”En países donde el nivel cultural y el bienestar de la población se mantienen más bajo, observamos un desarrollo demográfico sumamente impetuoso, en pleno contraste con los Estados de bienestar superior y de regímenes democráticos. En estos últimos, el nivel de la reproducción humana es muy bajo”.
En estos términos ha esbozado en breve los cambios globales ocurridos ya antes de la pandemia, el Prof. Veselín Vasilev, psicólogo de la Universidad de Plovdiv. Por esta razón tampoco debería sorprendernos su contexto búlgaro. Los pronósticos de un salto en el número de los neonatos en Bulgaria tras el cierre decretado a comienzos del año pasado no prosperaron y el incremento demográfico natural sigue ostentando valores negativos. A pesar de los indicadores demográficos relativamente mejores de la capital de Bulgaria frente a las ciudades del interior del país, algunas de las cifras resultan bastante alarmantes y pronto tendrán un impacto directo en el sistema social.
“Uno de los indicadores demográficos se traduce en el coeficiente de dependencia demográfica, es decir, muestra a qué número de personas en edad activa corresponde qué número de otras, de edad no apta para trabajar −explica en una entrevista con Radio Nacional de Bulgaria la socióloga Nevena Guérmanova− . Los datos relativos a Sofía indican que a cien personas en edad activa corresponden 48 inactivas. El otro indicador que preocupa es el coeficiente de suplencia demográfica. Los datos indican que cada cien personas que abandonan el mercado laboral son sustituidas por 72 que se incorporan al mismo”.
Un pronóstico reciente apunta que para el año 2050 la población de la capital de Bulgaria apenas cambiará y que se espera incluso una leve reducción de sus habitantes. Tomando en consideración estos datos, así como el hecho de que la migración interna hacia Sofía va bajando, no habrá manera de no preguntarse sobre la necesidad de la construcción de nuevos edificios residenciales con la envergadura que permite el plan urbanístico general de la urbe.
”En él se han previsto importantes zonas residenciales, algunas de las cuales ni siquiera han sido acondicionadas para las obras de construcción −explica el urbanista Emil Jristov−. El problema es que no se han tomado en cuenta la cantidad de personas que podrían absorber estas zonas, de acabar construidas todas ellas. Se va creando un gran número de zonas en las que se realizan multitud de obras de construcción, edificios residenciales autorizados legales sin que exista una necesidad de ello”.
Según Jristov, habría que enfatizar en el ordenamiento urbanísticos, en el remozamiento del fondo de edificios residenciales en la capital de Bulgaria.
”El antiguo parque de edificios se encuentra bastante amortizado, así que resultan importantes por igual tanto la renovación constructiva como la energética. Hemos hechos prospecciones y hemos comprobado que los edificios residenciales de elementos prefabricados no son precisamente los más críticos en cuanto a sus estructuras y riesgo sísmico. Las viviendas problemáticas se encuentran en los edificios más antiguos de la capital. Fueron construidas en su época conforme requisitos normativos obsoletos y esto las convierte en edificios de mayor riesgo”.
El urbanista ha sugerido al Ayuntamiento de Sofía prestar una mayor atención asimismo a su estrategia para las obras de edificios residenciales. Aunque se venga hablando de tal estrategia desde hace años, actualmente la misma aún brilla por su ausencia.
”Urge idear un modelo en base al cual subsidiar a las personas que necesitan vivienda social. Se trata de matrimonios jóvenes, gente de la tercera edad, personas desaventajadas. Hay que agilizar el trámite para alquilar una vivienda municipal e incrementar su número. Actualmente, Sofía es la ciudad de la Unión Europea con el menor número de viviendas municipales o sociales”.
Adaptado por Yoán Kolev en base a entrevistas de las emisoras regionales de Radio Nacional en Sofía y Plovdiv
Versión en español por Mijail Mijailov
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