Existen muchas vías por las cuales Dios puede entrar en nuestros corazones y una de ellas es mediante el verbo envuelto en música. Esta es la razón por la cual los cánticos ortodoxos forman parte de la Santa Liturgia y de este modo abandonan los templos para llegar a un número cada vez mayor de personas. El idioma universal de la música a veces resulta el camino más corto entre el corazón humano, los mensajes de la fe y Dios.
La iglesia ortodoxa búlgara acaba de celebrar el milagro que sucedió en 11 de junio de 982: la reunión de un monje búlgaro con un mensajero de Dios. Según los textos religiosos, san Gabriel Arcángel se presentó ante el alumno de un clérigo del santo Monte Athos para transmitirle alabanzas y oraciones en honor de la madre de Dios que éste anotó en una lápida de piedra.
Con motivo de este suceso en los últimos 18 años en la ciudad marítima de Pomorie se organiza el Festival Internacional de Música Ortodoxa Virgen María: Digna est.
“Cuando nació Jesucristo un coro de ángeles anunciaba su llegada a la tierra con el himno eterno “Gloria a Dios en el cielo, paz en la tierra y benevolencia entre los hombres”, cuenta el metropolitano de la ciudad de Stara Zagora, Cipriano, que ofició una misa en el templo de la Natividad de María con motivo del inicio del festival. La voz humana es la que glorifica a Dios y por esto la música ortodoxa presenta tantas matices, comenzando por el sufrimiento y pasando por la alegría, los himnos de alabanza y las oraciones que dirigimos Dios. Por esta razón las personas que están en contacto con la música sacra se aproximan también a Dios”.
La edición del Festival de Música Ortodoxa de este año ha reunido a 22 orfeones de Bulgaria y cuatro extranjeros: dos de Serbia, uno de Rumanía y uno de Moldavia. Es un motivo de alegría que sus integrantes son predominantemente personas jóvenes.
“Hace años existían coros integrados por personas de edad avanzada porque ellos acudían a la iglesia y aprendían el canto eclesiástico, continúa el metropolitano Cipriano. Después esta tradición fue interrumpida y ahora depositamos grandes esperanzas en los jóvenes del Seminario y de la Academia de Teología que están llamados a continuar esta tradición tanto en el canto oriental como en la música coral polifónica. Los jóvenes están en la base de todo, pero primero deben adquirir una educación espiritual para que puedan continuar esta tarea como sacerdotes, coristas y directores corales porque la música es un arte que existirá hasta que exista en mundo”.
A juicio del padre Kiril Popov, del templo capitalino de Santa Nedelya, la música puede ser un camino hacia el conocimiento de Dios.
“La música también es un tipo de educación, un pábulo espiritual para todos nosotros, dice el padre. Mediante los cánticos ortodoxos nos alegramos y sentimos la presencia de Dios. Ojalá siempre sea así. Debemos saber que la alegría que sentimos es una bendición de Dios. Los retos son para superarlos y no para vivir con ellos. Independientemente de lo que sucede en la vida debemos sentir el ánimo y la alegría que nos regala Dios”.
¿Hay acaso algo que nos anime más que la oración y los cánticos divinos que nos trasladan de la tierra al cielo? “En el templo cada alabanza, cada gratitud y cada expresión de nuestro deseo de salvar el alma son fruto del corazón y del amor por el prójimo”, termina diciendo el metropolitano Cipriano.
Adaptado por Diana Tsankova
Versión al español de Hristina Táseva
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