El padre Genadio Martinov (Guenadii Martinov) es un búlgaro de Besarabia nacido en el pueblo de Devetlii, región de Odesa (Ucrania). Hace dos siglos su familia vivía en Tracia Oriental, cerca de Odrin, pero después de la Guerra Ruso-Turca (1828-1829), durante la ola migratoria masiva, sus antepasados se trasladaron a Besarabia para salvarse de las atrocidades de los turcos. Desde entonces Bulgaria permanece en lo más profundo de sus corazones y mantiene vivo su espíritu búlgaro de generación en generación. Sin siquiera verla, esta es la tierra más santa de la que todos hablan y con la que todos sueñan. Así lo es también para el padre Genadio, para quien “Bulgaria es algo extraordinario, maravilloso y lleno de luz”, la raíz de su corazón y de su sangre.
A los 28 años, el destino de Genadio cambió de rumbo por la voluntad de Dios. El joven conoció el poder de la fe de Cristo, capaz de curar y de obrar milagros: tras rezar por su pequeña hija, que sufría una enfermedad incurable, ella sanó y Genadio pasó a dedicar su vida al servicio de Dios. Como sacerdote, él empezó a rezar por los enfermos y los desvalidos, a salvar almas humanas y a construir una Iglesia de personas vivas.
“Allá donde queda el calor, allá donde queda la esperanza, allá donde nace la fe cambia la vida de una persona, y ahí estoy yo”, comparte el padre Genadio. “Eso es lo más importante para mí”.
Con un cuidado y un amor paternal, el sacerdote llama a muchos a que busquen a Dios y crea un comedor para pobres adjunto a la iglesia de Artsiz, la “Santa Virgen - Alegría de todos los que están tristes”, en la que sirve. El padre Genadio se inspiró en el ejemplo de San Juan de Kronstdat quien descubrió la paz interior del hombre, lo complicadas que eran sus interacciones con la sociedad y lo útil que podía ser la fe:
“El hombre está hecho para familiarizarse con una dada profesión, aparte tiene algún pasatiempo y luego ya no muestra más interés por ampliar su punto de mira. En el caso de la fe, uno tiene que poner de su parte. Se requiere atención, tenacidad, interés. Entonces empiezan a llamarte la atención otros esferas que antes no te atraían. Y es que la fe es precisamente aquello en lo que uno debe ahondar, aguardar, poner atención, para que se le empiecen a activar otros receptores que lo inspirarán y animarán a hacer cosas distintas a lo habitual. Para atraer a una persona hacia el buen ejemplo tienes que saber qué es lo que le gusta, qué le resulta más liviano hacer. Estos son los principios según los cuales San Juan de Konstdat creó su Casa de la labor y la caridad, donde conseguía reunir a las mujeres y los hijos pobres de los bandidos de Konstdat, para que emplearan sus talentos a través de manualidades en lugar de estar robando o mendigando. De esta manera, aparte de las actividades eclesiásticas, en torno a la Iglesia empezaron a aparecer personas que también servían a los fines caritativos y sociales de la Iglesia gracias a sus dones y sus cualidades personales.”
Un paso hacia la realización de esta misión social fue la oportunidad que le brindó la vida al padre Genadio de visitar Bulgaria. En la patria de sus ancestros, él quedó asombrado por la historia del primer milenio y de las sólidas bases de la cooperación entre el Estado búlgaro y la Iglesia ortodoxa. Según el propio padre Genadio erigir un puente espiritual entre la Iglesia y el poder público no es tarea fácil, ya que estas son dos instituciones muy diferentes. Cada una de ellas tiene su propio funcionamiento, sus cánones y sus leyes, y para que haya un entendimiento entre ellas lo primero que debe haber es voluntad humana. Precisamente este puente espiritual es parte del proyecto del padre Genadio “La gran basílica - desde Pliska hasta Artsiz”, que une Bulgaria y los búlgaros de Besarabia en la llamada “Casa del amor fraternal” que él plantea.
“Necesitaba un espacio neutral en el patio de la iglesia y resulta que la basílica ofrece justo una posibilidad así”, explica el padre Genadio. “Esta resulta ser la estructura arquitectónica más resistente desde la Antigüedad hasta hoy en día y por eso pensé, ¿por qué no replicarla?”
La construcción en Artsiz comenzó en el año 2011, sobre una superficie de 1,4 hectáreas donde, mediante donaciones y voluntariado, los búlgaros de Besarabia que residen en las localidades cercanas recrearon a tamaño real las basílicas de las antiguas ciudades de Nesebar y Pliska, empleando elementos de la arquitectura de los templos de Preslav y Veliko Tarnovo. El complejo ya está completado al 70% e incluye un templo con un atrio, una rotonda con baptisterio, una casa de la misericordia, un museo del Viejo Testamento, comedores, salas para personas sin techo, talleres de artesanía, una escuela y viviendas.
También han aportado medios otros búlgaros que ven en la construcción de este complejo no sólo una forma de revivir el papel iluminador de Bulgaria, sino una sede de la fe viva, que refuerza los lazos de Bulgaria con los búlgaros de Besarabia y los une en una gran familia ortodoxa:
“Mi comunidad no se identifica con el municipio en sí”, comparte el padre Genadio. “Es una comunidad como la de cualquier otro templo. Tengo el número de teléfono de más de 1000 personas de todo el mundo - esa es mi comunidad. Uno le dice a otro que existe tal sacerdote Genadio, a quien puede llamar. Y me llaman para que se les ilumine el alma. Yo quiero ofrecerles esa luz, por mi propia voluntad. Quiero que charlemos como personas, que nos digamos unas palabras bondadosas y finalmente poder escuchar: “¡Gracias a Dios! ¡Qué alivio!” Por eso digo que, lo grande que es mi comunidad eso sólo Dios lo sabe. Porque vaya adonde vaya Él me trae una persona a la que contarle la verdad, según la que yo vivo.”
Autor: Darina Grigorova
Traducido al español y publicado por Alena Markova
Fotos: basilica.bg, bessarabiainform.com, besarabia.bg, Darina Grigorova, BTA
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