Ograzhden es una montaña en la porción suroccidental de Bulgaria que trasciende la frontera de este país para llegar al territorio de Macedonia del Norte, donde se encuentra su parte de mayor altura. Durante décadas, esa comarca se mantuvo como una zona fronteriza inaccesible. Hoy en día a los turistas se les presenta la oportunidad de ir explorando sus vetustos caseríos de templos pétreos e inalterados por el paso del tiempo y disfrutar de hermosos paisajes naturales.
El pueblo de Guega y el Monasterio de Churílovo
Es un lugar de estas características el pueblo de Guega, situado a menos de una decena de kilómetros de la frontera con Macedonia del Norte. Esta aldea tiene de qué presumir. En sus alrededores, posado solitariamente en una pequeña colina, se divisa la blancura de un monasterio maravilloso. Es el monasterio de Churílovo dedicado a san Jorge, al que se le conoce familiarmente por el nombre de El Monasterio de los Diablos. Y, ¿lo del nombre de Churílovo? Se encuentra, pues, este convento justo en la mitad del camino que enlaza las aldeas de Guega y Churílovo. Y, ¿por qué de los diablos? Porque en el nártex abierto de su iglesia se despliegan ante la mirada del visitante, cual ilustraciones de un cuento de hadas para niños, imágenes brillantes de escenas del Juicio Final. Creados en el estilo típico para el Renacimiento Nacional Búlgaro (siglos XVIII a XIX), estos frescos fueron obra de un artista anónimo. Se hicieron con la idea de ejercer en los feligreses una marcada influencia aleccionadora y ética.
Historias de diablos y de pecadores
Asomándose a los frescos, uno puede conocer el variado abanico de casos de Caídas de la raza humana y transgresiones de los Diez Mandamientos, así como con las “sanciones” y las torturas a las que somete el diablo al humano que haya pecado. Por ejemplo, al molinero pillado de mentir, el Maligno le ata una piedra de molino al cuello para que le pese y le recuerde continuamente la falta que cometió. A los pecadores que no se han arrepentido se les encadena y se les lleva a las insondables fauces abiertas de un dragón monstruoso. También aparece en los frescos el profeta Isaías, muy maldiciente contra las autoridades. Para escarmiento fue aserrado.
La iglesia de piedra y la escuela monástica
La iglesia del monasterio de Churílovo es una edificación de piedra maciza. Tiene tres naves y descuella por sus exquisitos tallados en madera y sus columnas pintadas de colores llamativos. En la segunda planta se ubica la sección destinada a las mujeres. Hay montado un pretil especial que impedía que las mozas se asomaran por encima de él para observar a los hombres en la planta baja. La idea es de claridad meridiana: frustrar cualquier motivo para sucumbir a la tentación en el templo de Dios. En esa segunda planta el visitante podrá observar una imagen descolorida por el paso del tiempo, en la que se ve una mujer joven que se mira en un espejo. ¿Podrán adivinar quién le sostiene el espejo? Pues, el diablo mismo. En el pasado, ese fresco iba acompañado de una inscripción a guisa de escarmiento que rezaba: ”A la niña que se emperejila y engalana en demasía el diablo le sujeta el espejo con taimada cortesía”.
¿Qué es lo que se desconoce de la historia del monasterio?
No es mucha la información sobre la historia de este monasterio. Se supone que las obras de su construcción se habrían iniciado en el año 1848, en el lugar en que anteriormente habría estado un templo ortodoxo muy antiguo. En el cenobio comenzó a funcionar una escuela monástica, donde se formaban los niños de las aldeas cercanas. El primer maestro que enseñó en aquella escuela sería Stoyán Gálabov, al que los lugareños sufragarían todos los gastos para su viaje y posteriores estudios en Constantinopla (el nombre histórico de la actual ciudad de Estambul), donde recibiría formación de calidad y luego transmitiría aquel saber a sus educandos en la aldea de Guega. Hoy en día, la escuela se encuentra reparada, como lo son también la iglesia y el hermoso campanario, que se yergue en sus proximidades. Desde lo alto del campanario se abre un panorama fabuloso hacia la sierra de Ograzhden y los cerros de la montaña de Belásitsa.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Veneta Nikólova
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