La montaña de Sakar se extiende al sureste de Bulgaria, cerca de la frontera con Turquía. Es la montaña búlgara de menor altura y una de las regiones menos pobladas del país. Se afirma que Sakar es la cuna de una civilización muy antigua que todavía no ha sido lo suficientemente estudiada por la ciencia. Hoy en día, los restos de centenares de menhires, santuarios y dólmenes se encuentran esparcidos por los rincones más remotos e inaccesibles de la montaña y encienden la imaginación tanto de los estudiosos como de los aficionados a los misterios. No es de extrañar que últimamente de Sakar se hable como del Parque Megalítico de Europa.
Resulta que aquí hay una concentración particularmente grande de instalaciones que se remontan a los albores de la humanidad, entre las que predominan los llamados dólmenes: losas de piedra que pesan varias toneladas, fijadas horizontalmente sobre el suelo sobre soportes de piedra o rocas. Estas “casitas” monolíticas fueron ordenadas con una facilidad inexplicable por manos humanas. Tumbas, observatorios astronómicos, santuarios… No se sabe a ciencia cierta para qué fueron utilizados. Veselín Kalvachev, director del Museo Municipal de Historia de Topolovgrad, tiene su propia teoría sobre su origen. En su opinión, los dólmenes de Sakar son centros de energía. Nuestros ancestros los erigieron allí por los enormes yacimientos de plutón granítico y, sobre todo, por las vetas de cuarzo que irradian energía térmica.
“Los arqueólogos que estudian los dólmenes dicen que se trata de los más tempranos edificios monumentales y que servían de tumbas a los tracios –comenta– . A mi juicio, los tracios utilizaron parte de ellos como cámaras funerarias, pero esto sucedió en una etapa más tardía. Antes de eso, los dólmenes probablemente fueron utilizados como lugares para meditar y para observaciones astronómicas. La tesis más difundida es que los dólmenes de Sakar datan de los siglos XII a VI a. C. En realidad, se remontan a esta época los artefactos de funerales tracios descubiertos en ellos. Nadie puede decir, sin embargo, si los propios dólmenes fueron construidos entonces o antes por otra civilización más antigua”.
A los dólmenes también se les denomina “bocas de dragones” o “casas de dragones”. Otrora la gente creía que estaban habitados por dragones que personificaban la fuerza masculina. En Sakar hay muchas canciones y leyendas sobre raptos de mozas por dragones con alas áureas que habitaban estas casas de piedra. Según una creencia local, los dólmenes poseen poderes curativos, por lo cual las mujeres que no podían concebir pasaban por su concavidad con la esperanza de engendrar un hijo.
“Antaño, la gente sentía la energía de la tierra, comprendía la fuerza del Cosmos –afirma Veselín Kalvachev– . Sentían el poder de las propiedades naturales del granito y del cuarzo, y los utilizaban. En estas estructuras megalíticas meditaban, también se curaban allí. Además, buscaban entrar en contacto con los dioses. Se trata de unas estructuras muy antiguas cuya importancia todavía no ha sido revelada, y que poseen una fuerza muy grande y beneficiosa”.
Versión en español por Hristina Táseva
Fotos: Veneta Nikolova
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