Stefka Sabotinova (1930-2010) es una de las cantantes que ha dado fama mundial a las tradiciones folclóricas búlgaras. Nacida en el corazón de Tracia, en un pueblo con el hermoso nombre de Rózov Kládenets (Pozo Rosado), ya desaparecido, ella heredó su talento de sus antepasados, emigrantes de Tracia Occidental y aprendió las canciones de esta región gracias a su abuela, que tenía una voz melodiosa. Estas canciones se convirtieron en una parte importante del repertorio de la cantante una vez empezó a hacerse famosa. El don de Sabotinova lo descubrió el folclorista y cantante popular Zhecho Dolchinkov, quien grabó y clasificó más de 3500 canciones populares de las regiones de Kotlen y Dobrudzha conservándolas hasta hoy en el Instituto de Estudios Artísticos de la Academia de Ciencias de Bulgaria. En 2002, en una entrevista para el periódico “Segá” (“Ahora”), Stefka Sabotinova contaba que Dolchinkov la descubrió cuando ella aún estaba en el colegio, en Plovdiv: “Los folcloristas de la radio visitaban las escuelas. Allí me descubrió Zhecho Dolchinkov. Grabé tres canciones en la Radio con el grupo de Tsvyatko Blagoev”. Estas primeras grabaciones se realizaron en 1947 y 1948, y en 1951 Stefka se mudó a Sofía. Allí se presentó a un concurso del Conjunto Estatal de Canciones y Danzas Folclóricas (hoy el Conjunto Folclórico Nacional “Filip Kutev”) donde fue una de las pocas seleccionadas. Los presentes cuentan que Filip Kutev quedó literalmente abrumado no sólo por su increíble voz y el impresionante número de canciones que sabía, sino también por su belleza. Décadas más tarde, Stefka compartía ante el periódico “Duma”: “Nunca quise tener amigas mujeres. Al principio me envidiaban por ser guapa, pero en los últimos años ya ni sé por qué me envidian. Siempre he tenido amigos hombres. Con ellos puedes compartir tus secretos y no te traicionarán…”. La cantante trabajó durante 14 años en el conjunto de Filip Kutev.
Él fue el primer músico que valoró la “joya de su corona”, la canción “Pritúri se planináta” (“Blanqueó la montaña”), en la cálida y emocionante voz de la cantante y su magistral interpretación. Kutev fue el primero en adaptar la canción a la orquesta del conjunto que dirigía. Esta versión, grabada para la Radio Nacional de Bulgaria, es una de las dos canciones solistas de Stefka Sabotinova incluidas en el primer álbum de la serie “El misterio de las voces búlgaras” del productor suizo Marcel Cellier. Unálbum publicado en 1975 que acabó ganando el prestigioso premio al mejor álbum de la Academia Charles Cros.
“Pritúri se planináta”, en la interpretación de Stefka Sabotinova y la orquesta del conjunto “Filip Kutev” ha sido un símbolo cultural de Bulgaria en todo el mundo durante casi dos décadas. Mientras tanto, de 1973 a 1985, Sabotinova estuvo cantando en el Conjunto de Canciones Folclóricas de la Radio, que a finales del siglo XX recibió oficialmente el nombre de “El misterio”. Años más tarde, cuando le preguntaron por el momento estelar de su carrera, Stefka sin dudarlo lo relacionó con su emblemática canción: “El hecho de que la convertí en un éxito mundial, aunque mucha gente no quedara contenta con ello, incluidos algunos de nuestros mejores músicos. Pero yo no tengo la culpa de que ocurriera así, la culpa es de ellos. La canción estaba almacenada en la fonoteca. ¿Por qué no la convirtieron ellos en un éxito mundial? Fue Marcel Cellier quien se acordó de esta grabación en 1994 y se la dio al francés Jacky Anona para que le hiciera los arreglos. Hubo muchos escándalos en torno a esta canción y... ya hasta me resulta desagradable hablar de ello…”. En aquella entrevista para el periódico “Segá”, Sabotinova recordaba que su canción fue “vendida para formar parte de la banda sonora de un montón de películas” y mencionaba el éxito franco-canadiense del director Denys Arcand, “Jesús de Montreal”, de 1989, que ganó una larga lista de premios e incluso tuvo una nominación al Óscar.

Pero no cabe la menor duda de que la popularidad mundial de esta gran canción llegó en 1994 con sus arreglos modernos y la voz de Stefka Sabotinova. Y lo que la hace tan especial para los búlgaros no es solamente la magnífica melodía y la voz única de Sabotinova, sino también la trágica letra: una verdadera obra maestra de la literatura búlgara que impacta ya desde la primera palabra: “pritúri se” - “abalanzose”. Esta palabra, a la vez dialectal y arcaica, sigue viva en el búlgaro contemporáneo, donde su significado suele ser el de “añadir”. Pero su significado en la canción es completamente diferente. En el diccionario búlgaro encontramos que pritúri se / pritúryam se significa además “pasar de estar en un lugar a estar en otro, elevarse, aparecer donde antes no se estaba”, y también “desplomarse de repente, volcarse, amontonarse, acumularse mucho y de golpe”. La canción conserva todos estos significados de la antigua palabra búlgara, y los va desplegando gradualmente: la montaña entera se eleva y se abalanza desplomándose sobre los dos pastores. De esta manera la hipérbole del “abalanzarse” hace que la montaña se vea aún más enorme y aplastante.

Tras escuchar las súplicas y las explicaciones de los dos pastores para que se apiade de ellos —a uno le espera su amada y al otro, su anciana madre—, la montaña pronuncia su sentencia. La canción termina abruptamente y parece que nadie se salva. Lo entendemos por la sustitución del verbo “esperar”, utilizado por los pastores, por el de “lamentar”. Se “espera” a una persona viva, se “lamenta” a un muerto. La montaña decide: la amada lamentará dos días, la madre lamentará hasta la tumba.
En definitiva, la contribución de Stefka Sabotinova a la cultura búlgara no se limita a la obra maestra de “Prituri se planinata”. La cantante tiene un impresionante repertorio en solitario, grabado para la BNR aunque, de alguna manera, esta trágica balada que le brindó la fama mundial, dejó una huella amarga en su vida. Así lo compartía Stefka antes de dejarnos: “He recibido mucho cariño del pueblo, y fama y reconocimiento. Pero, lamentablemente, el reconocimiento debe llegar desde fuera y es sólo entonces cuando te empiezan a reconocer también aquí, en nuestro país”.
Autor: Tsvetana Toncheva
Traducido y publicado por Alena Markova
Fotos: Archivo, Conjunto “Filip Kutev”, BTA
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