Actualmente uno de los libros más populares para niños y adolescentes en el mercado literario internacional es "Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes". La idea de las autoras era dar a conocer a jóvenes de antes y de ahora para inspirar a las lectoras a luchar por sus sueños y cambiar el mundo para mejor. Fue precisamente este libro, con sus hermosas ilustraciones, el que impulsó a la escritora búlgara Petya Alexandrova a contar historias inspiradoras de mujeres búlgaras del pasado, en colaboración con 40 artistas de talento. El libro se titula "Soy búlgara", y las historias seleccionadas sepresen de forma colorida y divertida. Uno de sus puntos fuertes es que cada una de las historias es real y la información se ha extraído de cartas, documentos, narraciones de testigos y otras fuentes.
El público objetivo son los jóvenes, pero el libro también puede ser adecuado para los adultos que encuentren interesantes menciones a figuras como Ekaterina Karavelova, esposa de un político búlgaro de finales del siglo XIX; Baba Tonka Obretenova, luchadora por liberación nacional; Veneta Boteva, esposa del poeta y revolucionario Hristo Botev; la escritora Leda Mileva o Lyudmila Zhivkova, fundadora de festivales internacionales infantiles con un enfoque pacifista. El libro también recuerda a mujeres cuyas vidas y obras son poco conocidas e incluso olvidadas. Por ejemplo, la historia de Stanislava Karaivanova Balkanska, que a los 15 años se hizo profesora en la región de Macedonia. Tras muchas dificultades, pudo perseverar en sus ideas gracias a su voluntad y su fuerte carácter.
Algunas de las personas que describo son poco conocidas incluso para los historiadores, por la simple razón de que no hay suficiente información sobre ellas, dice la escritora Petya Alexandrova:
Algunas de las historias siguen maravillándome, me hacen admirar personalidades que despiertan en mí sentimientos vibrantes y cálidos. Un ejemplo es la historia de Stanislava Karaivanova Balkanska. El primer día que empezó a dar clases acudieron casi 100 niños. Los reunió en el aula, todos sentados en el suelo, y contaba que eran tantos que cuando pudo acabar de mostrarles las letras a todos ellos, ya había terminado la jornada escolar. No tenía siquiera leña para la chimenea, e incluso pasaba hambre, pero siguió enseñando. Es difícil imaginar cómo los chicos de hoy, que tienen de todo, habrían aceptado semejantes privaciones. Esa misma joven llegó a ser años después empleada de correos y telégrafos. Nadie quería contratarla, incluso se burlaban de su deseo, pero ella persistió porque había aprendido en secreto el oficio. También envió una solicitud al mismísimo príncipe Alejandro I de Battenberg, que se la firmó manifestando que estaba muy orgulloso y feliz de nombrar a la primera mujer funcionaria de Bulgaria. En aquella época hubo incluso personas que acudieron específicamente a ver qué aspecto tenía la primera mujer se atrevía a ejercer una profesión considerada solo masculina.
En aquellos tiempos, cuando las mujeres no tenían demasiados derechos, cuando tenía que ir acompañada de un progenitor o un pariente hasta para ir a la iglesia, incluso entonces la búlgara controlaba los acontecimientos en su pueblo o ciudad. Estaba al corriente de todo lo que sucedía, y mostraba una reacción viva en la sociedad, continúa Petya Alexandrova.
Hay pruebas documentales de que la admisión de mujeres en la universidad se habría retrasado muchos años más de no haber sido por las mujeres de una sociedad femenina que escribieron una airada petición exigiendo que las jóvenes tuvieran derecho a recibir una educación superior. Quería saber más sobre la vida de algunas de mis heroínas, pero no hay información sobre ello. Ni siquiera se conservan fotos de tres de los personajes que aparecen en el libro. Confié en la imaginación de 40 artistas femeninas que las recrearon a su manera y han participado así conmigo en la creación del libro para que sea tan bonito elegante. Con el tiempo tenemos pensado organizar una exposición con todas las ilustraciones sobre el tema "Soy búlgara". Estas jóvenes artistas femeninas aportaron su obra sin esperar nada a cambio, lo que me hace pensar que en Bulgaria las mujeres no ponen lo material en primer lugar, sino que se aferran más a los valores espirituales.
Versión en español por Marta Ros
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