Los búlgaros nacidos antes de los cambios democráticos iniciados en el país en 1989 recuerdan las placas de esmalte con consignas, colgadas en las calles y los talleres de producción en la época del socialismo. Lo mismo que hoy en día, también entonces la mayoría de aquellas consignas sonaban hilarante debido a su doble sentido: “Un enlace defectuoso es catastrófico para toda la colectividad”, “¡Los dignos comunistas, todos juntos bajo la tierra! Minas Pernik”, etc.
Estos letreros emblemáticos han inspirado a más de un coleccionista; y cuando la pasión de coleccionarlos se combina con la profesión del historiador, el resultado puede ser inesperado: una exposición en un pajar. Precisamente en un sitio como ese ha colgado su acopio de letreros Plamen Sábev, director del Museo de Historia de Pópovo, un pueblo próximo a la capital.
Tengo interés por todo lo que se va y que acaba en la basura –dice– , inclusive cuando se trata del espíritu de aquella época, que ha engendrado muchas prohibiciones buscando la forma de inculcárselas en la cabeza de la gente. Mi filosofía es diferente: a la gente no hay que instruirla con advertencias, decirle a cada paso adónde ir, si a la derecha o a la izquierda. Sin embargo, los tiempos son así, y es necesario conservarlos, incluso a través de las consignas.
Si los letreros pueden ser una especie de testimonio de los tiempos pasados, ¿cómo los descifrarían las personas después de un milenio, por ejemplo?
En todos los casos sería un recuerdo de un tiempo uniformado –aventura Plamen Sábev– . Además, sin inclinarme por la ficción, supongo que llegarán los tiempos del orden, la norma, el marco. Ahora no hay consignas pero coleccionamos las de antaño y recordamos con nostalgia aquellos tiempos, lo que tampoco es digno de elogio.
El letrero que a Plamen Sábev le gustaría tener en su colección, por el significado implícito y la ambigüedad, producto de alguna mente no tan lúcida de algún funcionario político, reza: “La Milicia Popular (como se le llamaba a la época a la Policía) es el corazón zumbante del Partido”.
A diferencia de aquel “antes”, “los tiempos nuevos” que llegaron tras la caída del totalitarismo, no engendraron consignas originales, únicamente copiaron la tecnología de las antiguas, comparte sus observaciones el historiador. A pesar de ser fabricadas de esmalte y de tener la apariencia de las originales, estas placas no son auténticas. “Bajo el capitalismo, el hombre explota al hombre, bajo el socialismo es justo al contrario”; imitaciones como esta abundan en Internet.
Placas auténticas aún se pueden encontrar en los puntos de acopio de materias primas residuales o junto a edificios que se desmoronan. Y si son regalo de un amigo, entonces surgen los recuerdos, dice Plamen Sábev, para quien la historia de un hallazgo es más valiosa que el hallazgo en sí, y promete que algún día donará su colección al museo.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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