El 2018 es un año festivo para el destacado instrumentista Iván Varimezov; recientemente, el músico celebró su 60º aniversario. Varimezov es de la generación de gaiteros que se han realizado profesionalmente tanto a nivel nacional como internacional. Sus genes musicales junto con la educación sólida recibida en la Escuela Nacional de Artes Folklóricas Filip Kutev de la ciudad serrana de Kótel, en el este de Bulgaria, así como en la Academia de Música de Plovdiv han contribuido, sin duda, a su alta clase como artista intérprete o ejecutante. Su primer “maestro” fue el entorno familiar, en la ciudad natal de Sredets, en la montaña Strandzha, cerca de Burgás, donde la gaita es un instrumento sagrado para la tradición musical local. Su tío, el afamado gaitero Kostadín Varimezov, cultivó en el entonces incipiente músico el gusto por el estilo de interpretación genuino del Strandzha. Fue una experiencia invaluable para su carrera profesional como solista orquestante en el Conjunto de Danzas y Cantos Folklóricos Trakia de la ciudad de Plovdiv y, más tarde, como director de la orquesta del Conjunto de Danzas y Cantos Folklóricos de la ciudad de Pázardzhik. En esta última creó, junto con su esposa Tsvetanka, directora del coro de la formación, un conjunto folklórico de primera clase. La familia se mudó a Sofía e Iván Varimezov integró durante más de una década la Orquesta de Música Folklórica de Radio Nacional de Bulgaria. El artista realizó más de 150 grabaciones de estudio como solista, orquestante, participante de grupos de cámara y autor de música. Al mismo tiempo, en Sofía, dio clases de gaita a niños, inculcando el amor por la música tradicional búlgara también a sus dos hijas, Radka y Taña. (La voz de Radka suena en la banda sonora de la película Avatar.)
Desde 2001 somos docentes de la Universidad de California en Los Ángeles, Departamento de Etnomusicología; enseñamos música tradicional búlgara –dice Iván– . Mi esposa enseña técnica vocal y canto folklórico, y yo, música instrumental. De esta manera popularizamos la música folklórica búlgara de la que nos enorgullecemos. Mi gaita es mi orgullo, siempre está conmigo. Es mi estandarte búlgaro en el mundo. Cada vez que empiezo a tocar nuestras melodías nacionales la gente viene a preguntarme sobre ese instrumento y sobre Bulgaria en general. Esto me hace ser más exigente en mi trabajo con los jóvenes.
Es realmente un embajador de la música folklórica búlgara ante el mundo. Nos sentimos orgullosos de ello como familia pero, además, como búlgaros. Ha escrito dos libros sobre música folklórica búlgara, y ahora publica otro, tercero. En nuestra persona Timothy descubrió a los continuadores de la obra de mi tío Kostadín en términos de difundir el folklore búlgaro. Cuando se vive en el extranjero se siente nostalgia por lo nacional, se pierde el suelo bajo los pies, pero hay que ser fuertes. Estoy orgulloso de que mis hijas hayan comenzado a cantar con nosotros. Estoy seguro de que la música es un pilar para la familia, un indicador certero de la cultura de los hijos de uno. Mis dos hijas se graduaron en Odontología pero siguen dedicadas al canto. Siempre que es posible nos hacemos eco de invitaciones de conciertos en familia. Estoy feliz de que el público búlgaro no nos haya olvidado. Me gustaría agradecer a la Unión de Músicos y Bailarines de Bulgaria por el Premio Collar de Cristal que recibí por mi aniversario. Es un reconocimiento que se otorga a quienes han contribuido en gran medida a la música y el folklore búlgaros. Además, durante la entrega de los Premios Anuales de Folklore me fue conferida una estatuilla por presentar con éxito el folklore búlgaro por el mundo. Pese a que resido en el extranjero, aquí la gente no me ha olvidado, y eso es genial.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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