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David Martínez: una charla sobre música, guitarra y lo que importa

Nos encontramos con el virtuoso de la guitarra clásica española antes de su inolvidable concierto en Sofía

David Martínez
Foto: Facebook/David Martínez García

El sábado 7 de junio, a las seis y media de la tarde, en la Academia Nacional de Música “Pancho Vladiguérov” en Sofía, ante una sala repleta y entusiasmada, subía al escenario David Martínez, un maestro de la guitarra clásica española. El concierto que ofrecería ante el público de la capital búlgara era el tercero del ciclo “El espíritu de la música española y latinoamericana” del Instituto Cervantes de Sofía, y recorrería los sonidos de la guitarra española “desde el Barroco hasta Paco de Lucía”, con un estremecedor repertorio. Sonatas, nocturnos, valses, flamenco… Un auténtico viaje por la historia de un instrumento tan desafiante como cautivador.

Unas horas antes del concierto, nos encontrábamos con David para charlar sobre el fascinante mundo de la guitarra y conocer de cerca lo que representa la música para él, más allá de su prolífica trayectoria profesional. Conocimos a un hombre de música, apasionado de su trabajo y de la vida. Y, además, enamorado de Bulgaria.

David en Sofía, junio 2025

Nos sentamos en una de las salas del Instituto Cervantes, entre libros, risas y el sol de mañana que entraba por los ventanales. Y la sensación de estar en la hora del aperitivo. David acababa de llegar a Bulgaria, así que empezamos nuestra charla preguntándole lo primero que preguntaría un búlgaro:

Has viajado mucho y has tocado por todo el mundo… ¿Es la primera vez que vienes a Bulgaria?

“Cuando contactaron conmigo para organizar este concierto, no había estado nunca en Bulgaria y no conocía Sofía. Pero ahora hay una persona que me une a este país y antes de que llegara el concierto ya estuve aquí en dos ocasiones, en Navidad y en Semana Santa. Pero el día que me llamaron para el concierto no conocía Bulgaria.”

Descubrimos que a David le condujo hasta Bulgaria no sólo el destino de la música, sino también el del corazón. Y esto hace que su visita sea aún más especial. Hace poco él conoció a la guitarrista búlgara Bozhana Pavlova, también gran artista de la guitarra, que hoy es su compañera de guitarra y de destino.

David Martínez y Bozhana Pavlova

El concierto de este mes de junio se hizo posible gracias al Instituto Cervantes que después de haber contactado con David para conciertos en Chicago, en Bucarest o en Chisinau, le ofreció visitar Sofía para mostrar la versatilidad de la guitarra clásica española ante el público búlgaro.

Y, ya que en Bulgaria habrá muchos que aún no conozcan el nombre de David Martínez, le preguntamos por sus comienzos…

¿Cómo llegó la guitarra a tu vida? ¿Cómo sentiste que era este tu instrumento?

“No lo sentí directamente, pero sí que hay un vínculo musical en mi familia. Mi abuelo cantaba ópera - llegó a cantar para el rey Alfonso XIII - y mi tío, Carmelo, el hermano de mi padre, fue guitarrista profesional, fue catedrático del Conservatorio Superior de Música de Granada, y además fue alumno directo de Regino Sainz de la Maza, que es una figura fundamental en la historia de la guitarra. Fueron mis padres los que me introdujeron a este mundo. En casa teníamos una guitarra desde que yo era pequeñito. Aunque yo de pequeño prefería el violín o el piano. Así que, podríamos decir que más que elegir yo a la guitarra, la guitarra me escogió a mí. A mí me encantaba la música, pero tampoco sentía una inspiración especial por la guitarra en concreto. Aprendí a ir queriendo a este instrumento con los años, a ir amándolo poco a poco. Pero no fue algo que yo decidiera.”


La guitarra con la que toca actualmente David no es una guitarra cualquiera. Es una guitarra Martínez Lázaro, y otras con las que ha tocado son de Paco Santiago Marín, un lutier de fama mundial. Nos cuenta que estas guitarras tardan en elaborarse entre dos y tres meses. No es de extrañar que también el lazo que une a un guitarrista y a su guitarra sea especial.


La relación que tenéis los músicos con vuestros instrumentos es casi como entre personas. ¿Es diferente tu relación con las diferentes guitarras? ¿Ocurre lo mismo con los instrumentos que con las personas?

“Pasa exactamente igual. Tienes que aprender a conocer cada uno de los instrumentos”, comparte David, y explica que “es cuando profundizas en el estudio de un instrumento, cuando te das cuenta de las muchas particularidades que tiene, y de que necesitas ir conociéndolo poco a poco para hacerte a él.”

Igual que entre personas, la relación con la guitarra se construye paulatinamente, con paciencia. Conocer una nueva guitarra es como conocer a una nueva persona: requiere un tiempo de adaptación, hasta que la conversación no necesita de palabras ni repeticiones, y las mentes y las notas se entrelazan con la vibración de los sonidos armónicos.


¿Entonces las guitarras también tienen su propio carácter, como nosotros?

“Totalmente. Hay guitarras que son más frías, por ejemplo, pero a lo mejor son más potentes. Y otras que no tienen quizás tanta potencia en el sonido, pero tienen un sonido bello y mucho más dulce. Se suele dar esa dicotomía: de una guitarra muy potente, pero a lo mejor un poquito más fría, y una guitarra menos potente, pero con un sonido muy dulce y muy íntimo.”

¿Te pide la propia guitarra hacer algo diferente a veces? ¿Experimentar con otros sonidos o estilos?

“Dentro de la guitarra clásica solemos tocar algunas cosas de flamenco, que quizás sea lo más auténtico dentro de la música española. Por eso los guitarristas clásicos sí solemos tocar, por ejemplo, algunas piezas del gran Paco de Lucía. Pero nunca he entrado en estilos como el jazz o el rock. En la música folclórica latinoamericana o española, sí.”

En el concierto que ofreció en Sofía, David interpretó precisamente una de las obras más bellas de Paco de Lucía, “Fuente y Caudal”.


Desde hace años, David Martínez es además profesor de guitarra clásica en el Conservatorio Superior de Música de Málaga, algo que le apasiona tanto como tocar ante el público. La siguiente pregunta sale sola:

Actualmente compaginas las actuaciones con la enseñanza. ¿Qué te aporta el trato con los alumnos? ¿Qué es lo que más disfrutas de enseñar?

“Siempre digo que aprendo de cualquier alumno, tanto si está empezando y es chiquitito, como si está terminando la carrera o es profesor. Siempre. Porque el hecho de querer enseñar a ese alumno, solamente el hecho de analizar tu propia técnica para poder explicarla de la mejor manera posible, ya te hace aprender. Sobre todo si realmente quieres transmitir tu conocimiento. Porque para mí en la enseñanza lo fundamental es querer, ya que puedes tener mucho conocimiento, pero si no tienes el deseo de transmitirlo, te cuesta hacerlo. Por eso, si realmente quieres transmitirle ese conocimiento al alumno, vas a buscar cualquier recurso para conseguirlo. Y yo, en mi caso, la verdad es que disfruto muchísimo enseñando. Muchísimo. Y aprendo cada día.”


Hacemos un paralelo entre la música y otras artes, y resulta que los procesos son muy similares. Que a través de los ojos del otro, entendemos partes de nosotros mismos. Ocurre con los músicos, como con los actores, los bailarines o los pintores. Aquí, David comparte - con ese brillo en los ojos de quienes llevan el arte dentro - que estuvo a punto de dedicarse a la pintura, en lugar de a la guitarra. “Cuando tenía 17 años y terminé mi selectividad iba a estudiar Bellas Artes. Me encantaba la pintura. Pero justamente ahí me llamaron para trabajar en un conservatorio y entonces ya enfoqué toda mi carrera hacia la guitarra”, comparte el guitarrista granadino.


Hablando de enseñanza, de estudios y alumnos, la conversación nos lleva al gran tema de la importancia de la música para cada uno de nosotros. Y lo importante que puede llegar a ser familiarizarse con el lenguaje musical en una edad temprana.

¿Crees que aprender a tocar un instrumento debería formar parte de la enseñanza obligatoria en los colegios? Que los niños aprendan a tocar desde pequeños, al igual que aprenden inglés, francés o cualquier otra lengua…

“Sí, soy partidario de que sea obligatorio. En España se hace, pero a nivel muy suave, muy somero (se enseña la flauta dulce, unas pocas nociones de música…) Pero sí, es algo muy positivo, porque además, al igual que las matemáticas, desarrolla una parte del cerebro que no desarrollamos con otras disciplinas. Así que, en todos los aspectos veo positivo el aprender a tocar un instrumento.”


“Y el hecho de que se trata de un simple trocito de madera con seis cuerdas, donde gracias al movimiento de mis dedos -según el tipo de combinación que yo vaya creando- estoy haciendo música, estoy expresando, estoy comunicando… Es algo verdaderamente fantástico.”

De ahí que saber tocar un instrumento, hablar la lengua de la música como una lengua universal, como un medio de expresión - o de autoconocimiento -, resulta mucho más valioso de lo que imaginamos los que somos meros espectadores. La guitarra, además de ser una compañera de vida, es una maestra que contiene la sabiduría ancestral de todos quienes la supieron descifrar.


En este sentido, ¿qué te ha enseñado la guitarra fuera de la música? ¿Te ha ayudado a afrontar momentos de la propia vida?

“Me ha ayudado la guitarra, me ha ayudado la música… Me ha enseñado el tema del sacrificio, o el sufrimiento a veces, el reto de subirte a un escenario y ser capaz de aguantar una hora y media no es fácil. Eso requiere un trabajo previo. Y todo ese trabajo sí se puede trasladar después a muchos aspectos de la vida. Porque nosotros, los músicos, no tenemos psicólogos o asesores como los deportistas, pero creo que a veces nos acercamos un poco al deporte de élite. Al menos, los que nos dedicamos a la música de manera profesional. Yo estuve 10 años yendo a concursos internacionales y uno tiene que estar muy preparado mentalmente para poder afrontar toda esa presión.”


Nos preguntamos entonces si un músico de tal nivel necesita descansar alguna vez de la música, si se cansa de tocar…

“Siempre. Yo tengo una relación amor-odio con la guitarra”, dice David entre risas. “Es una relación: me lo ha dado todo, pero también me ha hecho pasar lo peor de mi vida. Entonces, ¿qué hacemos ante eso? ¿La dejo o sigo con ella? Sí, unas pausas de vez en cuando vienen bien. Yo soy de los que pausan. Termino un concierto, o una gira de conciertos en verano, y luego puedo estar 3 ó 4 meses sin tocar absolutamente nada. Sólamente cuando estoy en clase. Para dar clase sí necesitamos tocar el instrumento. Pero en esos 4 meses no lo necesito.”

Así pues, es sano hacer una pausa, y no sólo para el descanso del cuerpo, sino también de la mente.


Nos despedimos con una última pregunta, cuya respuesta acabará resumiéndolo todo, mucho más allá de la música.

Por último, ¿tienes algún plan o alguna idea de cara al futuro?

“Seguir disfrutando con la música, con el instrumento. Y seguir viajando, conociendo gente… Pero detrás de todo esto, para mí lo más importante siempre es lo personal. No decanto todo en lo profesional. La vida tiene otras cosas además de la guitarra, de la música y de los viajes.”

Y es que la vida no es sólo talento, ni sólo logros. Ni si quiera es sólo música. David Martínez deja grabadas sus palabras en nuestra memoria, y el delicado sonido de su guitarra, en el alma. Nos deja el cálido recuerdo de las obras de Scarlatti, Chopin, Barrios o Albéniz, y el nada casual final de su concierto en Sofía: “La vida breve”, de Manuel de Falla, tocado a dúo con Bozhana. Su concierto quedará para la posteridad, sin duda, y nuestro encuentro en aquella mañana de sábado latirá por mucho tiempo con su mensaje:

Amar la vida. Vivir.




Autor: Alena Markova

Fotos: Instituto Cervantes de Sofía, Facebook/David Martínez, Alena Markova,YouTube/Festival Internacional Alborada Clasica



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