En 2018 las inversiones extranjeras en Bulgaria han registrado, según datos preliminares en noviembre de ese año del Banco Nacional de Bulgaria, una reducción en más de 500 millones de euros para ascender a la cuantía bastante modesta de unos 800 millones de euros. Al mismo tiempo, compañías búlgaras han exportado e invertido en el extranjero unos 280 millones de euros. El saldo, obviamente, es bastante alarmante, da pie a análisis y a una toma de medidas para fomentar las inversiones desde el extranjero, algo resaltado estos días también por el jefe de Estado de Bulgaria, Rumen Radev. Emil Karanikolov, ministro de Economía, se muestra, sin embargo, seguro de que en las inversiones en Bulgaria no hay un descenso y respalda esta tesis arguyendo que en 2017 hubo en Bulgaria 31 proyectos de inversiones de la Clase A, por valor de 163 millones de euros, en tanto que en 2018 los proyectos certificados sumaron 28 pero que, en cambio, fueron por valor de casi 430 millones de euros.
Últimamente, Bulgaria se ha ido convirtiendo en uno de los subejecutantes más importantes a nivel mundial en la fabricación de piezas, agregados y dispositivos para la industria automovilística. Suman más de un centenar las empresas extranjeras de este sector que se han asentado en Bulgaria. Públicamente y en papel, las autoridades hacen todo lo indispensable a favor de estos inversores que proporcionan sustento a decenas de miles de búlgaros de cualificación no especialmente elevada y de competencias bastante limitadas, características ambas básicas de la mano de obra barata en el grueso de las regiones de Bulgaria y la cual es la que los inversores pretenden las más de las veces. Sin embargo, hay también tales que, tras pasar cierto tiempo en Bulgaria, desisten de sus intenciones iniciales. Así, por ejemplo, la compañía canadiense ALC cerró recientemente todas sus tres plantas de tapicerías para autos de las marcas BMW y MINI en Bulgaria quejándose de la falta de mano de obra. La decisión de vender sus activos en varios países de Europa Central y del Este, Bulgaria incluida, la anunció hace un mes también el dueño noruego de la Telenor, una de las mayores compañías de telecomunicaciones en Europa. Semejantes actuaciones han emprendido también el poderoso banco galo Societé Générale y el banco griego Piraeus Bank. De momento, mantienen su interés por Bulgaria numerosas compañías internacionales de externalización de servicios y de centros de llamadas, las cuales, empero, no invierten nada sustancial en la economía del país, salvo el dinero destinado a sueldos y el para pagar por las oficinas alquiladas en Bulgaria.
Sobre este telón de fondo cobra relieve un fenómeno relativamente nuevo en los círculos de negocios búlgaros; las inversiones en el extranjero de empresarios búlgaros. Estas inversiones generan reacciones encontradas ya que, en la práctica, se trata de la fuga de capitales búlgaros del país pero, por otro lado, ello es una oportunidad para conseguir beneficios nuevos y mayores que, en mayor o menor medida y bajo una forma u otra, acaban retornando al país de origen.
Los observadores han dedicado últimamente una atención especial a dos inversiones búlgaras en el extranjero, de cuantía relativamente importante ambas. Spas Rusev, conocido hombre de negocios búlgaro y dueño mayoritario de una de las tres importantes operadoras de telefonía móvil adquirió el paquete de acciones de control del Telekom Albania, operadora de telefonía móvil segunda por su importancia en ese país. El valor de la transacción ha sido de unos 50 millones de euros. Lo que resulta más curioso aún es que el mencionado inversor búlgaro no oculta sus intenciones de ir adquiriendo también otras compañías de telecomunicaciones en una zona del Sureste de Europa y en los Balcanes. Otra importante transacción cerrada por un inversor de Bulgaria se produjo en Moldavia donde el mancomunado holding “Doverie” pasó a asumir el control del Moldindconbank, el segundo más importante en ese país. El monto de la transacción no fue anunciado públicamente.
En última instancia, no reviste tanta importancia si habría que fiarse de los datos preliminares del Banco Nacional de Bulgaria, o bien, confiar en las aseveraciones del Ejecutivo de que no ha habido una reducción de la inversión extranjera en Bulgaria. Lo que importa saber es que las inversiones extranjeras en Bulgaria, sean de la cuantía que sean, resultan siempre insuficientes y es que sin ellas este país no podrá alcanzar, en unos plazos aceptables, a los países de mayor desarrollo en la UE.
Versión en español por Mijail Mijailov
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