Mediante el lenguaje universal del arte, seis búlgaros y  siete refugiados se asoman a la esencia de civilizaciones antiguas, se llevan  la llama de hogares distantes, juegan a las cartas, se van conociendo  mutuamente amasando pan y haciendo dibujos de  henna, recorren el camino hacia una vida nueva y cantan en tres idiomas entrelazando motivos de las  canciones folclóricas de la montaña Ródope. 
La exposición en línea, titulada Más allá de las Diferencias, es una iniciativa de la Agencia de  la ONU para los Refugiados y presenta los trabajos conjuntos de artistas  visuales, pintores y músicos de Bulgaria, Siria, Iraq, Irán y Afganistán. La  idea es que con la ayuda del arte inspirado en diferentes culturas, nos  acerquemos uno al otro para abrir los  ojos a la belleza y diversidad de nuestro mundo. 
“Mi socio en el proyecto se llama Ali Haj Alí y estudia arquitectura. Creo que mi trabajo le gustó ya que está vinculado con el espacio en el sentido más amplio de la palabra”, dice la artista visual Radina Stoímenova. Esta  búlgara, que reside y trabaja en Francia, y el afgano, residente en Bulgaria,  se presentan con una obra común titulada “Goodbye, Windows”: una historia sobre el hogar, lleno de recuerdos de la infancia, pero también de tristeza por no poder regresar a él. 
“Le sugerí a Alí que iniciáramos  algo así  como una conversaciones sobre los lugares que amamos −cuenta  Radina− . Rápidamente llegamos a la conclusión de que éstos son nuestros  hogares. Él decidió describirme la casa de sus padres, donde creció  con sus hermanas y hermanos, y yo opté por contarle sobre  la casa de mis abuelos. Cada uno de nosotros describió con palabras el lugar importante para él. Sobre esta base Alí elaboró un modelo arquitectónico profesional de la casa, con el que asocio mi  infancia, y yo, mediante mis recursos artísticos, recreé el plano  de su casa”.  
Radina  no crea  muebles, sino que habla de ellos, paseando por la casa imaginaria de Alí. Él, por su parte, logró dar  calor a su hogar en miniatura con la ayuda de objetos a los ella sentía apego. 
Silsila Mahbub, igual que Alí, es de Afganistán y le  gusta entonar canciones autóctonas de su tierra natal. El sirio Amjad Jad  lleva diez años viviendo en Sofía y toca música oriental en  el instrumento árabe oud (laúd árabe). Boyana Zhelázkova es búlgara. Ella toca el violín, canta y compone música. Los tres  actúan juntos y con su canción titulada “Más allá de las diferencias” envían el  mensaje de que la música y la búsqueda de la belleza no conocen límites. 
“Con la  canción que canté, quería decirle a la gente que se amara y apreciara la vida. Lo importante es vivir  en paz y amor”, dice Silsila y Boyana agrega: “En un ensayo creamos una  composición sumamente interesante de tres canciones completamente diferentes.  Una es de India en hindi, la segunda es de Siria en árabe y la tercera es del  Ródope en búlgaro”. 
¿Es fácil crear con una persona desconocida de una  cultura y contexto histórico diferentes? Resulta que sí. “En realidad, el hecho  de que somos de diferentes países no  nos hace diferentes como personas, por el contrario, tenemos aún más cosas que contarnos unos a otros”, responde  Radina Stoímenova. Ella no solo trabajó bien con Alí en su proyecto artístico  conjunto, sino que hoy él ya forma parte de su círculo de amigos. 
“Lamentablemente, en Bulgaria hay más prejuicios que en  Francia, donde la historia de la percepción de culturas  extranjeras es más larga −comenta Radina− . Creo que no hay nada que superar;  todos somos humanos y es normal ayudar a alguien que afronta problemas, es la  regla humanitaria más simple que no requiere esfuerzos, ya que los humanos son humanos  en todas partes. Me entristezco escuchar de casos en los que los inmigrantes han sido mal acogidos, pero  espero que con el tiempo aprendamos a superar las diferencias tanto en Bulgaria  como en el resto de los países. Cuando la gente se reúne en vivo, estas  diferencias se olvidan y no hay motivos de que existan”. 
Fotos: gobeyond.bg
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