"Tú dices que eres búlgaro, pero no conoces la lengua búlgara." Con este reproche de funcionarios búlgaros se han enfrentado más de uno y más de dos de nuestros compatriotas pertenecientes a comunidades históricas búlgaras en distintas partes del mundo. Entre ellos está Bledar Alterziu, de Albania. Al insultó él respondió con dignidad: "No sé búlgaro porque no he tenido la oportunidad de aprenderlo. Pero tengo el deseo..." E insta a los políticos búlgaros de hoy a garantizar que personas como él —búlgaros de origen y de alma— no vuelvan a escuchar un reproche semejante.
Bledar Alterziu se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad de Sofía "San Clemente de Ohrid". Posteriormente, cursó un máster en Finanzas Públicas en la UNWE. Reside en la ciudad de Elbasán, pero es originario del distrito de Golo Berdo, donde el 65% de la población se identifica como búlgara (Censo 2023). En los últimos años, Bledar ha acumulado experiencia en la administración local, participando en diversas actividades, incluyendo la gestión de proyectos de programas de la UE.
Su primer contacto con Bulgaria fue el 6 de agosto de 1998, y lo recuerda hasta el día de hoy: "Parecíamos venir de otra realidad, porque en aquella época reinaba el caos institucional en Albania." Su decisión de venir a nuestro país fue completamente racional y estuvo vinculada a las dificultades de la transición en Albania, aunque también fueron años de pruebas en Bulgaria. Bledar, sin embargo, agradece haber tenido la oportunidad, como persona de origen búlgaro, de estudiar en su patria ancestral.
La lengua búlgara es la pieza clave para la conservación de la identidad nacional entre los búlgaros de Albania. La mayoría de ellos utiliza una forma más antigua de nuestra lengua, lo que hace que el encuentro con su norma literaria sea un reto para muchos búlgaros de Albania. Las escuelas dominicales, como la de Elbasán, ayudan hoy en día a aprender la lengua búlgara moderna. Con la ayuda de la Sociedad de Búlgaros en Albania y del Estado búlgaro, los niños de Elbasán tienen ahora su propia escuela dominical búlgara. El reconocimiento oficial de los búlgaros como minoría nacional por parte del Estado albanés en 2017 también desempeñó un papel importante en este proceso. Preguntamos a nuestro interlocutor qué puede hacer el Estado búlgaro para contribuir a este proceso.
“Los niños de aquí aprenden sobre Bulgaria, oyen hablar de Bulgaria, pero ojalá también puedan ver esta Bulgaria. Que haya un intercambio mutuo. Cantemos y bailemos canciones y danzas tradicionales de nuestra región, pero participemos en festivales de este tipo en Bulgaria. De este modo, el conocimiento no quedará sólo como parte de la lección. Los niños podrán sentir y experimentar Bulgaria. Seguro que esto les motivará mucho más.”
Del mismo modo, la mayoría de los búlgaros de Albania no verán a Bulgaria solo como el país que les da la ciudadanía y un pasaporte europeo, sino como un lugar donde desarrollar sus conocimientos y habilidades.
"Aparte de los títulos, estoy agradecido por haber conocido un mundo diferente. Mi visión del mundo se ha ampliado en Bulgaria. He podido vivir en esta sociedad y comprenderla. Quiero lo mismo para nuestros hijos. Esta es una ganancia oculta que me he llevado de mi estancia en Bulgaria."
Hablando de las necesidades de la minoría nacional búlgara, Bledar Alterziu también hizo una recomendación a la sociedad búlgara y a las instituciones de Bulgaria: que sean más atentas y tolerantes con los ciudadanos albaneses de origen búlgaro. Además, instó a los políticos a ser más activos y a trabajar por la preservación de la minoría búlgara en Albania.
Preguntamos a nuestro interlocutor de Elbasán cuál es la relación entre albaneses y búlgaros, y cuál es el terreno común entre ambos pueblos:
"En primer lugar, ambos somos pueblos balcánicos; en segundo lugar, ambos países estuvieron bajo dominio otomano, por lo que compartían las mismas dificultades. En las relaciones sociales y familiares, en los principios, somos casi iguales. Sólo nos diferencian las fronteras, la lengua y el hecho de que aquí predomina el Islam y en Bulgaria la ortodoxia. Pero esto no nos impide estar cerca. Nos gusta la misma cocina, nuestro sistema de valores es casi el mismo, tenemos casi las mismas tradiciones en nuestras familias y a la hora de comunicarnos con nuestros amigos... Somos mucho más cálidos, en comparación con el mundo occidental, donde las relaciones parecen más frías... Por las cosas más insignificantes nos ponemos tensos, al estilo balcánico. Y eso es probablemente porque aquí bebemos rakia... (se ríe)."
Autores y fotos: Krasimir Martinov y Kostandina Bello
Traducido y publicado: Borislav Todorov
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