De niño el maestro del pincel, Altsek Mishev escuchaba las historias familiares y pintaba en su imaginación un cuadro repleto de audacia, firmeza y valentía sin límite. En 1971 Altsek Mishev atravesó el Telón de acero para poder trabajar y crear su arte como una persona libre, un derecho que le fue negado en su patria. Durante su periplo estuvo expuesto al peligro de ser alcanzado por una bala en la frontera entre la ex Yugoslavia e Italia. Desde la ciudad de Acqui, que se convirtió en su segundo hogar en Italia, el pintor hasta hoy en día emprende un viaje imaginario por la tierra natal con la ayuda de las imágenes de su infancia.
“Mi bisabuelo Iván era pintor y elaboraba los llamados carros decorados para ejército turco, cuenta Altsek Mishev. Era algo como un espía y decía a Vasil Levski, que estaba escondido en un gran barril en la casa en la aldea de Kocherinovo, donde estaban los ejércitos turcos. Mi abuela contaba todo esto a sus nietos y a mí cuando éramos muy pequeños. Lo que más me impresionaba era cómo un pintor desempeñaba el papel de un espía y organizaba complots y comités. Cuando el abuelo Iván fue detenido lo quisieron obligar a aceptar el Islam.
Sin embargo, él preguntó en turco a los cuatro cadíes de barbas largas: “¿Qué es más poderoso? ¿La verdad o la religión?” Ellos se miraron uno a otro y muy impresionados por este razonamiento de mi abuelo lo dejaron en libertad y no lo enviaron a Diyarbakir. Esta es nuestra historia familiar con Levski que es parte de los recuerdos de cuatro generaciones”.
El pintor está convencido de que precisamente los cuentos sobre la vida de su abuelo Iván, que era pintor de iconos y trabajó como político después de la Liberación de Bulgaria, predestinaron su opción de dedicarse a las artes. Las historias de su abuela nutrían su imaginación. Ella lo animaba a crear imágenes y a revivir los sucesos históricos y reclamaba de él que cada día le mostrara 20 pinturas suyas. En la persona de su nieto mayor ella veía un sucesor del pintor que creó parte de los frescos del Monasterio de Rila.
“El abuelo Iván era una personalidad pública, mientras que yo no lo soy, continúa diciendo Altsek Mishev. Después de la Liberación de Bulgaria, durante largos años se desempeñó como alcalde de Kocheronovo y fue elegido diputado en la Primera Asamblea Nacional. Era el creador de un campo de experimentos agrícolas y compró un cañón granífugo de Viena.
Otro hecho interesante es que fue expulsado de la Iglesia, pero no por no creer en los dogmas de cristianismo, sino porque siendo alcalde obtuvo tierras de los turcos que repartió entre personas pobres. Esto no le gustó a los monjes del vecino monasterio que probablemente querían apropiarse de todas las tierras en proximidad al lecho del río y este gesto le costó mucho”.
El afán de estar libre es un instinto que no es determinado por las circunstancias favorables o desfavorables en la vida de una persona, cree Altsek Mishev. “La libertad puede ser pintada cuando uno analiza la vida que lo rodea y las posibilidades de hacer algo por los demás”.
La libertad es asimismo provocar preguntas sobre postulados establecidos hace tiempo. Por ejemplo, si una composición religiosa, que le pidió la población para la iglesia de su pueblo puede ser definida como arte moderno. “Esto me ha sucedido en dos ocasiones ya, ¿Es libertad?, pregunta el pintor que creó enormes imágenes de San Jorge y Santa Ana en dos pueblos italianos vecinos. Y responde: “Creo que sí”.
“La espiritualidad radica en el magno arte milenario, dice Altsek Mishev. La modernidad nos mueve a pensar que si las cosas se desarrollan debemos abandonar las del pasado. Según el cristianismo fuimos creados y existimos gracias a la voluntad de Dios y ahora, con la experiencia y con el pasar de los años busco los valores perennes y eternos”.
Versión al español de Hristina Taseva
Fotos: Instituto Estatal Cultural del Ministerio de Exteriores, nationalgallery.bg, Facebook / UniArt Gallery
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