El yogur búlgaro Trimona fue elegido №1 en la lista para nuevos productos lácteos de la revista norteamericana Dairy Foods. No es la primera vez que la marca búlgara recibe alta valoración en los EE.UU. Hace dos años fue finalista también en la iniciativa American Made de la popular empresaria y presentadora de televisión Martha Stewart.
Productor del yogur Trimona es el búlgaro Atanás Vulev, natural de Plovdiv. Abrimos un paréntesis para precisar que en Bulgaria este producto lácteo se llama leche agria o ácida ya que su sabor natural es este. Pues bien, hace 26 años Atanás se va a EE.UU. con una guitarra en la mano. La música, empero, para él es una afición, y el objetivo de su viaje ultramarino es intercambiar experiencia en agroingeniería. Se quedó en EE.UU. y, seducido por el ritmo del bluegrass, estuvo a punto de convertirse en músico profesional. No obstante, el destino le asignó un papel diferente, y así un día cualquiera se dedicó a la producción de yogur.
Sobre su triunfo en el mercado con un producto tan poco convencional para los estadounidenses Atanás Vulev dice:
Es algo que tiene explicación. Gracias a una buena comercialización, en el mercado norteamericano domina el llamado yogur griego que en realidad es yogur colado. Resultó que es muy adecuado para el gusto estadounidense, ya que es más viscoso y parece postre. Sin embargo, crece el número de las personas interesadas en una alimentación saludable. Consultando a Internet uno podrá ver que el mejor yogur es aquel al que no se le añade ni se le quita nada, como es el yogur búlgaro.
Por eso el eslogan del Trimona es como un guiño lúdico a nuestros vecinos: “Que los griegos se queden con sus filósofos y el yogur, déjenlo a nosotros”.
Resulta, además, que el orgullo de Bulgaria, la famosa bacteria Lactobacillus bulgaricus, descubierta en 1905 por el doctor búlgaro Stamen Grigorov, que se usa en la producción del yogur búlgaro y difunde la fama de este país por el mundo, se desarrolla perfectamente también en las inmediaciones de Nueva York.
El tema de si esta bacteria puede prosperar en otras latitudes, ya carece de actualidad –afirma Atanás– . Quedaron atrás los tiempos cuando la famosa bacteria lácto-ácida se tomaba directamente de la naturaleza. Como la levadura del pan ya puede ser transferida en un contenedor y utilizada en la producción de yogur en diferentes países. Tal vez ciertas cepas de la bacteria son determinantes para el sabor pero ésta se usa en casi todos los yogures. En el mercado norteamericano hay varios yogures similares al nuestro pero no se llaman “búlgaros”, pese a que para su fabricación se usan las mismas 4 o 5 bacterias como en la nuestra, incluida la Lactobacillus bulgaricus. La exclusividad está en la selección. Nuestra empresa ha seleccionado la mejor combinación de cepas.
Una cosa que Atanás no puede decir con certeza es quiénes son los principales consumidores del yogur Trimona en EE.UU., si los búlgaros residentes ahí o la gente local.
EE.UU. es un conjunto de personas provenientes de todas las partes del mundo. He hecho una gran cantidad de promociones en los negocios. La mitad de la gente que cata las muestras habla con acento, o sea, que la mayoría no es estadounidense, sino personas que llegaron para vivir en este país. Para mí fue sorprendente que el yogur es muy popular en muchos lugares del planeta como, por ejemplo, Jamaica, algunos países de África, México, Suecia...
Cada mes unos 6000 galones de yogur búlgaro de la marca Trimona salen desde Nueva York hacia los comercios de 40 Estados, principalmente los ubicados en la Costa Este y en la Oeste.
Nos espera una “lucha” difícil con la competencia en una decena de Estados –agrega Atanás– . La mayoría de los consumidores no saben lo que es el yogur búlgaro. Ponemos enormes esfuerzos para explicar qué es un yogur búlgaro y en qué se diferencia de los demás.
Atanás Vulev con frecuencia piensa en Bulgaria, en su naturaleza, en los familiares y los amigos y mantiene viva la conexión con la patria. A pesar de los cataclismos que vive el país, él es optimista:
Obviamente hay mucha gente descontenta con lo que está sucediendo. No obstante, confío mucho en la generación Milenio, las personas de 18 a 35 años de edad. Creo que habrá cambios rápidos que serán promovidos precisamente por esa gente joven.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Archivo personal
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