El centenario del nacimiento del prof. Riccardo Picchio, eslavista y bulgarista de fama internacional, será celebrado en Roma con una exposición que se inaugurará el 31 de mayo de este año en la Galería Bulgaria (calle Monte Brianzo, 60). El evento es organizado por el Instituto Cultural Búlgaro en la Ciudad Eterna y el Ministerio de Cultura, e irá precedido de una reunión científica en la que participarán expertos de la bulgarística tanto búlgaros como italianos.
“El prof. Riccardo Picchio (1923 - 2011) es poco conocido por el gran público, pero es uno de los estudiosos italianos más importantes que se han dedicado a traducir los autores clásicos búlgaros en Italia”, afirma Veneta Nenkova, fundadora de la Escuela Búlgara de Roma "Asen e Iliya Peikov" y presidenta de la Asociación Cultural "Paralelo 43". Ella tendrá el honor de presentar la herencia de la biblioteca de bulgarística del prof. Picchio durante este encuentro científico.
"La escuela búlgara de Roma tuvo el gran honor de recibir esta herencia en 2023 como donación de los herederos del prof. Riccardo Picchio, de la mano del prof. Krasimir Stanchev quien era responsable de la sección búlgara de los archivos y las bibliotecas del científico”, cuenta Veneta Nenkova ante Radio Bulgaria. “Nosotros nos hemos comprometido a encontrar un hogar permanente para este valioso regalo, fruto de toda una vida dedicada a la traducción de clásicos como Ivan Vazov o Pencho Slaveykov. Nuestra escuela ya posee textos originales, libros con dedicatorias de los propios autores y ediciones centenarias... todo esto son cosas con las que el Estado búlgaro debe mostrar una especial sensibilidad. Y cada uno de nosotros debe hacer todo lo posible para preservar este patrimonio cultural. Ya hemos dado el primer paso de cara a la preservación de estos casi 500 libros mediante un inventario detallado".
“El prof. Riccardo Picchio era un eslavista con intereses muy diversos, pero siempre con la vista puesta en Bulgaria, en la cultura búlgara y en la lengua búlgara, así era él”. Así es como Krasimir Stanchev, profesor de la Universidad Roma Tre desde hace años, describe a su colega y amigo.
“Él fue uno de los últimos grandes eslavistas del siglo XX y principios del XXI que se ocupó de las lenguas y literaturas del mundo eslavo de una forma tan amplia”, continúa el prof. Krasimir Stanchev ante Radio Bulgaria. “Riccardo Picchio empezó a dedicarse a la lengua búlgara desde la literatura reciente, defendiendo en 1946 su tesis sobre Pencho Slaveikov en la Universidad de Roma. Después fue a Varsovia, donde también aprendió bien el polaco, y a principios de los años 50 se especializó en estudios búlgaros en el Instituto Francés de Lenguas Orientales de París. Comenzó su carrera académica como profesor asociado de lengua y literatura búlgaras y filología eslava en la Universidad de Florencia, y estuvo enseñando en la Universidad de Pisa, el Instituto de Estudios Eslavos de Roma y el Instituto Oriental de Nápoles. También llegó a ser profesor titular en una de las mayores universidades estadounidenses: la de Yale. Lo notable era que siempre comenzaba sus cursos generales de introducción a la literatura eslava, hablando de la historia de la literatura búlgara antigua, de Cirilo y Metodio, Juan Exarca y el Patriarca Evtimio. Otro gran amor suyo fue la figura de Paisii Hilendarski - esto lo supe en los últimos dos años, gracias a su archivo".
Riccardo Picchio empezó a interesarse por la lengua búlgara tras "asomarse a distintos ámbitos culturales-literarios" durante sus estudios, según las palabras del prof. Stanchev. Estudió alemán y también se sintió atraído por el ruso, pero quiso estudiar, en definitiva, otras lenguas eslavas. Así fue como Picchio llamó la atención al mayor erudito de los estudios búlgaros de Italia, Enrico Damiani, quien le envió a Bulgaria para especializarse.
“A finales de 1942 Riccardo Picchio estuvo 70 días en Bulgaria, suficientes para que conociera a su futura esposa Lavinia Borriero, que también estaba haciendo una especialización, y a varios escritores y personalidades de la cultura búlgara”, cuenta el prof. Stanchev. “Pero sobre todo, ese tiempo fue suficiente para que se enamorara del país, con el que permanecería unido el resto de su vida y que también le acabaría teniendo tanto aprecio a él, en el futuro. Aprendió rápidamente la lengua búlgara, hablando de una manera un tanto peculiar, pero muy simpática, ya que, tal como él mismo admitía, no la aprendió de los libros de texto, sino del contacto humano con la gente durante aquel tiempo en Sofía. Más tarde mantuvo una amplia correspondencia con búlgaros como el prof. Georgi Dimov, o mi maestro - el prof. Petar Dinekov. En definitiva, de su archivo están surgiendo muchas cosas interesantes, que espero sean publicadas pronto. Su contacto con otros estudiosos arroja una luz interesante sobre la historia de los estudios búlgaros y sobre las relaciones culturales y científicas en la segunda mitad del siglo XX, en una época en que la comunicación entre los bloques oriental y occidental no era tan sencilla, ni tan activa. Y, he aquí un caso curioso que me concierne personalmente: encontré una carta dirigida a mí después de habernos conocido en 1981, la cual nunca llegué a recibir, puesto que los servicios especiales así lo consideraron".
A través de su investigación científica, el prof. Riccardo Picchio hizo generalizaciones que situaron al estudio de los textos literarios medievales sobre una nueva base. Él introdujo además una terminología interesante, reuniendo bajo el nombre de "Slavia Orthodoxa" a toda la comunidad cultural, literaria, confesional y lingüística de los eslavos ortodoxos, la cual incluye a búlgaros, serbios, bosnios, rusos, ucranianos e incluso a valacos y moldavos.
En 2011, exactamente el día de su 88 cumpleaños, Riccardo Picchio nos dejó, pero su labor continúa hoy gracias a sus seguidores en diferentes países. Los alumnos de la escuela búlgara de Roma siguen sus pasos en el marco del programa nacional del Ministerio de Educación "Las historias no contadas de los búlgaros".
Autor: Diana Tsankova
Versión en español: Alena Markova
Fotos: ibcroma.it, BTA/archivo
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