Usan guantes blancos y a sus suaves movimientos obedece incluso el hombre más intransigente. No puede ser de otra manera ya que alrededor de la mesa de juego son las damas las que dictan las reglas mientras millones de miradas observan las incidencias del juego en las pantallas de televisión. Los virtuosos del juego, palo en mano son realmente capaces de granjearse numerosísimos admirados del mundo entero pero a la sombra de su aureola están las hermosas Temis.

Con el snooker en el siglo XIX se entretenían los súbditos de la corona británica y así , en La India, por ejemplo, los oficiales de Su Majestad la Reina se pasaban horas enteras en las mesas de juego. Posteriormente se enamoraron de esta modalidad de billar británico los trabajadores de Inglaterra. Actualmente se trata de un juego practicado en toda Europa pero también en China, Tailandia y otros muchos países asiáticos.

Pero ¿cuánto tiempo le llevaría a uno para poderse enamorar de este deporte? Resulta que una treintena de segundos bastan, o sea unos 8 o 9 parpadeos. Fue el tiempo justo que Proletina Velichkova necesitó para tomar conciencia de que el snooker se convertiría en parte indisoluble de su vida. Fue algo parecido a un flechazo de amor, dice ella recordando el momento en que iba cambiando de canales en su televisor y por casualidad se topó con uno por el que se transmitía una partida de snooker, y encima , mayúscula ya que participaba nada menos que Ronnie O´ Sullivan. Así , medio en broma , medio en serio Proletina decidió acceder algún día a ser parte de este mundo pero en su calidad de árbitro.

En un principio me relacioné con nuestra asociación y comencé a presenciar torneos en los que los árbitros me fueron ofreciendo formación. Ejercí de árbitro unos 6 meses únicamente en Bulgaria y luego me formé en un curso internacional, dice Proletina.

Hoy esta chica , de 25 años de edad forma parte de la elite mundial y tiene abiertas ante sí las puertas de los torneos más prestigiosos en el mundo. Una de las cualidades indispensables para los árbitros de snooker es la paciencia y en este sentido Proletina disipa la ilusión y desmonta el mito de que se trata de un juego aburrido y estático que dura horas seguidas:

Las reglas son bastante complicadas y si uno se pone a mirar sin entender, realmente no será capaz de apreciar el propio juego. De manera que hace falta conocer bien las reglas y cuando uno se dé cuenta de lo que ocurre podrá sentir asimismo el dramatismo del juego.

En Bulgaria ya se están organizando con gran éxito torneos prestigiosos de snooker, deporte que se vuelve cada vez más popular y con jugadores cada vez mejores. Posiblemente lo que más tiempo vayan a recordar los aficionados a este juego sean las dos partidas de exhibición con Ronnie O´ Sullivan. La árbitro búlgara, que hacía la puntuación en las mismas las recuerda como las más emocionantes en su vida.

El snooker es un juego que descuella por su espíritu ceremonial: la ropa es elegante, los modales comedidos y reina el silencio. Es, en resumen , un juego para caballeros:

No, no se trata de un cliché, accede Proletina. Los jugadores profesionales se comportan de veras como unos caballeros. Reconocer una falta, comportarse positivamente con respecto al árbitro, los aficionados y el público son cosas normales. Son muy raros los casos de los actos impropios de un caballero.

La hermosa búlgara se siente, en la compañía de tantos caballeros, respetada y consciente del peso que tienen sus puntuaciones. Últimamente aumenta el número de las damas que entran en el mundo masculino de este deporte y esto no sólo es resultado de los nuevos torneos. Simplemente hemos decidido atrevernos, dice Proletina. Como una verdadera profesional es capaz de concentrarse y resistir no sólo psíquica sino también físicamente la tensión y las largas horas de las partidas. En ocasiones actúa como jugadora pero prefiere su labor de árbitro. Además del inglés, por el juego, ha tenido que aprender noruego y sueco. A estas alturas está a punto de concluir un programa máster de semiótica, lengua y publicidad en la Universidad “San Clemente de Ohrid” de Sofía.