En el Museo Nacional de Historia se encuentra montada una exposición extraordinariamente hermosa de muestras muy numerosas recolectadas durante largos años. Se trata de la colección de Antonio Vasilev “La orfebrería en las tierras búlgaras, siglos XVI al XX”. El principio de la colección fue sentado hace un cuarto de siglo. Se suele decir que una persona, al comienzo, siempre se compra una o dos cosas que le gustan de manera meramente visual. Luego ya se va interesando por la historia de los objetos, por el uso que habían tenido. Después va comprando más y más objetos, y comienza a extender su colección. Y, tras comprar 10, 20, 30 objetos, y si sigue siendo interesado de veras en ellos, esto quiere decir que esa persona se convertirá en coleccionista.
En la exposición se encuentra presentada la colección etnográfica privada más importante y representativa, integrada por más de medio millar de estupendas muestras. Algunas son de objetos raros y poco conocidos como los adornos específicos de un gorro femenino y las imágenes en plaquitas que traen suerte.
Entrevistado por Radio Bulgaria Antonio Vasilev dice: Realmente visto, puedo decir que he seleccionado al año 50 piezas, procurando recoger alhajas búlgaras de calidad superior porque también en el pasado había cosas más caras y otras, más baratas. He tratado de escoger objetos de valor artístico superior porque éstos son los que llaman más la atención y, desde luego, son más raros. Hace unos 7 u 8 años, tras haber recolectado únicamente hebillas para trajes típicos femeninos, me puse a coleccionar también otros adornos y alhajas porque, al fin y al cabo, se trataba de unos accesorios característicos del traje típico que lucía la mujer búlgara. Así que no coleccionaba únicamente hebillas de plata, sino también pulseras, anillos, agujas, aretes, en fin, todas esas cosas que se pueden ver ahora en el museo.
¿Qué tipo de escuelas y talleres han existido para fabricar estas obras de arte?
En cualquier ciudad más grande −equivalente a lo que es hoy una cabecera de provincia− existían centros o gremios de orfebres en los que se manufacturaban alhajas, dice Antonio Vasilev-. Son asociaciones de orfebres que elaboraban adornos para la población. Si hablamos de los siglos del Renacimiento Nacional hay que decir que la primera escuela y la más famosa fue la de Chiprovtsi. Se le conoce pero no hay gran número de datos sobre la misma, ya que tras el Alzamiento de Chiprovtsi contra el Imperio Otomano, en el año 1688, la villa quedó arrasada y los orfebres que sobrevivieron se fueron dispersando para afincarse en localidades como Vratsa, Montana, Vidin. Fue así cómo se gestaron las escuelas de Vidin y, quizás, de Vratsa, ambas muy sólidas. Otra escuela que cobraría notoriedad era la de Tatar Pazardzhik. También cobró fama la de Veliko Tirnovo. En fin, las escuelas que se ubicaban en las grandes cabeceras de provincia.
El académico Svetlín Rusev dice en el acto de apertura de la exposición: La conservación de la tradición y de la memoria histórica forma parte del afán del ser humano, de su drama, del hermoso orgullo y la serenidad del espíritu búlgaro. Detrás de la forma actual de la exquisita filigrana, de la gran variedad en el arte de la orfebrería se esconden la espiritualidad y los altos ánimos que la mujer búlgara conservaba en los años del dominio otomano transitando por ellos cual una fabulosa aparición regia.
Valeri Stefanov, presidente de la Unión de los Coleccionistas de Bulgaria califica la exposición de “remarcable” y agrega: Esta exposición semeja, de veras, un tesoro. Sin embargo, lo que yo deseo es que el público vea, allende el resplandor de este tesoro, algo más. Que vea y compruebe el talento del pueblo búlgaro, de la gente que había poblado estas tierras, porque lo que presenta Antonio forma parte de una cultura festiva. Es una cultura de la indumentaria, del comportamiento que saca al hombre búlgaro del marco de su vida diaria y lo convierte en un ser distinto a sí mismo. Es éste, en realidad, el mensaje que transmiten los artefactos aquí reunidos, el mensaje de que hay algo distinto, algo espiritual con lo que estamos conviviendo. El testamento de Noé lo ha dicho: el hombre es un ser que convive con algo más, con el espíritu. De modo que esta exposición traduce la espiritualidad en las tierras búlgaras, y lo que Antonio Vasilev colecciona no son simplemente unos objetos caros, sino sendas muestras e indicios de esa espiritualidad.
Boni Petrunova, directora del Museo Nacional de Historia, inauguraba la exposición diciendo: Esta exposición es emblemática, ya que el Museo Nacional de Historia seguirá estando abierto, también en el futuro para todas las personas que se desvelan por el patrimonio cultural búlgaro, que lo protegen y lo promocionan. Es por esto que nuestro museo ostenta el nombre de Museo Nacional. Unos días atrás conmemoramos el Tres de Marzo, día de la Liberación de Bulgaria del dominio otomano, día en el que, en virtud de la firma del tratado de paz en San Stefano, el Estado búlgaro recuperaba su puesto en el mapa mundial. Este pueblo, para lograr su libertad tenía que poseer los ánimos, la autoestima y las capacidades financieras y psicológicas para conquistarla. Es precisamente esto lo que muestra esta exposición dedicada a la orfebrería: nos muestra a un pueblo de ánimos ya crecidos, capaz de crear belleza, capaz de vestir de manera estupenda a sus mujeres y que tras alcanzar un alto nivel en el Renacimiento Nacional, ya se encontraba a un paso de conquistar su libertad.
Versión en español por Mijail Mijailov
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