Al reunirse en Berlín, la semana pasada, con la canciller federal Angela Merkel, el primer ministro de Bulgaria, Boiko Borisov, prometió que haría un intento por “normalizar” los contactos de la UE con Turquía valiéndose de sus buenos lazos con los gobernantes turcos. Ayer trece de junio Boiko Borisov efectuó una visita a Ankara, visita que trascendía holgadamente las expectativas bilaterales, no sólo por lo prometido en Berlín, sino también por el propio hecho de que muy pronto, a comienzos de 2018, Bulgaria asumirá la presidencia rotatoria del Consejo de la UE.

Las conversaciones de Borisov con el primer ministro turco, Binali Yildirim, y con el presidente, Recep Tayyip Erdogan, han sido sendas confirmaciones de que el primer ministro búlgaro disfruta de buena acogida en el vecino país del sur. Yildirim destaco que “bien le consta la contribución personal de Borisov al deseo de asociación de Turquía a la UE” y que apreciaba el hecho de que, a diferencia de otros países europeos, en lo tocante a la intentona golpista y al referendo en Turquía, Bulgaria había tenido reacciones adecuadas. Por su parte, el presidente turco Erdogan dedicó casi tres horas a entrevistarse con el primer ministro de Bulgaria. No obstante, como el propio Boiko Borisov admitía antes de iniciar su visita, esta benevolencia, de por sí, es insuficiente para que se materialicen las vanas intenciones con vistas a la normalización del diálogo entre Ankara y Bruselas.

En efecto, Turquía ha planteado pretensiones difíciles de satisfacer. El primer ministro turco Yildirim ha insistido en que durante la presidencia rotatoria de Bulgaria en el primer semestre de 2018, el régimen de visados de la UE respecto a Turquía sea revocado y que sea logrado un progreso sustancial en las negociaciones sobre la adhesión de Turquía a la UE. Borisov que tiene bien claros los ánimos actuales en el seno de la UE, ha comentado ser incapaz de prometer la adhesión de Turquía a la UE y ha enfatizado que en este sentido todo depende de la propia Ankara. Sin embargo, Borisov ha expresado al mismo tiempo optimismo de que, habida cuenta de la pertenencia de Bulgaria y Turquía al flanco sur de la OTAN, las importantes ventajas mutuas y los acuerdos aduaneros, la normalización de los contactos sí es posible y que son muchos los dirigentes europeos que coinciden con él en esto. Según Boiko Borisov, ahora lo más importante es que la UE y Turquía “retornen al buen tono y a la tolerancia”.

La moderación del primer ministro búlgaro con respecto a las pretensiones de Ankara no ha ensombrecido los contactos bilaterales. Lo corrobora la circunstancia de que Borisov, conversando con Erdogan, señalara que si Turquía no pactaba con la UE un acuerdo para la readmisión de migrantes ilegales, Bulgaria y Turquía firmarían tal documento sobre una base bilateral. Aun siendo bilateral tal documento, favorecería a toda la UE, puesto que Bulgaria es frontera exterior de la misma, situada en el trayecto más problemático de la presión migratoria rumbo a Europa Occidental vía Turquía.

Hace una semana hemos comentado que en las conversaciones del primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, en París y en Berlín, se habían emitido mensajes alentadores al tercer Gobierno de Borisov al comienzo de su mandato. Otro tanto cabe decir ahora con respecto a la visita a Ankara del premier de Bulgaria.