En 1847, en Gábrovo, las personalidades ilustres de esta ciudad en el centro de Bulgaria, encabezadas por el destacado comerciante, escritor y donante Vasil Aprilov, se reunieron en el patio de la iglesia de la Santa Trinidad para recaudar fondos para la construcción de la primera escuela laica en Bulgaria. El prócer de la Ilustración Nacional búlgara donó una gran cantidad de dinero pero no llegó a ver cumplida la obra; aquel mismo año murió de tuberculosis en la ciudad de Galati, en Rumania.
Poco más de un siglo más tarde, el pintor Tzanko Lavrénov recibió el encargo de hacer un cuadro al óleo con el largo título “Gábrovo 1847, la primera reunión educativa en Bulgaria, convocada por Vasil Aprilov, en la que se tomó la decisión de construir la primera escuela secundaria en Bulgaria”. El encargo data de los años 60 del siglo pasado y viene de una fábrica de Gábrovo. Es así como nació una obra maestra en la que quedó grabada una escena memorable: sobre el telón de fondo de casas del Renacimiento Nacional búlgaro (siglos 18 y 19) y bajo una sombra gruesa en el patio de la iglesia, gente espiritualmente despierta discute el futuro avance educativo de la juventud.
Lavrén Petrov, nieto de Tzanko Lavrénov, habla sobre la historia del cuadro.
Es un momento elegido por mi abuelo para perpetuar a Gábrovo y su historia: la primera reunión educativa organizada por Vasil Aprilov en la que se tomó la decisión de construir la primera escuela de enseñanza secundaria en Bulgaria. Esta composición maravillosa, en la que la antigua ciudad de Gábrovo y el río aparecen como fondo, de momento podemos mostrar sólo en foto, con una calidad un poco deficiente, pero hemos expuesto el dibujo preparatorio. Por supuesto, el proyecto se diferencia de la obra en sí. La pintura fue encargada en 1966, se completó dos años más tarde y en 1969 los vecinos de Gábrovo, muy agradecidos y fascinados con lo que Tzanko Lavrénov había creado, le otorgaron el título de Ciudadano de Honor de su ciudad.
El boceto, hecho a lápiz, tiene las mismas dimensiones que el cuadro al óleo. Actualmente puede ser visto en el Club Literario Peroto (la pluma), en el Palacio Nacional de Cultura. Lamentablemente, es el último vestigio que ha quedado de la magnífica obra de Tzanko Lavrénov. Después de adornar varias décadas el vestíbulo de la fábrica, el lienzo desapareció misteriosamente en el momento en que la misma fue privatizada. El caso no fue aislado, ya que la misma suerte corrió al menos un centenar de obras. Tal vez este sea uno de los motivos por el que el Palacio Nacional de Cultura y la Fundación “Tzanko Lavrénov” se hayan dedicado a la pesquisa, aclarando que ésta sólo tiene que ver con la historia del arte. Otro motivo para ese acto un tanto ingenuo, que supuestamente provocaría el arrepentimiento del ladrón, es el 120 aniversario del natalicio del pintor. Con este motivo la Galería Municipal de Arte de Sofía presenta una exposición de sus trabajos, y un equipo de historiadores del arte prepara una edición de más de 400 páginas de una narración difícil sobre Tzanko Lavrénov y su obra, en palabras de Lavrén Petrov.
Para mí fue una experiencia muy emocionante todo el proceso de exploración y descubrimiento de pinturas a las que jamás pensé que podía llegar como, por ejemplo, la magnífica imagen del monasterio de Rila, en la Facultad de Teología de la Universidad de Sofía –prosigue el nieto del artista– . Hemos conseguido tener acceso a cuadros de colecciones privadas, absolutamente inasequibles hasta el momento. Una de las experiencias más emocionantes fue encontrar, en una capilla de Plovdiv, una copia de la imagen milagrosa de San Jorge del Monasterio de Zografou. Mi abuelo la hizo en 1935 en el Monte Athos y, por encargo del monasterio, se la llevó a Plovdiv. Constantemente descubrimos nuevas historias, conocemos nuevos hechos. Estoy seguro de que nuestra historia seguirá siendo incompleta pero en ello no hay nada malo.
Tzanko Lavrénov nació en 1896 en Plovdiv. A pesar de no haberse graduado en Bellas Artes, logró consagrarse como uno de los mejores maestros de su época. Entre sus obras destacan los espléndidos paisajes de su ciudad natal, así como los numerosos dibujos de varios monasterios, especialmente los del Monte Athos. El artista exhibió sus pinturas en Praga, Budapest, Varsovia, Berlín y Moscú, entre otras ciudades. Se desempeñó, asimismo, como crítico de arte. Murió en 1978 en Sofía.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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