Eyer llegó a Sofía en 1894, invitado por el ministro búlgaro de Educación, con el propósito de sentar las bases de la educación física en Bulgaria, país que pocos años antes había logrado su liberación del dominio otomano. Louis Eyer iba acompañado de una decena de compatriotas suyos, entre gimnastas y pedagogos deportivos. Fueron implementados en el país deportes hasta aquel momento desconocidos en Bulgaria como el tiro al blanco, el atletismo, el fútbol, el boxeo. Louis Eyer adquirió con recursos propios implementos deportivos de Suiza. Los primeros guantes de boxeo y la pelota de cuerno para el fútbol vinieron a Bulgaria precisamente de ese país.
Además de formar en los jóvenes de Bulgaria un espíritu deportivo Louis Eyer les enseñaba patriotismo. Cuando en 1912 estalló la Guerra Balcánica, Eyer comenzó personalmente a reclutar voluntarios en la ciudad de Ruse. “No me es extraño nada de lo que se relaciona con los hábitos, las costumbres y la aspiración de este país”, confesó Louis Eyer y consideró como deber suyo su participación en la defensa de su “segunda patria”, como solía llamar Bulgaria él mismo.
En la Guerra Interaliada, año 1913, Louis Eyer participó como uno de los mandos de las tropas búlgaras. Por el heroísmo del que hizo gala en los combates fue promocionado a un grado de oficial, lugarteniente segundo y en dos ocasiones le fue otorgada la Cruz a la Valentía.
Al término de la guerra y aprovechando su autoridad de personalidad deportiva conocida en toda Europa, Louis Eyer editó en lengua francesa el libro “Pro Bulgaria”, en el cual estigmatizaba la campaña anti búlgara desplegada por la prensa y la diplomacia de Occidente. El autor donó todos los ingresos por los ejemplares vendidos en Bulgaria a los veteranos búlgaros de las guerras. Cuando Bulgaria se incorporó a la Primera Guerra Mundial, el valeroso suizo, aunque con 50 abriles a cuestas, se alistó como oficial voluntario para combatir al lado de los búlgaros. Era la última prueba de la gran entrega de Louis Eyer a la causa de Bulgaria, ya que éste perdería la vida en los combates librados en las afueras de la ciudad de Doyran.
Hace unos días en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Bulgaria se organizó una ceremonia de entrega de objetos personales de este profesor y personalidad pública búlgaro y suizo. ¿Cómo se ha llegado a la organización de esta conmovedora ceremonia? Meglena Plugchieva, embajadora de la República de Bulgaria en la Confederación Helvética y en el principado de Liechtenstein señala:
Probablemente algunos de Vds. hayan visto un documental búlgaro extraordinario dedicado a este héroe. Su título es “El suizo de corazón búlgaro” y sus autores son un equipo del sitio electrónico “Historia búlgara”, integrado por Mario Mishev e Ivaylo Kanchev. Hace un año, la cinta fue exhibida en la embajada búlgara en Berna ante las dos comunidades. Fue entonces cuando establecimos contacto con el nieto, de 78 años, de Louis Eyer, quien lleva el nombre de su abuelo. Él resolvió hacer una donación al Estado búlgaro y así, un año después, estoy autorizada de entregar estos objetos al Museo Nacional de Historia Militar y al Museo del Deporte, de Sofía.
Asistió a la ceremonia también Denis Knobel, embajador de la Confederación Helvética en Bulgaria quien expresó en exclusiva para Radio Bulgaria lo siguiente:
Se trata de una prueba tanto por parte de la familia de Louis Eyer como por parte de Suiza de que Louis Eyer es un símbolo y un ejemplo de los valiosos contactos y relaciones bilaterales, independientemente de los años. Tales momentos históricos contribuyen al desarrollo de los lazos políticos , económicos y culturales entre Bulgaria y Suiza.
Ojalá los búlgaros podamos sacar una enseñanza cabal de esta lección de patriotismo. Si lo conseguimos, la muerte de Louis Eyer no habrá sido en vano.
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