Son búlgaras porque fueron construidas por búlgaros que iban a oír misa en ellas. Las iglesias en la Tracia del Egeo (región histórico–geográfica que en la actualidad es territorio griego) preservaban el espíritu búlgaro siglos antes de la Liberación de Bulgaria del dominio otomano. En 1919, cuando en virtud del Tratado de Neuilly las Grandes Potencias arrancaron de Bulgaria la Tracia Occidental o del Egeo y los territorios extremo occidentales (asignados a Serbia), habitados predominantemente por población búlgara, a Bulgaria llegaron cientos de miles de refugiados. Después de esta catástrofe nacional que fragmentó el territorio de Bulgaria y desangró a la economía del país, los templos cristianos en las tierras de Tracia siguieron atesorando la historia y la fe de nuestros antepasados.
Es nuestro espacio espiritual, y hay que ser muy nihilistas para negarlo –dice Dimítar Shalapatov, descendiente de emigrantes de la Tracia del Egeo y secretario general de la Unión de Asociaciones de Descendientes de Emigrantes de la Tracia del Egeo– . Como yo, hay decenas, incluso cientos de miles de personas relacionadas con Tracia del Egeo y Oriental. Somos descendientes de refugiados de esa región, los llamados búlgaros tracios. Nuestro amor por Tracia, nuestro territorio espiritual, proviene de nuestros abuelos que nos han hablado con amor de nuestra patria, especialmente en los años en que no teníamos la oportunidad de visitarla. Hasta el fin de sus días soñaban con regresar a la tierra que los vio nacer. Yo mismo crecí con las historias de mis abuelos, y fue inconcebible para mí no visitar y conocer aquella reguión. Al verla con mis ojos, quise documentar la experiencia vivida.
Ya en 2008, Dimítar Shalapatov presentó su estudio Las poblaciones cristianas búlgaras en la Tracia del Egeo, y en 2011 su investigación fue publicada en un libro ilustrado que se intitula Las poblaciones cristianas búlgaras en la Tracia Occidental (del Egeo). A principios del otoño de 2018, exploró la historia de 35 aldeas donde todavía existen templos ortodoxos búlgaros.
Además de las aldeas, he incluido las iglesias –explica el investigador– . Y dado que este año se cumple el centenario del Tratado de Neuilly que nos arrebató la Tracia Occidental, decidí mostrar el patrimonio cultural que permanece en aquellos territorios.
Así fue cómo nació la idea de dejar grabada en imágenes fotográficas su historia espiritual. Algunas de las fotos de templos y capillas búlgaras están reunidas en una exposición, así como en un álbum de lujo que Shalapatov dona a las grandes bibliotecas de Bulgaria.
El espacio en la Galería de Artes de Jáskovo donde exhíbí las imágenes de las iglesias, sólo podía albergar cuarenta piezas –prosigue Dimítar Shalapatov– . En realidad, su número es bastante mayor pero éstas son las iglesias genuinamente búlgaras mejor conservadas.
Según él, uno de los templos más bellos es el de San Jaralámpos Megalomártir y Taumaturgo, en el pueblo de Avas, santificado en el año 1860. La iglesia es operante y por su tamaño rivaliza con el de Alejandrópolis.
Es el más imponente, ya que también el propio pueblo es uno de los más prósperos de la zona. Por un lado, allí hay muchos olivares, y, por otro, también están muy desarrollados la cría de ganado y el comercio. Mi abuela decía que las tierras ahí eran muy fértiles y los lugareños levantaba tres cosechas al año.
La gente estaba muy unida por la fé, y cuando obtuvieron permiso para construir la iglesia, el dinero para su construcción se recaudó en un par de años. La bautizaron con el nombre de san Jaralámpos por haberlos salvado el santo en varias ocasiones de calamidades. En el ejido del antiguo pueblo de Avas se encuentra, asimismo, el templo de San Teodoro, cavado en la roca, de más de 1000 años. La iglesia en el pueblo de Aisymi, donde iban a oír misa los abuelos de Dimítar Shalapatov, también tiene una rica historia.
Fue construida en el año 1835 y mantuvo su aspecto auténtico hasta 1994 –cuenta Dimítar Shalapatov– . Los propios griegos decidieron renovarla. En la exposición muestro cómo se veía antes de la reforma y cómo es ahora.
En Aisymi hay una decena de capillas de las que se sigue cuidando. En Avas también. Las llaman pequeñas iglesias y en ellas incluso se pueden celebrar misas.
Según el investigador de la historia de los refugiados de la Tracia del Egeo, los antiguos templos búlgaros en aquella región suman centenares. Algunos están bien conservados y siguen funcionando, mientras que en otros sólo hay misa en la fiesta del templo. Lamentablemente, también hay bastantes en abandono. En la exposición mencionada están fotografiados los que aún conservan el espíritu búlgaro.
Dimítar Shalapatov planea mostrarla también en las ciudades de Burgás, Varna y Plovdiv, donde hay grandes diásporas de descendientes de emigrantes de la Tracia del Egeo. La exposición se montará, además, en la Asamblea Nacional.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Archivo personal
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