"La viticultura búlgara perece por culpa de vuestra incompetencia", escribieron los viticultores en su manifestación de protesta celebrada en marzo en Sofía. Su esperanza era que el Gobierno interino tomara medidas para mejorar la situación del sector, al menos para la nueva campaña agrícola, pero el Gobierno hizo oídos sordos a sus demandas. Por otro lado, está escrito en los documentos legales que el sector vitivinícola es uno de los más importantes, contribuyendo a acelerar el desarrollo económico de Bulgaria y a alcanzar los objetivos nacionales.
Tras la fallida protesta primaveral de los viticultores ante el Consejo de Ministros y la Presidencia, ahora llega el otoño de su descontento. Se intensifica aún más por las malas condiciones meteorológicas.
"Este año, la escasez de uva nos ha obligado a cosechar rápidamente para garantizar la calidad de nuestras bebidas, a pesar de las cantidades reducidas", declaran los agricultores del sector. Aunque estuvieron menos presentes en la gran protesta nacional con las cosechadoras que tuvo lugar el 18 de septiembre, afirman que los problemas en el sector no son recientes, sino que se remontan a la época de la preadhesión de Bulgaria a la UE. Lo que más les entristece es que Bulgaria recibe las subvenciones más bajas en comparación con otros países europeos. La Cámara Búlgara de la Viña y el Vino afirmó: "A nosotros, los productores búlgaros de uva y vino, no se nos trata como si trabajáramos en un Estado miembro de la UE y no estamos en igualdad de condiciones respecto a otros productores de Europa".
Además, en Bulgaria, no existe un criterio objetivo y público para el reparto de las ayudas al sector vitivinícola. Marin Kalnev, miembro de la Asociación Nacional de Viticultores Búlgaros, destaca: "También se nos priva de la posibilidad de participar en los programas europeos de inversión en nuevas técnicas y tecnologías":
"Durante muchos años, el sector ha sufrido la falta de un plan y una estrategia de desarrollo adecuados", explica en una entrevista para BNR-Plovdiv, Marin Kalnev. Cada año se destruyen en Bulgaria alrededor de 50.000 decáreas de viñedos, lo que equivale a más de 350.000 decáreas de viñedos creados y luego destruidos en los últimos 10 años. En mi finca cuido las viñas al máximo, utilizo productos químicos, abonos y maquinaria comprada en países europeos, y a pesar de ello, nuestra producción no es competitiva en el mercado. Esto se debe a que las uvas y los productos vinícolas provienen de países como Rumanía, Serbia, Macedonia, Moldavia, la mayoría de terceros países, que, sin embargo, nadie controla y no sabemos a dónde van. Por eso queremos que el Estado priorice la compra de vino producido en Bulgaria. En la actualidad, es común producir vino búlgaro, pero con uvas importadas del extranjero".
Marin Kalnev, quien cultiva viñedos desde hace 8 años cerca de Plovdiv, también se plantea la posibilidad de arrancar los viñedos, que abarcan 150 hectáreas. Su pregunta es: ¿cómo es posible que, utilizando el mismo equipamiento y los mismos preparados, las uvas importadas del extranjero tengan un precio más bajo que las búlgaras? "Así que debe haber ayudas ocultas en otros países", opina.
La misma preocupación la comparte Yordan Chorbadzhiyski, presidente de la Cámara Nacional de la Viña y el Vino. "Los viticultores de Bulgaria están abocados a la quiebra. En estos momentos cultivan uvas solo porque es lo que saben hacer, no por obtener beneficios", afirma en una entrevista para Radio Bulgaria:
"Me gustaría hacer una comparación con Francia: este año, los viticultores de Francia no tenían cómo comercializar su vino y el Estado intervino dándoles 200 millones de euros, lo que automáticamente hace bajar el precio del producto final. Nosotros no podemos competir con su precio, ya que el precio de venta de un kilo de uva en Bulgaria ronda los 1,40 levas, y se necesitan 3 kg de uva para producir un litro de vino. Si sumamos el costo de la botella, la etiqueta, la caja, la logística, etc., el precio se dispara. El factor humano también es crucial para nosotros, ya que actualmente nuestros temporeros trabajan en el extranjero. También tengo otra pregunta para el Estado: ¿cómo es posible que Francia atraiga a nuestros trabajadores, ofreciéndoles salarios más altos que nosotros, y al final, ¿cómo es posible que su vino sea más barato que el búlgaro? La respuesta a esta pregunta radica en sus subvenciones y en la falta de subvenciones para los productores búlgaros, tanto en el caso del vino como en el de las variedades de uva dulce".
Versión al español de Borislav Todorov
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