Casualmente o no, la guerra en Ucrania se inició en vísperas del comienzo de la Cuaresma. En los días en los que la Iglesia Ortodoxa suele insistir en la humildad y el arrepentimiento de los humanos, dos pueblos ortodoxos se vieron arrastrados a una de las pruebas más terribles: la guerra.
El perdón y el amor al prójimo cedieron ante el dolor, el miedo y el odio hacia los autores de esta guerra. Algunas personas lograron evacuarse, trasladándose a países vecinos, otros se quedaron silenciosos en los refugios subterráneos, bajo el fragor de la artillería pesada. ¿Quién habría podido imaginar en que el siglo XXI se pudiera volver a afrontar una contienda en esta misma parte de Europa que sufriera las pérdidas humanas más cuantiosas y viviera los horrores de la II Guerra Mundial?
La lección del pasado, probablemente olvidada, se está convirtiendo en una prueba para el amor, la fe y el humanitarismo en la actualidad.
“Se de unas lecciones muy contundentes, muy recias, que jamás podrían ser más obvias que en la actualidad”, dice entrevistado por la emisora regional en Varna de Radio Nacional el padre Vasilii Shagan, cuyo día a día suele transcurrir en el centro para refugiados habilitado en el Palacio de Cultura y Deportes de Varna, capital marítima de Bulgaria;
"Siempre hay pruebas a las que se enfrenta el ser humano. Jesucristo dijo que habrá tristeza en nuestras vidas, y, según el Apóstol Pablo, son las penas las generadoras de la paciencia humana. No se trata simplemente de apretar, de rechinar los dientes, se trata de una virtud creativa que, a su vez, propicia la obtención de experiencia. Uno emerge de la paciencia hecho un ser humano renovado, que ha cobrado esperanza a través de la experiencia que le ha ayudado a sobreponerse a la situación. Uno comienza a entender que las cosas no son unívocas. Puede uno, al verse perdedor, dejarse llevar por la desesperación, perderse a sí mismo pero también apoyarse en los sentimientos positivos y obtener esperanza sobre algo esencial. Dice el apóstol Pablo que la esperanza puede ser generada cuando uno toma conciencia de que Dios es el que nos ha colmado de su amor. Cuando en estas penas y cuitas uno adquiera la experiencia que le dé fe en Dios y comience, a través de Él, realizarse a sí mismo y dar sentido a su vida, ya se sentirá, a buen seguro, encarrilado en la dirección justa. Son éstas las lecciones contundentes por las que los humanos debemos, desgraciadamente, cruzar. En ocasiones el ser humano debe pasar por ellas para tomar conciencia de haber, como dice Shakespeare, despilfarrado su Espíritu”.
En mayor o menor medida, al observar los testimonios vivientes del flujo de refugiados que cargan, cada uno, con su destino, el padre Vasilii es consciente de que la situación en Ucrania es sumamente compleja y dispar. ”En medio de este tsunami de información y propaganda el ser humano, para orientarse, ha de apoyarse en lo humano, dar muestras de humanitarismo, dice el padre y añade:
"Yo, por ejemplo, procuro mantenerme quieto, domeñar mi emoción meramente humana de miedo, inseguridad e irá, para poderme movilizar y seguir adecuado a las circunstancias. A juicio del padre Vasilii, toda esta situación actual podría enriquecernos a los humanos y, al mismo tiempo, alterarnos en el plano espiritual:
“Si no se opera cambio alguno, significará que la enésima lección y la enésima situación que nos haya proporcionado Dios las habremos desperdiciado, y seguiremos siendo una especie de tierra yerma y sin roturar. Sin embargo, la situación en que estamos metidos ahora nos está roturando y moliendo de modo tan contundente que, cuando salgamos de ella podamos tener una conciencia bien clara en aras de qué estamos viviendo, por qué lo estamos haciendo y quiénes somos en realidad”.
El padre Vasilii resalta que Dios ha obsequiado al ser humano varias fuerzas, una de las cuales es el vigor de la ira, que podemos transformar para que sirva para buenas obras, en vez de juzgar y enconarnos, y seguir siendo humanitarios:
“Si comenzamos a responder al mal acto con otro acto de maldad, entonces nos pondremos a bailar la danza del diablo, que es él precisamente el que ha atizado esta guerra fratricida. Se trata de un problema de la humanidad entera, es que nosotros hemos perdido, en gran medida, nuestro humanitarismo y ahora es Dios quien quiere recordárnoslo, diciendo: ”Despierten, son Uds. unos seres humanos que deben retornar a su auténtica dignidad, que Yo se la he proporcionado”. ¿Cómo lograremos hacerlo? Ahí está el quid de la cuestión”.
El padre Vasilii es un búlgaro étnico besarabo de Taraclia, en Moldavia, ejerce su ministerio en el templo san Nicolás Taumaturgo y es dirigente del Centro de Educación Espiritual, adscrito al templo san Miguel Arcángel, de Varna.
Adaptado por Darina Grigórova a base de una entrevista de Svetllana Válkova de la emisora regional en Varna de Radio Nacional de Bulgaria
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: arhangel.bg, azov.org.ua, EPA/BGNES, reuters.comMikhailo Parashchuk, el escultor ucraniano que creó elementos arquitectónicos para la decoración de algunos de los edificios más impresionantes de la capital búlgara, nació el 16 de noviembre de 1878. Su trayectoria comenzó en el pueblo de..
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