En el día de la Independencia de Bulgaria, el 22 de septiembre, hemos decidido preguntar a los búlgaros si se sienten independientes, en el sentido más amplio de la palabra. ¿Ante qué desafíos nos ponen la sociedad actual, la política y la cultura, y de qué dependemos realmente en el siglo XXI?
Esto comenta Vladimir Trifonov, de 43 años y natural de Sofía.
Por desgracia, en el siglo XXII los búlgaros somos terriblemente dependientes: dependemos de nuestro trabajo, de nuestros ingresos o de nuestra vivienda, si no nos los proporcionan nuestros padres, y de muchas otras cosas. Todo está estrechamente ligado al dinero. Para conseguir un buen trabajo, a las más de las veces hay que tener amigos. Si no tienes amigos resulta muy complicado. Dependemos de la situación en Bulgaria. Aquí el capitalismo aún no es social. Podemos ser más independientes únicamente con mucho estudio, cualificaciones y suerte para encontrar un trabajo relacionado con lo que hemos estudiado.
Todor Belenski, de 24 años y también de Sofía, aporta su punto de vista.
Los búlgaros somos relativamente dependientes. Hasta cierto punto somos independientes, desde el punto de vista de que no somos esclavos. Pero al mismo tiempo dependemos de muchas cosas: finanzas, relaciones, etc. A mí me han educado de forma que no me siento dependiente. La libertad es un estado mental que se puede alcanzar mediante el crecimiento espiritual. Debemos ser más positivos, patrióticos y espiritualmente fuertes. Debemos valorar las cosas que tenemos y no ser tan codiciosos.
Vladimir Dimitrov es un funcionario de Sliven, aunque hace años que vive en la capital. Esto es lo que opina.
No diría que el búlgaro del siglo XXI es muy independiente, al contrario. Con el tiempo cada vez somos más dependientes y encerrados en nosotros mismos. Somos más dependientes de la opinión ajena, aún no somos suficientemente libres para tomar nuestras decisiones por nuestra cuenta. No porque nos obligue ninguna fuerza o persona, sino más bien porque no comprendemos la libertad: tomar nuestras decisiones y asumir la responsabilidad por ellas. Creo que los búlgaros aún no han aprendido a decidir solos su destino, a seguirlo y a responder por sus decisiones. La independencia se alcanza a través de un proceso, no a través de actos como revoluciones. La gente debe entender que su vida es suficientemente valiosa como para cuidarla, no para confiarla a otros y luego justificarse con ello.
Alexander Ivanov es de Varna y tampoco es optimista respecto a la independencia.
Somos independientes desde el punto de vista de que decidimos dónde vivir y desarrollarnos. Por otro lado dependemos de la política. Tiene sus pros y sus contras. Lo malo es que actualmente en Bulgaria no se presta suficiente atención al sistema educativo y sanitario, ni a la inversión en "cerebros" búlgaros. Aquí los jóvenes se sienten limitados y se van del país, lo cual reduce el progreso que podríamos tener. La independencia para mí significa conseguir asegurarte un nivel de vida estándar, tener un lugar y libertad para vivir con normalidad, y no preguntarte cómo unir ambos extremos.
Hemos hablado con Tania Simeonova en la plaza Slaveykov de la capital, que resume brevemente.
Dependemos de muchas cosas. Del trabajo, de las circunstancias, de todo. No sólo los adultos, sino también los niños son muy dependientes de las nuevas tecnologías.
Yordán Markov celebra su cumpleaños precisamente el 22 de septiembre. Dice que para él es una doble celebración, pero, ¿se siente independiente?
En el siglo XXI no somos independientes en absoluto. No tenemos libre albedrío. Estamos controlados por la propaganda y los medios de comunicación. Somos peones. Yo me siento económicamente dependiente.
Obviamente una gran parte de los búlgaros no se sienten independientes en Bulgaria. Lo positivo es que la mayoría de ellos tiene ideas y deseos de cambiar las cosas.
Versión en español por Marta RosFotos: Luiza Lazarova y archivo personal
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