Vladimir Velíchkov es concertista de kaval (flauta búlgara), ha formado parte de diversas formaciones musicales, en proyectos nacionales en internacionales. Ha sido distinguido con premios en varios concursos y ha realizado grabaciones con famosos de talla mundial. Sus hábiles dedos saben arrancar al kaval sonidos y timbres insospechados, especialmente en improvisaciones en diversos estilos y géneros musicales: etno, jazz, rock, clásica...
Vladimir empezó a tocar el kaval con apenas seis años, sin haber escuchado antes este instrumento. Entonces vivía en su ciudad natal, Pleven, estudiaba Primero de Primaria, y su padre insistía en que practicara a diario. Más tarde descubrió también la satisfacción de tocar en grupo, en la Orquesta Nacional del centro cultural de la ciudad. Se graduó en la Escuela Nacional de Música Panayot Pípkov, donde estudió a la vez música clásica y folclórica, y su profesor de kaval, Valentin Nedyalkov, le orientó hacia una forma más moderna de tocar. Por corto tiempo Vladimir Velíchkov fue solista del grupo de canciones y danzas populares "Dunav" de Vidin. El mismo director del conjunto, Guencho Guénchev, le aconsejó: Chico, tu aquí no tienes nada que hacer, solicita el ingreso en la Academia de Plovdiv. Mientras estudiaba, Vladimir tocaba en la orquesta de la academia, y tras un concurso también fue profesor honorario de kaval. Al cabo de dos años ya era profesor en la Universidad de Plovdiv. La educación profesional y el alto nivel ejecutivo diario le abrieron posibilidades a experimentos en distintos campos.
Los primeros ejemplos de esa forma de hacer música y recrear el folclore se los escuché a Ivo Papazov y Petar Palchev. Fue como una bomba nuclear. La música folclórica mezclada con ejecuciones de jazz despertó mi interés por este modo de tocar. La diferencia entre las improvisaciones de música folclórica y de jazz es muy importante. En la folclórica, el solista toca y los demás le siguen, mientras que en el jazz los principios son diferentes. No tengo muchas grabaciones porque quiero meditar a fondo cada momento: el material musical, el pensamiento, la conformidad con las sutilezas del arte del kaval, los diversos matices, la creación del propio tono, el diálogo entre los instrumentos. Se podría decir que las posibilidades del kaval rivalizan con las del clarinete y la flauta.
¿Cuáles han sido los encuentros musicales más estimulantes de la vida de Vladimir?
En primer lugar estaría mi encuentro con Stanley Jordan, uno de los mejores guitarristas de la actualidad. Fue el primer guitarrista en empezar a tocar a dos manos sin colocar una pluma en el cuello de la guitarra. Lo vi en televisión mientras él participaba en un programa. Un amigo de Plovdiv me llamó por teléfono y me dijo: "Coge el kaval y ven". Acudí, y en un momento vi una gran estampida de músicos, pero ninguno folclórico, sino de jazz y de piano. Entonces me dijo: "Ahora vendrá Stanley Jordan y tenéis que hacer algo con él". Ni él ni yo sabíamos que íbamos a tocar juntos. Así sucedió, así coincidimos en el escenario. Fue muy interesante, al terminar hablamos hasta la mañana siguiente. Me invitó a otras apariciones conjuntas y me sentí muy feliz.
Como profesor de kaval en la Universidad de Plovdiv, Vladimir Velíchkov organizó el seminario "El arte del kaval: tradición y modernidad", que se celebró por primera vez en Bulgaria para ayudar en la formación de alumnos a través de las nuevas tecnologías.
Mi iniciativa recibió un apoyo abrumador por parte de la universidad. La sala del webinar fue creada con material de la universidad y desde ahí teníamos conexión online en tiempo real con todo el mundo. Entré con contacto con numerosos artistas de kaval de Sudamérica, África, Australia, Holanda, Francia, Dinamarca, etc. Estamos acostumbrados a que el kaval sea un instrumento búlgaro, pero sus orígenes se remontan muy atrás en la historia del Lejano Oriente. Dicen que en la Antigüedad se hacían ritos buscando la unión entre lo físico y lo espiritual. En Mesopotamia a la gente que tocaba este tipo de instrumento se les llamaba "kaval", y con el tiempo el nombre del artista pasó a ser el del instrumento.
A Vladimir Velíchkov no le es ajena tampoco la llamada música nupcial.
Ya de estudiante empecé a trabajar con música nupcial. He tocado con importantes músicos del norte de Bulgaria y de Tracia, como Ivo Papazov, Neshko Neshev y Osman Zhenkov. Y después de una invitación de Atanás Stoev, director de "Los canarios", empecé a trabajar con ellos. Algunos meses hemos tenido más de 20 actuaciones. No olvidaré lo que me dijo Atanás Stoev después de darme dos trajes de escena: "De ti depende que los lleves dos meses, dos años o veinte. Nos gustas, así que puedes quedarte en "Los canarios". Y a día de hoy, aún sigo con ellos.
Versión en español por Marta Ros
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