El centro de montaña búlgaro de Bansko atrae a nómadas digitales del mundo entero por su internet de alta velocidad, espacios bien acondicionados para el trabajo en conjunto y bajos precios. La estancia media de un viajero que trabaja es de aproximadamente un mes. Sin embargo, muchos de esos nómadas se encariñan hasta tal punto de esa localidad al pie de la montaña Pirin que su estancia se prolonga por mucho más tiempo, y para algunos llega a transformarse en su residencia fija.
Tal es el caso de María Stoyánova, administradora del Departamento de Contenido y Comunicaciones en Travel Massive, una red internacional para viajeros y trabajadores en el turismo. En el pasado otoño, por las restricciones a causa del coronavirus, María se mudó a vivir y trabajar en Bansko y se incorporó a una comunidad multinacional de unos 150 a 200 nómadas digitales, básicamente originarios de países de la Unión Europea (UE). Algunos de ellos trabajan por cuenta propia y han montado un negocio propio, mientras que otros se desempeñan a distancia por diferentes compañías en los espacios urbanos de trabajo en común.
“Una de las ventajas es que Bulgaria forma parte de la UE, pero en realidad se encuentran al margen de la zona Schengen, y a numerosos viajeros de países no europeos les conviene arribar a Bulgaria para pasar aquí más tiempo −dice María−. Además, los impuestos en Bulgaria son más bajos, concretamente este impuesto sobre la renta de las personas físicas, IRPF, que es del 10%. A las personas que tienen montado un negocio propio les conviene muchísimo teletrabajar y así acaban registrando sus compañías en Bulgaria. De modo que Bansko ha ocupado un buen puesto en el mapamundi de los nómadas digitales”.
En la pequeña localidad serrana vacacional reside una cohesionada comunidad multinacional, integrada por personas que “han roto las cadenas” y han transformado la libertad en un culto. Para su asentamiento en Bansko han sido determinantes no sólo la excelente infraestructura y los precios bajos de los alquileres sino también la presencia de correligionarios con los cuales compartir sus horas de ocio. Además, la montaña de Pirin ofrece condiciones estupendas para la práctica de deportes y el descanso activo. En invierno María y sus amigos compaginan el teletrabajo con horas de ocio en las que están esquiando o deslizándose en snowboard. En verano organizan travesías por el monte.
“El lugar central en que nos citamos es la oficina de trabajo en común −prosigue María−. Además, cada nómada digital decide si afiliarse o no, abonando una tasa mensual, a nuestro “club” que ahora, en verano consta de unos 150 socios. Cada día solemos organizar distintas actividades. Los lunes, por ejemplo, organizamos juegos de mesa, los jueves nos trasladamos a aldeas vecinas a disfrutar de sus manantiales de aguas termales, los viernes son días de barbacoa... En resumen, cada día acá tiene gran colorido, uno se reúne con otra gente, traba amistades”.
“Bansko va cambiando gracias a la afluencia creciente de nómadas digitales de una nueva mentalidad. Por ejemplo, unos tres a cuatro años atrás, no existían en Bansko, ni remotamente, posibilidades para una dieta vegetariana o vegana. Ahora uno ya puede elegir entre todo tipo de restaurantes que promueven estas formas de alimentación”, asegura María y concluye:
“Me gusta muchísimo estar viendo cómo va cambiando la imagen de Bansko ya que esto es, para Bulgaria, una buena nueva. Bansko es ya un destino turístico en todas las épocas del año, puesto que también en verano ofrece numerosos eventos”.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Cortesía de María Stoyánova
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