Recientemente en la bella villa costera búlgara de Sozópol finalizó con éxito la undécima edición de la Academia de Verano de las Artes. Durante 20 días, 104 participantes activos en 9 clases magistrales en la esfera de la música, las bellas artes y el teatro se sumergieron en la magia del arte. El público llenó las salas, y los conciertos se convirtieron en una verdadera fiesta para esta ciudad antigua.

Petya Velíkova, fundadora y organizadora de este foro de alto valor pedagógico, habla sobre la recién acabada XI edición de la Academia de Verano de las Artes, sobre sus impresiones del proceso de aprendizaje, de la actividad creativa y de los conciertos que se convirtieron en sucesos.

Lo sucedido durante esos veinte días fue un acontecimiento cultural maravilloso. Cada concierto fue una pequeña perla en el collar de eventos finales, y cada concierto, exposición o espectáculo brillaba con luz propia. Una novedad este año fue la clase del prof. Kevork Mardirossian, que vino de la Universidad de Indiana. Reunió a muchos jóvenes búlgaros dispersos por el mundo, y también muchos participantes del extranjero como China, España, EE.UU. Su clase estaba compuesta por 18 estudiantes, nueve de ellos participaron en el concierto de clausura. Tales actuaciones se podrían escuchar en cada sala de conciertos mundial. Los solistas fueron extraordinarios. Un concierto que brilló con luz propia y que fue muy diferente fue el de los contrabajos. Su profesora, Margarita Kalcheva, supo contagiarles de mucho amor por la música. Otro evento muy interesante fue la clase de actuación teatral de nuestra connacional Kasiel Noah Asher. Ella dio libertad a sus discípulos, que lograron insuflar una vida distinta a las obras eternas de Shakespeare, Tennessee Williams y Eurípides, refractándolas a través de los ojos de la generación joven. El espectáculo entrelazaba textos de estos autores que los participantes pronunciaban como si se encontraran en el patio escolar, donde se reunían para contarse estas historias. El experimento creativo que hicieron Kasiel y sus alumnos fue maravilloso. Yulián Messa y Silvia Ílkova, fueron nuestros profesores de pintura. Los chicos hicieron dibujos al óleo sobre el tema El hombre y el mar. Uno de los eventos paralelos fue la exposición de Messa y Stoyán Fílipov, y el otro, el magnífico concierto de piano de Antonina Bóneva y Radka Chomákova, dos grandes amigas de la Academia de Verano de las Artes. Los jóvenes intérpretes de música tradicional de la clase de Binka Dóbreva, solista del coro El Misterio de las Voces Búlgaras, hicieron de su actuación todo un suceso. Había participantes de Polonia que cantaron en búlgaro. Gueorgui Yovnov, de Tsárevo, al que la naturaleza ha dotado de una voz y carisma increíbles, impresionó a público y organizadores. En la clase de María Prinz (profesora de piano en la Universidad de Música y Danza de Viena), había un chico de Canadá que tocó divinamente. Los muchachos y los maestros dieron todo de sí para que la Academia suceda y ésta se llenó de vida y energía. Además, este año el público pudo ver libremente el trabajo que se realizaba en las clases magistrales. A lo largo de los años me ayudan en mi labor el prof. Gueorgui Spasov, quien es asimismo director artístico de nuestra Asociación, y María Prinz, también director artístico y miembro de la Junta Directiva. Juntos lo ideamos todo y tomamos decisiones para los años siguientes, guiándonos únicamente por lo que han dicho los latinos: "La verdad viene de la boca de los niños”.

Versión en español por Daniela Radíchkova