Una buena noticia para Bulgaria acaparó la atención esta semana: Moscú y Bruselas acordaron un cambio radical en cuanto a la política de gas de Rusia con respecto a algunos países ex satélites de la Unión Soviética, ahora miembros de la UE. Margrethe Vesteger, comisaria de Competencia de la UE, especificó que el monopolista ruso, Gazprom, se había comprometido a introducir una formación de precios de gas competitiva para Bulgaria, la República Checa, Estonia, Latvia, Lituania, Polonia, Hungría y Eslovaquia, y había consentido que estos países reexporten, a su criterio, el excedente de gas. La lista de los temas negociados, todos en este sentido, es larga.
Bruselas tiene a la Gazprom en el punto de mira desde 2012, por violaciónes de las normas de competencia, y el consorcio estaba consciente de que podía ser multado seriamente por el organismo antimonopolio europeo y perder posiciones en el mercado europeo del gas. El apretón de manos entre Moscú y Bruselas apaciguó la situación.
El informe elaborado por la CE señala que la Gazprom había impuesto restricciones territoriales en el mercado del gas de Bulgaria privando a Bulgargaz, la mayor compañía nacional, distribuidora de gas natural, del derecho de transportar libremente gas ruso fuera de las fronteras del país. Ahora el consorcio ruso suprime esta prohibición, lo que permitiría a Bulgaria realizar la interconexión con Grecia y convertirse en un actor completo en el mercado europeo del gas. Hay más: Bulgargaz podrá exigir del gigante ruso la renegociación de los precios en función de los cambios en las condiciones del mercado en Europa, y también reexportar su excedente de gas natural. En cuanto a la saga del proyecto Corriente del Sur –que debía transportar gas ruso por el fondo del mar Negro directamente a Bulgaria, y cancelado por iniciativa de Rusia– , la Gazprom retira sus reclamaciones a Sofía por los daños por valor de varias decenas de millones dólares.
¿Significa todo esto que la Gazprom cede ante Bruselas?, es la pregunta que se hacen muchos analistas. La respuesta es más bien “no”. Por el contrario, el acuerdo es provechoso para ambas partes. Bruselas hace un gran paso adelante en la creación de un mercado común del gas en la UE, y la aparente concesión de Moscú es, sin duda, una muestra de sagacidad. La Gazprom está consciente de que ya han pasado los tiempos del modelo de la división de los mercados de Europa del Este, como también de que un mercado común europeo del gas supondría una demanda constante de combustible azul que le permitiría desempeñar un papel clave como proveedor importante durante años.
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