La zona de la ciudad de Bréznik, en la parte occidental de Bulgaria, presume entre otras cosas de sus numerosas iglesias de diferentes épocas históricas. En la actualidad, algunos de estos monumentos históricos están sumidos en el olvido y solo sus ruinas desgastadas recuerdan su antiguo apogeo. Otros han sabido resistir al tiempo y las vicisitudes históricas y figuran hoy en las rutas de los turistas más curiosos por conocer su devenir.
Hay más de treinta iglesias y monasterios diseminados en los alrededores de la ciudad y en torno a cada templo hay una leyenda de esplendor y destrucción. Curiosamente, una gran parte de estos santos lugares cristianos han sido construidos después de haber caído ya Bulgaria bajo dominio omanlí, en el s. XIV.
“Ciertamente, tenemos muchos templos que datan de períodos iniciales de la invasión otomana −dice Milena Karamfílova, del Museo Regional de Historia de Pérnik− . En los siglos del XV al XVII se siguieron construyendo iglesias por estos lares, y de forma muy activa. Por un lado, porque constituía una especie de resistencia al poder y a la fe extraños. Por otro, la gente de los lugares más alejados y aislados lograba eludir la prohibición y levantar sin mucho ruido sus templos y monasterios ortodoxos. Las autoridades permitían reconstruir viejas iglesias, pero no construir otras nuevas. Por esto los lugareños las construían literalmente en semanas, para presentarlas luego como si fueran de tiempos inmemoriales”.
La iglesia medieval de Santa Petka es conocida como la perla de Breznik. En el período del dominio osmanlí fue incendiada, pero en 1811 fue restaurada en todo su esplendor. Los frescos que han llegado a nuestros días datan de los siglos XVIII al XIX. En el patio hay una exposición de artefactos de diferentes épocas, descubiertos en los alrededores.
Uno de los sitios más visitados por el turismo religioso es el monasterio Tsarnogórski, no lejos de la aldea de Guíguintsi, fundado en el s. XI. Sufrió incendios y posteriormente fue restaurado. Hoy en día se puede admirar sus impresionantes frescos, sí como pernoctar en algunas de las celdas monacales renovadas.
En los s. XVII y XVIII la zona de Bréznik fue un centro atractivo para numerosos pintores y constructores. Prácticamente cada pueblo aquí tiene una iglesia del período del dominio otomano. Como Bánishte, por ejemplo. Su templo de hermosos frescos ocupa un lugar privilegiado ahí donde termina la aldea. Data de tiempos del Segundo Reino Búlgaro (1185−1395) y formaba parte de un acaudalado cenobio. Al igual que los demás, fue incendiado, para renacer en el s. XIX como el ave fénix y para mantener viva la fe cristiana.
En la región de Breznik nos topamos con santuarios cristianos aún más antiguos. El monasterio de Bílintsi que leva el nombre del arcángel san Miguel fue fundado hace casi mil años. En el s. XIV constituía un gran conjunto de edificios con una iglesia hermosamente decorada. Hoy solo se puede admirar el templo con sus frescos, que se están restaurando con la idea de convertir el templo en parada de Rutas de Peregrinos.
Los amantes de las antigüedades quedan cautivados por el ambiente místico de los antiguos santuarios y las misteriosas cruces medievales que tienen relación con la presencia en estas tierras de los herejes bogomilos y cátaros, como también de los Caballeros Templarios. Y, ¿qué decir de templo−pozo en las inmediaciones de la aldea de Garlo? Se supone que es de finales del s. XII antes de Cristo. Según algunos especialistas, se trata de un antiguo calendario solar, según otros, fue utilizado como observatorio astronómico.
La historia y la naturaleza van de la mano en la región de Breznik. Sería imposible visitar la iglesia de Santa Petka y no dar un salto hasta el cercano manantial Zheláznata vodá (El agua ferruginosa), de donde brota agua termal con color y sabor a herrumbre, pero no deja de poseer magníficos efectos medicinales curativos. Tampoco se puede llegar al pueblo de Bánishte sin continuar el paseo hasta las pirámides de tierra, escondidas por una pequeña arboleda en los alrededores. Por no mencionar las bellas vistas naturales de la zona de Breznik, que lanzan su reto a fotógrafos, pintores y viajeros en cualquier época del año.
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